Chocolate Cake

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Sana no solo estaba emocionada, no. Era mucho más que eso.

Despertó con una sonrisa en sus labios, de esas que hacían que tiernas arrugas aparecieran en la comisura de sus ojitos. De esas que hacían sus orbes brillar con singularidad, de esas tan bonitas que sus dientecitos se asomaban y le daban el aire más adorable de todo el planeta.

Pasó gran parte de su mañana tarareando y bailando por su departamento, como si en un cuento de hadas se encontrase, genuinamente feliz. Y dudaba que cualquier cosa pudiese arruinar su estado de ánimo.

Trató de mantenerse enfocada en la tarea que debía realizar, era corta y no muy complicada, pero su mente simplemente se encontraba muy distraída para focalizarse en lo que sea. Lo que sea excepto Mina.

Cuando al fin lo consiguió, dejó de lado su cuaderno y lo arrojó por ahí, corriendo en busca de su teléfono para marcar el número de quién sería su hada madrina aquella ocasión, porque una brillante idea se le había ocurrido y necesitaba ayuda para no estropearla como cualquier cosa que cocinaba.

Porque sí, había decidido prepararle algo rico de comer a Mina; ya que la pelinegra la había invitado a pasar su descanso juntas, quería agradecerle con un poco de dulzura preparada y cubierta de chocolate.

Una vez la ajena le avisó que estaba en camino, se dispuso a arreglarse pues aún seguía con su pijama de conejitos como la floja mañanera que era. Siendo sinceras, si por Sana fuera, estaría la mayoría de tiempo en pijama.

Tomó una larga ducha llena de canciones y un bote de acondicionador usado como micrófono. Luego de lavar bien su cabello con ese shampoo con aroma a fresas que tanto le gustaba y finalizar su tercera gira mundial, salió del baño directo a su habitación para arreglarse de forma bonita, usando su ropa preferida, esa que la hacía lucir y sentir bien. Aplicó algo de perfume en su cuello y secó su cabello, dejándole un aspecto un poco ondulado.

Maquilló un poco y listo, estaba preparada para ver a su futura pareja.

Tal vez se estaba precipitando un poco (bastante), pero no le importaba realmente. Tan solo sabía que esa alfa le gustaba de verdad, aunque no la conociera demasiado. Y estaba segura que si la conocía un poco más, terminaría perdida.

Minutos después el timbre sonó y con él llegó su salvación.

— ¡Nayeonnie!

— ¡Unnie!

Saludó a su amiga y pareja de su molesta prima con un cálido abrazo, invitándola a pasar y llevándola al campo de batalla, es decir, la cocina. Nayeon tenía noción de que su unnie no era la mejor cocinera, y que en realidad entraría mejor en la categoría de asesina culinaria que en la de un chef, pero se las ingeniaría para que esta preparase el pastel de chocolate más delicioso jamás probado.

Se pusieron manos a la obra y mentira sería decir que ambas no se veían adorables con esos delantales que la menor de ambas había traído de casa. Se repartieron los ingredientes y las labores, Sana estaba encargada de la crema de chocolate, mientras Nayeon se encargaría de preparar la mezcla del pastel, posteriormente limpiarían lo más rápido posible y esperarían a que el bizcocho estuviese listo para cubrirlo.

Si se organizaban bien, todo eso lo harían antes de las dos, hora en la que Sana ya debería estar en el cuartel con su guapa bombera.

— ¿Entonces todo esto es por una alfa, mh? — preguntó con curiosidad la más pequeña, rompiendo algunos huevos para la preparación.

—Sí...La más linda de todas—susurró con esa sonrisa de boba aún sobre sus labios, mordiendo su labio ligeramente.

Nayeon rio un poco, era tierno ver a su mayor con la mirada iluminada y ese rubor en sus mejillas, que ahora sabía y eran causadas por cierta mujer de la que habían estado hablando los últimos minutos.

Firewoman [Adaptación 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora