Firewoman [Adaptación 2na]

Camp Fire

Radiante mañana, cálido despertar. Lo primero que sus ojitos somnolientos pudieron admirar fue el bonito rostro de la alfa más guapa que haya conocido, durmiendo tan pacíficamente que le daba pena moverse de entre sus brazos para ir a preparar el desayuno, temerosa de quizás despertarla.

Era como una rutina, abrir sus párpados y allí ver a ni más ni menos que la persona que había robado su corazón, acariciando su mejilla de forma delicada y posteriormente jugando a ser una espía ágil y silenciosa, con tal de que la mayor no notara que en lugar de su cuerpo ahora era una almohada lo que estaba abrazando.

Sonrió al por fin escapar de esa fiera lobita dormilona, aunque claro, a ella también le gustaría quedarse mucho más tiempo entre las sábanas y la sensación de protección que le proporcionaba la mayor, pero aquel día debían hacer algunas compras, así que no había tiempo que perder.

Besó castamente su frente y se dirigió al baño en primer lugar, estirando sus brazos hacia arriba mientras avanzaba, quitándose un poco la pereza que aún invadía su cuerpo. Lavó sus dientes como de costumbre y peinó un poco su cabello despeinado en todas las direcciones. Luego de aquello, su destino fue la cocina, y a pasos tranquilos llegó hasta allí, mordiendo su labio mientras pensaba que prepararía con exactitud.

Desde que sus sentimientos fueron correspondidos, por alguna extraña razón o fuerza del universo desconocida, su habilidad en la cocina había mejorado considerablemente, hasta el punto que Mina era llamada por el número de teléfono de la menor y no por una alarma contra incendios.

Por supuesto, si abría un restaurante jamás en la vida recibiría una estrella Michelin, pero no la necesitaba, porque su recompensa más grande era escuchar a la alfa disfrutar de sus preparaciones, y la razón por la que se esforzaba cada día mas.

Decidió preparar el desayuno favorito de la pelinegra, buscando los ingredientes exactos antes de pararse frente a la cocina, lista para ponerse manos a la obra.

Había perdido la cuenta de las noches que habían dormido juntas, incluso Sana parecía casi vivir en el hogar de la contraria más que en el propio, puesto que cada vez que tenían el placer de salir juntas a alguna cita romántica o de dar un paseo como les gustaba hacer, Mina ponía esos ojitos de cachorro por los que le era inevitable caer, y le pedía con voz dule una noche en su compañía.

La castaña terminaba aceptando cada vez.

Parecían novias, un romance de película, de esos de los libros románticos solo que sin toxicidad, ni ex's locos de por medio, o apuestas y cosas dramáticas que siempre aparecen cual cliché en historias de amor. Asemejaban la descripción exacta de una pareja, pero realmente no lo eran. Al menos no de manera oficial.

Luego de tantos meses de convivencia, Sana seguía recibiendo preguntas de parte de Dahyun, de Chaeyoung, de Nayeon, de Momo, incluso de su propia madre, quien desde que se había enterado que su hija estaba en algo especial con una alfa, no ha parado de insistir en conocer a su nuera. Todos parecían interesados en que ellas formalizaran, y ella era la primer ilusionada con esa idea, pero sabía que sería a su tiempo.

Mina en una ocasión le había asegurado que planeaba pedirle ser su omega, pero que quería hacer algo especial, algo que la menor no pudiera olvidar y que fuese digna de ella. Ciertamente, cualquier cosa hecha por Mina ya tenía un pequeño rinconcito en su corazón, por lo que hasta la más mínima proposición seria atesorada eternamente.

Tan inmersa en esos pensamientos se encontraba que se sobresaltó al sentir unos brazos fuertes rodear su cintura y un rostro esconderse en su cuello, algo muy típico de la alfa pelinegra de quien se había enamorado perdidamente. Sintió como la apegaba a ella, su espalda apoyada al pecho de la más alta, y una sonrisa instantánea se pintó en sus bonitos labios rosáceos en cuanto la sintió aspirar su aroma, haciendo cosquillear ligeramente su cuello.