Observé el gran edificio desde el auto ya estacionado fuera. Suspiré cuando los dos hombres se bajaron de este y uno de ellos me abrió la puerta; él me tendió la mano pero negué con la cabeza y me tomé mi tiempo para salir del coche, ya había cortado la comunicación con Baji cuando entendí, más o menos, lo que tenía que hacer.
Estaba emocionado, tan excitado pero tan aterrado a la vez, además de que tenía mi cabeza llena de dudas, de tantas preguntas que deseaba Takemichi contestara, aunque sabía que cuando lo viera, él no desearía articular palabra y seguramente yo tampoco.
Aún no estaba seguro de si Baji había oído mal o si fue una equivocación, tal vez Takemichi me terminaba tirando a patadas de su penthouse como a las omega que le habían llevado, pero fuera como fuera, quería intentarlo, mi deseo por ayudarle y mis ansias por ser deseado por el dueño de mis pensamientos podían más que el mismo temor de salir mordido de esa habitación. ¿Qué tal si Takemichi llegaba a odiarme por venir sin su consentimiento? Baji bien podía estar equivocado, porque al final habían sido muchos días sin vernos y Takemichi no movió un dedo por cambiar ello, aunque yo tampoco, pero supongo tengo mis razones.
-Lárgate.- Escuché una vez el ascensor sonó mientras las puertas se abrían lentamente, indicándome que llegué al último piso del edificio, donde se encontraba el Penthouse de Takemichi.
-¿Acaso eres imbécil? Te dije que te largaras, o por tu cuenta o por la mía, pero te aseguro que si es a mi modo no saldrás en una pieza, bonita.- Al estar justo en medio de la entrada de su habitación, podía oírlo bien, era él, estaba seguro de que esos gritos sonando casi como fuertes gruñidos enojados provenían de Takemichi, era su voz.
Corriendo desde el fondo del largo y oscuro lugar, ya que ni una de las luces estaban encendidas, vi una omega delgada, de largas piernas en tacones, haciendo resonar sus zapatos en el mármol del suelo, corriendo tan torpemente que estuvo a punto de caer dos veces, ella llevaba un vestido blanco cubrir sus muslos para luego un poco más arriba enseñar su escote.
Vaya, pensé, definitivamente las chicas que le traen a Takemichi son de calidad.
-Ehm...
-Sal de aquí- Me dijo, acomodándose sus ropas una vez se sintió segura dentro del elevador, se colocó al otro extremo de este y respiró profundo, mirándome, mostrándome el infinito terror en su mirada, la comprendía, ningún omega amaría ver a un alfa en celo enojado, muchos seguramente no habrían salido vivos de esa.- Takemichi no está... Normal. Él nunca ha sido así, tú... Solo vete ¡Te hará daño!
Suspiré, sí, lo mismo me había dicho Baji, Takemichi no era el mismo. Di unos dos pasos para entrar al penthouse y salir del elevador, ante la mirada atónita de la chica.
-O se hará daño.- Susurré, no supe si me escuchó porque las puertas del elevador no tardaron en cerrarse.
Caminé mucho más decidido que antes hasta la habitación principal, al final de ese enorme lugar, imaginé que esa era la habitación no solo por ser la más grande y que la chica haya salido corriendo por ese pasillo, sino porque olía a Takemichi, Takemichi y Takemichi. Algo parecido a café, un olor cálido y reconfortante; ronronee queriendo acercarme más hasta que abrí con cuidado la puerta y lo vi ahí.
Takemichi estaba acostado en su cama con sus manos frotando su rostro, el lugar era un completo desastre, aunque no reparé mucho a contar cuantas ventanas rotas o cuantos muebles destrozados, primero porque la oscuridad del lugar no me lo permitía y segundo porque él estaba ahí. Mi omega jadeó, yo lo hice, lo sentí arañarme interiormente queriendo que nos lancemos hacía él.
-Manjiro.- Susurró, él aún no me había visto y no estaba muy seguro de si me habría olido o escuchado, así que podía ser mi olor o lo desarrollado que estaba su oído para ese instante.
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𝗍𝗁𝖾 𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍 𝗈𝗆𝖾𝗀𝖺 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶
FanfictionCuando eres la perfecta definición del Omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de encontrar algún día al amor de tu vida. Manjiro Sano tiene 20 años, un hijo de tres años y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué Alfa querría encargars...