CAPÍTULO FINAL

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Tuvieron que pasar varios días para que Ed terminara de recuperarse del todo. Oswald no volvió a pasar la noche en aquel "hospital", pero de vez en cuando lo visitaba – no se podían dejar los negocios desatendidos durante tanto tiempo-.

En cuanto Ed ya se hubo recuperado como para poder moverse de la cama, no tardó en desaparecer sin dejar rastro ni decirle nada a Lee. Como único gesto de agradecimiento, Lee recibió un código que, de acuerdo a una pequeña nota escrita por Nygma, era la contraseña para abrir la caja fuerte de uno de los bancos más cercanos de Gotham. En su carta decía expresamente "por los viejos tiempos".

Además de dejar ese pequeño regalito, había limpiado y ordenado toda la habitación en la que se había quedado.

Y, aunque a Lee le encantaría pensar que Ed se iba a quedar tranquilo y sin causar peligros, sabía que no era cierto; así que avisó a Jim de que Enigma volvía a estar libre por las calles de Gotham. En la situación actual, ni el Pingüino ni Enigma eran el principal peligro, pero siempre estaba bien saber que estaban libres.

A pesar del acercamiento que tuvieron ambos compañeros durante aquella noche, tan pronto Ed abandonó el hospital y quedó en libertad, ambos volvieron a sus vidas cotidianas.

Pasó un mes completo y no se habían vuelto a ver.

Oswald deseaba hablar con Ed sobre lo que había descubierto de Isabella, pero no creía que fuera el mejor momento cuando él estaba enfermo y, pasado tanto tiempo, empezaba a sentir que nunca llegaría el momento adecuado. Quizá lo mejor sería deleitarse con la felicidad de saber que era la única persona que había amado, de verdad, a Edward Nygma; y es que, cuanto más lo pensaba, más temía hablar del tema y volver a ser rechazado por Ed. Estaba claro que tendía enamorarse de personas del sexo opuesto.

La ciudad de Gotham estaba al borde del colapso. Las cosas iban empeorando, por no hablar de que se aproximaba una guerra. El Gobierno central parecía querer ocupar la ciudad y destruirla, considerando que no tenía salvación y que no era más que un nido de delincuentes y asesinos.

Oswald quería ayudar a su ciudad. Después de todo, no sería nada sin dicha ciudad. Había retomado el negocio de las armas (además de a su perro, Edward), junto al del alcohol y las medicinas; podría decirse que era la persona más rica de la Gotham actual.

Decidido a ayudar a su ciudad. Decidió que había llegado el momento de hablar con Jim Gordon. Si colaboraban, quizá podrían tener alguna oportunidad de recuperar su ciudad. Y conocía a una sola persona en todo Gotham capaz de elaborar una buena estrategia que garantizara su victoria.

No tardó en enterarse de que Enigma había estado ofreciendo programas de entretenimiento gratuitos para todo aquel que quisiera mantener su mente ocupada. Sus programas se basaban en resolver acertijos y, en caso de no hacerlo, recibir penalizaciones. Las penalizaciones dependían del día. De hecho, ver cuál sería la siguiente penalización era considerado como lo más interesante del programa – nadie ganaba a Enigma-.

Acompañado de dos hombres, Oswald se dirigió al local donde Ed grababa aquellos concursos.

- ¡Oswald!

- Ed.

- ¿Vienes a deleitarte con uno de mis mejores programas o...quizá quieres participar?

- Ambos sabemos que perdería y no me gusta perder.

Ed asintió y observó a los dos hombres que rodeaban a su amigo.

- Esos dos caballeros pueden irse.

- Oh, solo han venido por si me atacaban por el camino.

El enigma del amor al pingüinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora