X: El Mal.

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“Como humanos, somos repugnantes a menos que tengamos un alto nivel, tenemos valor. Somos respetados, adorados, amados, apreciados y valorados de verdad. Si no podemos cumplir esas expectativas de mierda, entonces somos vulnerados, odiados, menospreciados, subestimados, infravalorados, silenciados y asesinados.” Eran palabras escritas en unas viejas hojas pegadas a una pared desgastada de piedra musgosa.

Un hombre peliblanco estaba en su silla de ruedas mientras observaba un acuario frente suyo. Había un tiburón gigantesco, asesino y poderoso, modificado genéticamente por él. Y frente a dicho tiburón, había un sereno joven peliblanco de ojos violetas nadando. Estaba bastante calmado pese a tener la "muerte" frente a él.

—¡Destrúyelo, Albert! —Gritó el científico desde fuera de tal acuario. El peliblanco al interior de este, escuchó a su padre.

El tiburón recibió una suave descarga desde el interior de su cuerpo para volverlo agresivo contra Albert, quién nadaba frente a él con tranquilidad. Trató de devorar al peliblanco de un bocado, pero una onda violeta afectó a tal tiburón. Comenzando a ser asfixiado por el peliblanco de forma completamente remota.

—¡Ahora Albert!

Al escuchar nuevamente a su padre, hizo lo siguiente. Teniendo a tal tiburón bajo su efecto telequinetico, con cortes telequinéticos, cortó a la mitad a tal tiburón, haciéndolo explotar tras eso, para simplemente sorprender a su padre.

La sangre consumió el acuario por completo. El aura blanca como la nieve era lo único que distinguía a Albert de la sangre que lo estaba bañando.

La mirada llena de emoción por parte del peliblanco mayor en su silla de ruedas, no se podía ocultar. Su creación estaba siendo sorprendente, debía seguir así. Tenía más auras para combinar en el cuerpo del chico, con tal de hacerlo verdaderamente invencible.

—Albert Wahlander. Vas a sentenciar a todos los hijos de puta que viven en este mundo. —Dijo aquel hombre sin dejar de observar a su hijo, quien miró a su padre con alegría y satisfacción, volviendo a nadar en el interior del acuario.

Este hombre, se retiró hacia su laboratorio, buscando mezclar las auras de forma eficaz, y una vez pudiese lograrlo, trataría de inyectar el resultado final en su hijo.

(…)

Entre tanto, a la oscuridad de la noche en Wellston, una chica de cabellos rosados había salido a buscar despejar su mente. Blyke se había vuelto un vigilante y casi era asesinado, Arlo había abandonado la casa segura, John estaba amenazando a los miembros y Kataore constantemente era derrotado ante todos por John. Debía pensar en algo, y no podía hacerlo estando acostada, estaba demasiado estresada.

«Rei, ¿qué hago ahora?» Pensó la joven chica mirando las estrellas del cielo nocturno.

No había algún ave, estaba todo completamente desolado y era el mejor momento para detenerse a pensar. ¿Haría bien la casa segura?

—Es muy tarde para que haya pequeñines en la calle. —Dijo un pelinegro apareciendo desde la misma sombra de un edificio, literalmente de la nada.

Remi inmediatamente se giró hacia la voz de dicho hombre, viendo a un desconocido por completo, un hombre alto, musculoso, de cabellos negros y ojos verdes. Una pequeña cicatriz en su rostro, y una mirada intimidante. No transmitía el aire de ser un rango medio, algo dentro de Remi le gritaba: huye.

El Caos - UnOrdinary Fic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora