Estaban a un par de pasos de la mesa, a unos metros del baño y, por primera vez, observa a Carlos hablando con tranquila efusividad, sin tartamudeos ni sonrojos.
Se veía sereno y relajado, incluso las tenues luces frívolas y alocadas del club le hacían contrastar su natural encanto masculino, realzando la belleza de sus duras facciones, pero al mismo tiempo viéndose tan tierno y dulce como siempre.
Ese chico lo estaba volviendo loco. Debía relajarse. Quizá esa chica ni siquiera significaba algo para Carlos... pero Lando no podía evitar querer ir hasta ella y abofetearla por meterse con lo que le pertenecía, aunque realmente no le perteneciera. Pero él le había echado el ojo primero, así que se valía.
Tomó el trago que Lewis dejó en sus manos y se lo bebió en dos sorbos, llamando la atención de Checo.
-Lando, no bebas demasiado, George se enojará si llegas demasiado ebrio a casa. – le recuerda el pelinegro, logrando que un infantil quejido saliese por los labios de Lando.
-George no me quiere en casa porque ira su novio. -le explica a Checo, tomando el trago que solía ser de Pierre para empezar a bebérselo.
- ¿Y dónde planeas quedarte, genio? -le cuestiona Daniel, palmeándole la espalda.
-Con Charles.
-Charles y Pierre se irán a la casa de playa de los Gasly después de que salgamos de aquí. Dudo que ellos quieran acompañante. – le hace saber Checo, frunciendo el ceño.
-Entonces con Max...
-Lo siento Lando, yo me llevaré a Max a casa mañana en la madrugada. Mi madre quiere verlo. – se excusa Daniel, sonando apenado pero alegre a la vez.
Lando supo de inmediato que se debía a que su madre y su novio estarían juntos pronto y adoraba la buena relación que tenían.
- ¿Contigo...? – sugiere Lando por última vez, dirigiéndose a Checo, quien niega con la cabeza de inmediato. Lando siente ganas de llorar. - ¿Dónde mierda dormiré esta noche, entonces?
- ¿De qué hablas, Lando? – preguntó la voz de Carlos, quien recién llegaba nuevamente a la mesa.
-De nada. -se apresura a decir Lando.
-Lan no tiene donde dormir esta noche. -suelta Daniel, con la intención de burlarse de Lando. Carlos lo mira compasivo.
-Si quieres...- Carlos comienza, pero Lando le interrumpe abruptamente.
-No importa, conseguiré un lugar. – Gruñe, levantándose del sillón de la mesa. – Iré por uno más de estos. -dice entrecortadamente, tambaleándose hasta salir de la mesa y perderse en la multitud.
Lando no tenía idea de con cuantas personas diferentes había bailado después de su quinto trago. Recordaba vagamente estar entre los brazos de un chico que le susurró en el oído su nombre, Mick. Después se les unieron Lewis y Sebastián, quienes se encontraban con Pierre, Charles, Max y Daniel.
Lando había bailado un par de canciones con ellos, sin embargo, después se apartó del grupo y los perdió de vista. Hasta ese momento.
Justo ahora, no bailaba con nadie y estaba demasiado ebrio como para preocuparse por ello. La música le ensordecía, pero se sentía bien, porque a su alrededor no flotaban preocupaciones, sólo notas musicales y distintos aromas de las personas a sus costados, quienes bailaban en estados iguales o peores al suyo.
Divisó a lo lejos a Daniel dirigiéndose hacia él, así que sonrió y comenzó a correr, escapando.
- ¡Mierda Lando, vuelve aquí! – Le escuchó gritar, pero no se detuvo. O al menos, no hasta que chocó de frente con una pared y cayó al piso de trasero.
-Lando, ¿estás bien? -le preguntó la pared.
"Un momento... la voz de la pared se parece a la de Carlos...", pensó Lando, en medio de sus desvaríos ebrios. Soltó una risita estúpida y miró hacia arriba, y encontró unos adorables ojos detrás de unos lentes redondos.
-Eres una pared...- hipido. – Una pared extraña... – murmuró arrastrando las palabras.
- ¡Daniel, ya lo tengo! – escuchó gritar a Carlos, quien lo sostenía entre sus musculosos brazos. Lando pasó sus dedos por los músculos de aquellos brazos, sonriendo embobado. El cuerpo de Carlos tembló bajo su toque, pero Lando estaba demasiado perdido para comprender que lo estaba asustando.
-Eres tan fuerte... eso me pone caliente...- gruñó Lando, enterrando sus uñas en los brazos de Sainz.
-Lando, quédate quieto. – pidió Carlos, ante la pataleta que empezó a hacer Lando de repente.
- ¡Déjame ir, déjame ir, déjame ir! – gritaba el menor, intentando vanamente golpear al chico que le sostenía. – Debo encontrar a Mick...
- ¿Mick? – Preguntó Carlos, intrigado. -¿Conoces a mi hermano?
-No, qué tonterías dices...- Lando empezó a reír histéricamente.
En ese momento, Lando siente como su cuerpo es entregado a otros brazos distintos, lo cual le hace enfadar.
-Gracias, Carlos. – dice Daniel, llevándose a Lando al hombro. – Suele ser un poco fastidioso cuando bebe de más.
-Está bien, no hay problema. – asegura Carlos, sonriendo.
- ¿Seguro que quieres llevarlo a tu casa? -pregunta Daniel, genuinamente preocupado.
- ¿Ves eso, Daniii? – pregunta Lando, riendo. – Es tu novio... ¡Hola, Maxie! ¡Te ves bien! ¡Pero las gorras se me ven mejor en mí!
-Sí, no quiero que le pase algo malo en ese estado. – admite Sainz, sonrojándose levemente.
Daniel lo nota y sonríe.
-Bien, te acompañará a tu auto para dejarlo allí.
-Déjame buscar a mi hermano primero, debo preguntarle algo. – pide Carlos, señalando a sus espaldas. Daniel asiente y Carlos se va.
Daniel camina con Lando en su espalda, quien no ha parado de cantar entre balbuceos la canción que la gente baila en la pista.
- ¿Tú sabías que Mick es el hermano de Carlos? – le pregunta Daniel a Max en cuanto se acerca lo suficiente para que este le oiga.
-Sí, amor. Nos lo dijo cuándo le conocimos- Max sonríe y le da un pequeño beso en los labios a su novio.
-Ew... ustedes dos son asquerosos...- se queja Lando, seguidamente hace silencio y se puede oír como empieza a sorber por la nariz. -Pero también son taaan lindos...
- ¿Estás llorando, Lan? – pregunta el mayor, preocupado. Daniel baja a Lando de su hombro y lo pone en el piso, junto a su novio.
-No...- miente el castaño, cubriéndose el rostro con ambas manos.
- ¿Por qué lloras? – pregunta Max de nuevo, inclinándose para apartar las manos de Lando y secar sus lágrimas.
- ¿Tú crees que Carlos tenga novia? – pregunta con tono de voz lastimero, haciendo un adorable puchero que le derrite el corazón al mayor.
-Claro que no, Lan. Él nos lo hubiese dicho- se incluye Daniel en la conversación, sonando seguro de sí mismo.
- ¿Lo prometes? – pregunta Lando, estirando su dedo meñique.
-Lo prometo. -asegura Daniel, enganchando su dedo con el de Lando. Este sonríe.
-Ya estoy de vuelta. -anuncia Carlos, observando a los tres presentes. Lando de inmediato se lanza a abrazarlo, haciéndolo tornarse rojo como tomate.
-Vámonos. – dice Max, tomando la mano de su novio y caminando hacia la salida del club.
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Falofilia; Carlando
FanfictionDonde diecisiete centímetros no son suficientes. Créditos a la autora original @thebunnyshiteu