— ¿Nervioso?
Dejé de mover mi pierna cuando escuché su agradable voz, voltee a mirarlo y me encontré con esa sonrisa de lado con la que solía verse tan encantador. Liberé mi labio inferior de lo mucho que lo estaba mordiendo y suspiré, quizás empezaba a apestar a nervios más de lo que era consiente.
—Algo.
— No voy a devorarte, Manjiro.— Detuvo el auto cuando un guardia observó su rostro, entonces este le permitió continuar después de que Takemichi le dijera que no se preocupara, que él guardaría su coche.— Quiero, pero primero podemos cenar algo o hacer lo que desees.
Quiero que mi alfa me devore.
— Cenar algo suena genial.— Asentí. Su auto se detuvo y entonces otra vez los nervios empezaron a apoderarse de mí. Me sentía extraño, estaba por entrar al penthouse de Takemichi, el mismo lugar donde había pasado eso hace pocas noches ¿Cómo iba a controlarme y no rogarle porque me hiciera suyo de nuevo? Ser un omega decente, yo puedo, sí puedo.
— Además, quiero que la recepcionista te conozca, así puedes venir otro día a pedir tu tarjeta.
— ¿Tarjeta?
— Sí, para que puedas ir directamente a mi penthouse, me encantaría traerte todo el tiempo, pero habrán días que la hora me jugará en contra y sería perfecto encontrarme a mi omega esperándome.
— ¿Si?— Bueno, está bien, eso está bien. Takemichi no me está pidiendo que sea un omega como mi madre, él no quiere que me quede en casa y no trabaje, solo... Solo desea verme, eso es bueno, a mí me gusta verlo también así que todo está bien. Respiré hondo, relajándome un poco.— Pero... Darme la tarjeta ¿No es como darme las llaves de tu penthouse?
— Sí, no tengo problema, Baji también tiene una, aunque él la usará solo para emergencias, tú puedes venir cuando quieras, hasta con Aoi, sería genial que lo trajeras algún día.
Me relajé mucho más cuando escuché el nombre de mi pequeño, observé al alfa ante mis ojos y Takemichi me regalaba la sonrisa más sincera posible ¿Cómo negarme a algo así? Él estiró su mano y tomó mi barbilla, acercándome lo suficiente para que libere mi cinturón y sus labios se rocen con los míos.
— ¿Estás bien con eso, bebé?
— Uh... Ujum.— Asentí en un ligero movimiento, no quería separarme de ese delicado roce.— Bésame ¿Si?
Él sonrió, mis mejillas se pusieron tan calientes antes de que sus labios atrapen los míos en un suave beso, sus caricias subieron hasta mis pómulos y entonces pasó su lengua por mi labio inferior. Aún recordaba tener la herida de la mordida que me dejó justo sobre ese lugar.
— Mío.— Murmuró cuando nos alejamos, respiré profundo para recuperar el aliento y me apoyé en la puerta del auto ¿Cómo iba a sobrevivir a eso? ¿Cómo? Besar a Takemichi era la mejor sensación de la vida.
Incluso me sentía algo mareado, sus besos me dejaban así, relajado, tan tranquilo, como el omega más sumiso del mundo. Esperaba él no lo note o sabría que tenía el poder de hacer que yo hiciera lo que deseara con solo tocar mis labios de la forma que sea.
Volví a la realidad cuando escuché el sonido de la puerta de mi lado abriéndose, me sorprendí al verlo parado ahí y giré mi cabeza para notar que ya no estaba sentado en el lugar del conductor ¿Cuándo se había movido? Tomé su mano y salí del auto, él entrelazó nuestros dedos antes de colocarle la alarma al lujoso Ferrari y guardar la llave en el bolsillo de su pantalón.
Subiendo por un elevador, llegamos al piso principal que ahora se encontraba lleno de gente, no quise preguntarle cómo hicieron la noche en que fui, cuando los betas me hicieron subir al elevador, el primer piso se encontraba absolutamente desolado ¿Habrían cerrado esa zona solo para que yo suba? Aún después de una salida en el estadio más famoso de Japón, de un auto tan caro como mi casa y de un penthouse de película, me seguía sorprendiendo la cantidad de dinero que tenía Takemichi y toda su familia.
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𝗍𝗁𝖾 𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍 𝗈𝗆𝖾𝗀𝖺 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶
FanfictionCuando eres la perfecta definición del Omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de encontrar algún día al amor de tu vida. Manjiro Sano tiene 20 años, un hijo de tres años y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué Alfa querría encargars...