CAPÍTULO 1

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Lo último que recordaba era la traición de Lee, su sangre y la de ella brotando del puñal que cada uno clavó en el cuerpo del otro. Creía que moriría, pero no quería morir, no así ¡había tantas cosas por hacer para el más inteligente de Gotham: Enigma!

En cuanto a Lee, no podía negar que la parte de Ed, sensiblera como ninguna, no quería hacerle ningún daño y deseaba volver atrás en el tiempo y salvarla; pero su otra parte deseaba vengarse. Vengarse por haberlo utilizado durante tanto tiempo, por haber llegado a creer que, de verdad, ella lo quería; por haberle hecho creer que por fin alguien podía entenderlo y aceptarlo tal cual era. No podía más que emocionarse cuando ella era capaz de responder a sus acertijos, cuando lo hacía partícipe de sus planes – es más, trabajaba con él como iguales -. Sentía que ella lo valoraba.

Pero era ver a James Gordon y Lee olvidaba que Edward estaba allí. Lee fingía, por supuesto, pero la química que había entre ellos era algo que ninguno podía negar.

Sí, había querido matar a James Gordon, y CASI podría haberlo conseguido. Pero, a fin de cuentas, ya había comprobado que el amor no podía comprarse ni olvidarse. De acuerdo con las palabras que, en su momento, le dijo a Oswald, el amor era sacrificio, y era algo que veía en cada comportamiento de James Gordon. Admitir que el amor que sentía por Lee era tan fuerte le había hecho sentir todavía más rabia y odio ¿por qué Lee era capaz de amar a alguien como James Gordon, con defectos incluidos, pero con él tenía tantos reparos? Sí, algún beso y quizá algo más, pero en cuanto a sentimientos se refiere, Lee nunca le había dicho que lo quisiera ni había sacrificado absolutamente nada por él.

Sentirse útil le gustaba, pero sentir que era el segundo plato no. Por si eso no fuera poco, sus sentimientos le impedían actuar por su cuenta, liberarse de los muros de aquella mujer. Sin quererlo, se había amoldado a los deseos de aquella mujer, olvidando en ocasiones sus propios deseos – sacrificándose a sí mismo-.

Isabella era la única persona que lo había amado tal cual era. Conocía sus defectos, pero aún así se arriesgó y quiso estar con él ¡hasta que el maldito Oswald tuvo que actuar!

Oswald...

Al hablar de él, le vino a su cabeza una imagen...

"Yo te curaré, Ed."

Recordó cómo Oswald le dijo esas palabras.

Por fin abrió los ojos y vio su cuerpo tumbado en una cama – SU cama -. ¿Cómo había llegado ahí? Quizá fuera cosa de Oswald.

Trató de incorporarse con cuidado y palpó su pecho, en busca de la herida que le había hecho Lee. Estaba curada, o al menos el dolor era ínfimo a como lo tenía antes. Se subió la camisa lo suficiente como para poder ver su herida. Estaba vendada – muy bien, de hecho- y limpia.

Se sentó en su cama y observó su habitación. Todo parecía correcto. Pero era evidente que alguien lo había traído hasta allí ¿cómo habían entrado en su casa? Probablemente Oswald había hecho uso de alguno de sus matones de turno para llevarlo hasta allí y ahora se regodearía por haberlo salvado. ¿Por qué lo había salvado? Probablemente para conseguir algo, así era "el pingüino".

Con cuidado se levantó y encendió la tele para comprobar qué día era. Le sorprendió ver que las noticias dictaban que habían pasado tres meses desde que el recordaba haber atacado a Lee.

¿Llevaba tres meses en reposo? Eso era imposible.

Volvió a levantarse la camisa y se percató de que la venda era vieja, llevaría tiempo allí.

Fue al baño y se la quitó con cuidado. No había herida ya, apenas una cicatriz.

- Tres meses... ¿cómo puedo no recordar tres meses? Alguien debió hacerme algo...quizá un golpe en la cabeza o...

Salió del baño y volvió a ver la tele. La ciudad parecía estar volviéndose completamente loca – más de lo habitual – y parecía que la señal era intermitente.

Durante unos minutos vio el rostro de James Gordon y prestó atención a lo que decía. Pero aparte de palabrería ñoña solo dijo algo que le interesó "la policía busca al pingüino, se le acusa de robar bienes públicos y acaparamiento de provisiones". Detrás del policía pudo divisar a Barbara, que dijo "se ha atrevido a robarme a mí. Lo quiero, vivo o muerto, la recompensa será generosa". Por supuesto, Gordon alejó a Barbara y siguió dando la información oficial.

Todo parecía indicar que Oswald se había estado hospedando en el ayuntamiento de la ciudad.

Tras aquella pequeña intervención de Barbara, era evidente que todo caza recompensas iría a buscarlo.

- Oswald, Oswald ¿de verdad creías que no te pillarían? Robando a una pobre ciudad llena de indigentes e ignorantes. Sí, eres estúpido pero te necesito, quizá puedas ayudarme y decirme qué ha pasado durante estos tres meses conmigo.

Ed arregló su ropa y recogió su sombrero del suelo. Había llegado la hora del nuevo espectáculo.

- Si yo fuera un debilucho manipulador ¿a dónde iría?- habló para sí mismo.

Si había algo que caracterizaba al "pingüino" era su autoconfianza, si se sentía cómodo en un sitio y creía que estaba seguro, allí se quedaría. Oswald sabía que toda la ciudad iba tras él, por lo que probablemente ya tendría una estrategia para que toda esa gente que iba tras él en vez de estar en su contra pasara a estar a su favor. James Gordon era su mayor peligro y, por lo que había visto, ahora parecía ser más influyente que nunca.

- Obviamente se quedaría dónde está.- Concluyó Ed. 

El enigma del amor al pingüinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora