Cuentos De Hadas || Mary Anne x Ocfem

Capitulo Especial

Este capítulo cuenta con demasiados Spoilers.
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Lilly.

Revisaba constantemente mi celular, esperando algún mensaje de Mary Anne, ella estaba molesta, olvidé que pronto sería su cumpleaños y no sabía que regalarle, pero eso no evitaba pensar que en cualquier momento ella mandaría algún mensaje, incluso si fuera un "idiota" estaría feliz.

«Llevo todo el día así.

—Lilly, necesito que me ayudes con algo —Habló mi papá recargado en el marco de la puerta. Asentí y lo seguí.

—¿Qué vamos a hacer? —Pregunté una vez llegamos al Garaje. Había algunas cajas sin abrir, papá me pasó una que decía "ALB"

—¿Qué es ALB?

—Ya verás —sonrió y bajó de la escalera.

—¿Álbumes? —miré confundida a mi papá, la caja estaba repleta de viejos albums de fotos, algunos no sabía de donde eran.

—Mira este —Me pasó uno azul con estampados de estrellas y planetas, todos recortado, hecho a mano.

—¿De quién era y quiénes son ellos? —Pregunté una vez abierto el álbum.

—Soy yo, tu mamá, tú, Antonio y Daniel

—¿Y los otros? —miré a las otras personas de la foto.

—Son Alma, Richard y Mary Anne —Lo miré sorprendida.

—¿Es Mary Anne? —Pregunté fascinada, la foto era de hace muchos años, Daniel y yo apenas teníamos el año y Mary Anne era un bebé en brazos.

—Si, pensé que te gustaría ver esto, ya sabes, tal vez viene siendo que esto vuelva con su dueño, ¿No crees?

—¿Tu como sabes que..?

—¿Qué está enojada contigo? Digamos que un viejo pájaro me dijo —Hizo una obvia referencia a Richard.

«Vaya, que suegro tan más chismoso.

—Gracias papá —Sonreí agradecida, le dí un abrazo y salí lo más rápido que pude de mi casa.

Tal vez fue una mala idea salir así como así de mi casa, aún estaba en pijama, unos calcetines negros decorados de ositos y el cabello todo desordenado.

—Creo que deberías arreglarte Romea —Bromeo Antonio, sentado en el porche.

—Ay cállate Archie de riverdale —Bromee por su tono de cabello.

Entré a la casa a paso rápido, una vez dentro de mi habitación me arreglé lo mejor posible, unos jeans azules, una camisa negra y mi sudadera blanca. Y ahora sí salí de mi casa, tal vez no calculé muy bien el tiempo porque cuando llegué a la casa de mi hermosa novia el cielo estaba pintado por el anaranjado amanecer.

Toqué el timbre dos veces, tres, luego toqué la puerta, nadie abría, ni siquiera una voz, luego revisé que hubiera alguien.