Shikamaru salió corriendo de la habitación en busca de un médico y yo me quedé helado sin saber cómo reaccionar. Mis manos empezaron a sudar y mi nerviosismo crecía más al mismo tiempo que mi temor conforme me miraba.
Me quedé observándola sin saber cómo reaccionar, sin saber cómo tratar de ocultar mi tristeza y poder interpretar todo esto.
- ¿Eres enfermero? -me miró intensamente mientras trataba de alcanzar mi mano- Dame tu mano
- No lo soy -fue lo único que pude pronunciar antes de darle mi mano como lo había pedido-
Mi corazón comenzaba a encogerse.
- Entonces, ¿cómo me curas solo con estar aquí a mi lado? -me sonrió intentando no reír y yo simplemente fruncí el ceño confundido-
¿Curarla con estar a su lado? ¿Estará delirando?. Me alteré tanto que pensé en salir corriendo por ayuda, pero ____ me lo impidió aferrándose aún más a mi mano.
- Gracias por esta aquí Sai -me dijo sonriendo, pero terminó siendo una mueca por el dolor que le causaba gesticular-
- Entonces, ¿no me olvidaste? -tomé con ambas manos la suya-
- Por supuesto que no. Esto fue una venganza por ignorarme en toda la misión de los pergaminos, pero me es imposible molestarme contigo.
- No quería incomodarte durante la misión, lo lamento
- No te disculpes, yo te debo una disculpa por haberme ido la otra vez en la feria -dirigió su mirada hacia la ventana evitando mi mirada-
- No hay problema -apreté suavemente su mano en señal de apoyo y le sonreí-
- Me gusta sentir la calidez de tus manos
Su confesión me había tomado desprevenido, pero mi corazón revoloteaba emocionado por aquellas palabras. Involuntariamente sonreí.
- Auch -______ se quejó por el dolor que sentía en la espalda y me acerqué para acomodar su almohada-
Antes de decidir alejarme, observé de cerca sus ojos, su nariz y sus labios. Nuestros rostros estaban a centímetros del uno al otro. Su respiración se mezcló en algún momento con la mía y sin poder hacer ella nada más, decidí colocar uno de mis pulgares por debajo de su pómulo, dándome el impulso que me hacía falta para atreverme a hacer lo que esperaba deseáramos los dos. Ella cerró los ojos lentamente en señal de aceptación.
Mis labios se encontraban a centímetros de los suyos, listos para probarse entre ellos, pero un ruido nos hizo desconectar la atmósfera que habíamos podido crear en estos minutos.
________
- ¡La ayuda llegó! -abrió Naruto de golpe la puerta, quien traía un carrito de enfermería en donde se encontraba sentado Neji-
- Suéltame -dijo el Hyūga perdiendo la paciencia-
- No, no -negó con la cabeza el rubio- usa tu buakugan para curarla -me apuntó hacia la camilla-
- Yo no puedo hacer eso, no soy médico, idiota
- ¿Pero puedes ver a través de ella no? Así puedes ver cuál es su problema.
Este comentario hizo que me incomodara un poco y me retorcí sobre mi asiento, formando una sonrisa incómoda en mi rostro. El chico abrió los ojos en señal de sorpresa antes de dirigir su byakugan activado al rubio.
- E-era un juego, no me mates, todavía soy muy joven -se tapo el rostro con sus manos para evitar cualquier golpe- Recupérate _____ Chan, yo tengo que cuidar de mi vida también
Dicho esto, salió corriendo de la habitación dejándonos a todos consternados por su actitud.
Neji se alisó su ropa, pero antes se acercó a mi camilla para susurrarme algo en el oído.
- Hay alguien más aquí
Desactivó su buakugan antes de dirigirle una mirada a Sai y salir por la puerta de la habitación, pasando de largo a Shikamaru. Quien solo se limitó a mirar todo el disturbio recargado sobre el marco de la puerta con cara de fastidio.
Inmediatamente mi vista se fijó en la ventana de mi habitación, tratando de distinguir entre los árboles que adoraban de forma involuntaria el marco de la abertura que me proporcionaba una agradable luz.
- Sai, ¿podrías cambiar el florero hacia al lado de la ventana? Por favor -le pedí mientras trataba de girar a verlo tanto como fuera posible-
Lo hizo, y pude apreciar el aroma de no sé si las flores o su perfume como se dispersaban por toda la recámara.
- ¿Cómo estás? -me preguntó mi compañero de equipo-
- Estoy bien, no es nada
- ¿De que color es tu camiseta?
Intenté dirigir mi mirada hacia abajo, pero no pude hacerlo debido al collarín y el dolor en mi cuello. Tonto.
- Fastidioso
- Tu también
- Problemático
- Lo eres más
Su mirada se suavizó y me dio unas palmadas en mi cabeza antes de salir del cuarto.
- Mi madre te ha preparado esto, cuídate problemática -le saqué la lengua lo mejor que pude y finalmente musité un "gracias"-
Shikamaru le dirigió una mirada a Sai y ambos asintieron al mismo tiempo, dejándonos solos de nuevo.
- ¿Cuándo saldré de aquí?
- Dijeron que deberías quedarte dos días más para observación
- ¿Observación? Estoy bien, necesito ir a trabajar -refunfuñé no muy convencida de la decisión del médico-
Sai me miró con una sonrisa en su rostro y yo evité su mirada avergonzada.
- Disculpe, las visitas se terminaron por hoy -tocó la puerta una enfermera-
- Gracias -respondió mi visita y su rostro se transformó en preocupación-
- Estaré bien -lo tranquilice-
- Vendré mañana
- Pero, tienes una misión ¿no?
- ¿Y?
- ¿Porque te tomas tantas molestias para visitarme? Incluso me preparaste té -traté de sentarme sobre la camilla, ansiosa por escuchar su respuesta-
El contrario suspiró y eso me confundió. Antes de que pudiera dirigir mi mirada hacia otro lugar, él se encontraba a mi lado, acariciando mi cabeza.
- ¿No es obvio?
Alcé la mirada y me encontré con sus increíbles ojos negros, oscuros, donde podía perderme fácilmente entre ellos y quedarme para siempre ahí atrapada. Intentando descifrar que tan profundos podrían llegar a ser y que tan brillantes podrían hacerse cuando estuviera feliz.
- Porque me gustas
Dijo esta palabra como si fuera solo para mi, como si nada a nuestro al rededor estuviera ahí. Ignorando las instrucciones de la enfermera que se encontraba en la puerta esperando a que saliera de allí. Depositó un beso en mi coronilla y salió por la puerta sonriéndome alegremente sin despegar sus labios.
Le gusto.
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Mi arte - Sai
RomanceUn amor que no puede definirse con trazos. Un destino que aún no está escrito. La tinta permanece indeleble en un lugar y ese, es su corazón.