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YeoJin cayó por tercera vez al piso, practicando un baile. Se había quedado última en la sala de prácticas ya que no me salía un paso y comenzaba a sentir frustración al terminar en el piso. Hizo un puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras acariciaba la pierna que se lastimó al caer mal.
Jungeun entró a la sala y la vió en el suelo.
—YeoJin, ya es muy tarde, deberías de ir a descansar— Jungeun tomó la mano de YeoJin para ayudar a que se levante y observó los ojos de la pequeña, notando que los tenía al borde de las lágrimas.
—Está bien— mumuró YeoJin, avergonzada al saber que había notado sus ojos.
Jungeun suspiró, limpiando sus ojos y dejando un beso en cada uno y después en su frente.
—No te mortifiques YeoJinnie ¡Te prometo que te quedará perfecto el baile! Yo te ayudaré— sonrió ampliamente intentando brindarle tranquilidad —Pero por ahora simplemente iremos por un gran plato de ramen y después dormiremos ¿Bien?
—Bien...— murmuró YeoJin sonrojada.
Ambas chicas salieron de la sala de prácticas sonriendo y hambrientas de un delicioso ramen.
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