No estoy listo

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Jiang Cheng despertó desnudo, sus ojos estaban fijos en el techo mientras abrazaba esos primeros y únicos dos minutos en los que no salía corriendo a vomitar, lo sabía muy bien, el azúcar de los pastelillos y el alcohol volverían su estómago un caos que terminaría en media mañana abrazado el inodoro.

Por lo que veía, podía estar casi seguro de que estaba en un hotel, estaba todo organizado y estaba seguro de que estaba solo, quizás solo para eso lo quería Xichen, solo sexo seguramente y al enterarse que no podría quedar en cinta aprovechó la oportunidad.

Si sus padres supieran seguramente se reirían en su cara mientras la mirada decepcionada de su padre lo menospreciaba, quizás la relación con sus padres no era perfecta, pero si algún día tuviera que elegir, elegiría siempre a su madre, todo lo que hizo por él y cómo se levantó día a día por y para él, podría gritar demasiado y tener una mirada asesina, pero amaba a sus hijos, de eso estaba seguro.

Sus dos minutos terminaron y solo se giró para vomitar hacia el piso, no sabía dónde estaba el baño y si se levantaba tardaría más de quince minutos en poder avanzar un paso, dejaría una buena propina para quien limpiara el suelo, estaba demasiado ocupado atormentándose a sí mismo para pensar de manera coherente

Era un idiota, un completo estúpido, un niño que solo quería ser amado sin medir las consecuencias, que tonto era, solo quería la aceptación de sus padres, solo quería un abrazo de su madre como aquella noche en la que supo la verdad, solo quería una sonrisa de su padre, esa que nunca a sido dirigida hacía él, quizás la única vez que le sonrió fue cuando Wen Ruohan se vio interesado en él, como si fuera una maldita incubadora.

Pero eso estaría bien, si debía sacrificar su vida entera para que sus hermanos sean felices, así lo haría, su Shijie merecía ser feliz con la señorita Wen, sin importar nada su hermano también debía encontrar su felicidad, él era un alma libre, seguramente nunca a pensado en el matrimonio o en vivir una vida tranquila.

Pero él, Wanyin lo supo desde aquella noche que vio a su madre llorar mientras lo abrazaba, aquella noche en la que pudo memorizar el aroma de su madre, la noche en la que sintió lo cálidos que eran sus brazos, lo cálidos que eran sus labios sobre su frente y lo doloroso que era fingir que seguía dormido en lugar de poder consolarla como se lo merecía.

Era un mal hijo, de eso estaba seguro y ahora no servía, ahora podría ser desechado con más facilidad, no supo en qué momento las lágrimas escaparon de sus ojos, estaba cansado de su vida tan miserable, solo quería desaparecer, no, su madre no lo crio así, su madre luchó con uñas y dientes día y noche para darle un lugar en esa familia tan jodida, debía salir y enfrentar las cosas.

Debía llamar a Song Lan y decirle que aceptaba la cirugía, decirle que no importaba el riesgo, lucharía como su madre lo hizo por él, lucharía por mantener su posición, lucharía por darle hijos a ese hombre asqueroso, si Lan Xichen ya había decidido que no valía la pena, él lucharía por ser alguien dentro de los Wen entonces.

El sonido de pequeñas patitas lo alertó, ¿eso eran saltitos? No podía más que girar los ojos en busca del sonido, si se movía bruscamente vomitaría de nuevo y necesitaba saber qué era eso.

Silencio, no había ni un ruido en el cuarto, ¿solo lo había imaginado? No estaba seguro de nada en este momento...

Más saltitos, ahora estaba seguro de que no estaba loco, había algo en la habitación, no era solo uno, eran varios ¿serían ratas? es posible en un hotel, pero se veía demasiado limpio para haber ratas, ¿entonces qué era eso?

- Aquí están, les dije que solo podían quedarse en la sala, que no entraran a este cuarto y aún así me desobedecieron, hoy no habrá zanahorias, solo comida de conejo - regañó Xichen mientras recogía las bolitas esponjosas que su hermano había dejado a su cuidado - Wanyin debe dormir, no lo molesten más por favor - salió de la habitación

Jiang Cheng apretaba sus labios, no debía llorar, no lo haría, no podía permitirse llorar más, sus puños apretaban con fuerza las sábanas, sentía que su piel se desgarraba por todas las palabras que ahora retumbaban en su cabeza, era un desastre.

La puerta se abrió nuevamente, Xichen se había percatado del vómito en el suelo así que pensó en limpiarlo sin hacer ruido, quizás Jiang Cheng seguía dormido, con lo de los conejos no vio ningún movimiento, tomó el trapeador y comenzó a limpiar hasta que su atención fue captada por los sollozos ahogados que emitía Jiang Cheng.

Conocía esa clase de llanto, su hermano lloraba así entre sueños cuando era pequeño, era doloroso escuchar así a Jiang Cheng así que se sentó en la orilla de la cama dispuesto a despertarlo, pero cuando giro su rostro, se encontró con un par de ojos brillosos por las lágrimas que no salían y los puños presionando las sábanas, ahora era más doloroso de ver, no era una pesadilla de la que no pudiera despertar, Jiang Cheng estaba despierto y reteniendo el llanto.

- Puedes llorar aquí, no hay nadie además de mí y prometo que jamás me burlaré de esto - su voz era suave pero los ojos de Jiang Cheng se centraban en el techo, se sentía humillado, estaba desnudo, llorando en la cama de otra persona, no era más que un niño estúpido - estoy aquí Wanyin, céntrate en mí, anoche prometiste no escuchar las voces de nuevo - con sus manos cubría los oídos de Jiang Cheng y lo veía con cariño

- Yo... - ¿Qué debía decirle? ¿Cómo sabía de las voces? Él siempre recordaba las noches cuando estaba ebrio, pero durante el transcurso del día, no instantáneamente

- Estoy aquí, te lo prometí anoche, no me iré, aunque me muerdas - se rio ¿Morderlo, caso era un perro?

De repente recodó algunas cosas respecto al "morderlo", mierda, sí que la había cagado

- Lo siento - cerró los ojos esperando que eso se llevara su vergüenza

- Está bien, necesitabas desahogarte de algún modo, me gusta que hayas confiado en mí - le sonrió nuevamente, era tan dulce, tan amable ¿Cómo le diría que ya había elegido al maldito viejo rabo verde? ¿Cómo le diría que aceptaría la cirugía? - Te quiero Wanyin - lo abrazó, era cálido, más cálido que los brazos de su madre.

Lo siento Xichen, tengo que enorgullecer a mi padre en lugar de pensar en mi felicidad... Lloró en ese abrazo dulce, lloró por lo que podría ser si se quedara ahí, lloró porque sabía que no volvería a sentirse así de seguro nunca, ni siquiera recordó que estaba desnudo, estaba seguro, en esos brazos estaba seguro

- Estas en mis brazos, estas seguro siempre que estés en mis brazos - susurró Xichen para después dejar un beso sobre su cabeza, no lo soltó, se quedó ahí y Jiang Cheng no lo alejaría, solo por este momento dejaría que alguien cuidara de él, solo por ese momento decidió soltar el peso sobre sus hombros, solo por ese momento, no quería ser Jiang Wanyin...

Quería ser de Lan Xichen...

MÌO (XICHENG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora