𝑬𝒙𝒕𝒓𝒂. 𝑪𝒖𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒓𝒎𝒊𝒓.

512 48 6
                                    

.Kᴏᴋᴏɴᴏɪ.
«𝑉𝑖𝑣𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑙 𝑙𝑖́𝑚𝑖𝑡𝑒, 𝑠𝑜𝑓𝑜𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜»

—¿Un cuento para dormir?.-el niño me miraba feliz, era como ser absorbido por un vórtice de calidez momentánea.—Veamos, ¿Te parece sobre una princesa salvando todo un reino?.-pregunté.

....Pensar en que momento ocurrió, era simplemente indagar en un momento que aún permanece difuso y con lagunas en fragmentos. La vida no siempre se trataba de buenos o malos momentos, simplemente de aquellos memorables.

En mi caso, tres de ellos presentes en mí. Me definían como persona y me hacían pensar que tal vez valía la pena seguir en el mundo. El primero de ellos, fue perder a Akane, la hermana mayor de Seishu y mi primer amor. En ese momento, pensé que tal vez sería el único. Así se sentía estar a lado de esa chica tan amable y angelical. Yo daba todo por ella, me volvía un idiota sin sentido a su lado.

"¿Así es el amor?¿Por qué se vuelve vital para mí como respirar?" me preguntaba en cada ocasión que podía verla. Era una bendición total y que Seishu fuera mi mejor amigo, era la cereza del pastel. Pero cuándo uno se descuida, todo se derrumba sin control. Se vuelve un agujero negro sin salida y yo pensé me hundiría en ese vórtice de terror absoluto.

La casa de Inupi se vió envuelta en un incendio, Salvé a Seishu y no me arrepentía de hacerlo. Pero no pude salvar a la mujer que amaba, la que era mi mayor amor en el mundo, su operación costaba millones y nadie a nuestros escasos 11 años podía conseguir tanto, buscar formas de hacer dinero se volvió mi prioridad.

Leyendo múltiples libros de finanzas y como hacer dinero me di cuenta que solo podría hacerlo de una manera, pandillas. En ese momento eran famosas, además debía haber algún grupo de niños estúpidos a los cuales manipular e iniciar el negocio. No importaba la manera, el dinero era el rey absoluto y solo yo podía hacerlo fluir. Comenzando a odiarlo y desearlo era mi día a día. Y aún a pesar de que suplicaba cada noche a Dios no llevarse a Akane, Inupi me llamó. Aquel día lloré tanto que mis ojos quedaron similares a los de un sapo feo y verrugoso. Que se había quedado sin su princesa y jamás recibiría el beso para convertirse de nuevo en príncipe.

Era doloroso a una manera que no podía comprender. ¿Por qué debía perder algo que amaba tan ávidamente? Tal vez ese era el problema, que yo deseaba más de lo que merecía o valía como persona. Hasta que la conocí a ella, como un huracán en verano.

Salvaje, intrépida y siempre con sus hermanos. Había escuchado del carisma de Roppongi, Ran y Rindou Haitani. Pero había alguien más, una pequeña lucecita que siempre brillaba para ellos dos, era su princesa en un castillo encantado. Cabello rubio y ojos violetas azulados como una galaxia en ellos.

Ayame se volvió rápidamente en una amiga para mí. Quería pensar que solamente era una mirada amistosa, pero ella parecía cargar con algo a cuestas, mi curiosidad siempre era enorme estando a su alrededor. "¿Sabes que es el amor, Koko?" preguntó en una ocasión. En ese momento yo me sentí experto en la materia, pues había amado a alguien más antes.

"Es sonreír con otra persona, entregar tu tiempo a otro...Dos individuos compartiendo su individualidad juntos" dije en ese momento guiado por mis experiencias, pero ella solo miro al parque frente a nosotros, como si quisiera decir algo más. "Entonces no entiendo si existe" susurró antes de irse aquel día. Motivado por aquello, comencé a hacer más negocios con sus hermanos.

Ran lo notó, aunque no lo parecía el celaba a su hermana menor de una forma única, como si tuviera miedo de algo, de alguien. "Ayame no es como piensas, Kokonoi" dijo como advertencia, pero fue más un consejo. "Sabes Koko, mis hermanos me tratan como a una tonta, una princesa inútil" dijo después de discutir un par de veces con Ran.

Sweet Lies. [IZANA KUROKAWA x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora