Solo podía observar a mi madre postrada en una descuidada camilla de hospital. Una familia de bajos recursos y de bajo nivel, no era una prioridad en la salud pública.
—E-Ed… —Fui capaz de oír el esforzado hilo de voz que se escurrió de la boca de mi madre. Era lamentable su condición, una enfermedad grave y que no parecía ser detectada había llegado a nuestras vidas.—, a partir de mañana… vivirás con tu tía, Katisk… —Se tomaba tiempo entre las palabras, tenía cerca de unos 8 años de edad y cada una de las palabras de mi madre, eran como hachas que se enterraban en lo más profundo de mi ser.
—¿Tía Katisk? —Pregunté con ingenuidad e inocencia que no fue un problema identificar. No conocía a mi tía, simplemente conocía a mi madre que era una supuesta anormal, y a mi padre cuyo nivel era de 2.7 y manipulaba débilmente la nieve para formar algunos proyectiles.
—V-vas a conocerla… e-en muy poco… —Tomó mi mano mientras hablaba.—, pero Ed, debes… prometerle… a mamá… lo siguiente… —Suspiró mientras sus ojos se cristalizaban y estaba al borde del llanto. La voz de mamá era frágil como un débil cristal, como si pudiera romperla con un simple toque.—, no usarás tu habilidad de nuevo…
No pude responderle. Un silencio entre las voces inundó la sala del hospital, no podía oír nada más que el ventilador, el desgastado circuito de luz y la forzada respiración de mi madre.
Al cabo de una semana tras esa conversación, la vida de mi madre se apagó como la de papá.
La jerarquía había priorizado el tratamiento para todas las personas, excepto para una anormal como mi mamá. Me duele hasta el día de hoy mirar al cielo. Los fines de semana salía con mis padres de excursión al campo y nos parábamos a contemplar las elegantes y bellas nubes.
Aún recuerdo un crudo momento en casa de la tía Katisk. Ella era una élite y no soportaba que no utilizara mi habilidad.
—¡Edward! ¡Activa tu jodida habilidad! —La tía me había gritado aquello con un látigo de energía caótica de color rojo cubriendo su mano.
—N-no puedo. —Respondí tímidamente.
—¡¿Acaso eres un fracaso como tu madre?! —Esas palabras me llegaron al alma. ¿Realmente la tía podía hablar así de mamá, que era su hermana? Comencé a llorar un poco, pues yo aún era bastante pequeño y para peor, sensible.
La expresión de enfado en Katisk se agravó aún más. Con su látigo de energía, me golpeó fuertemente en la espalda, haciéndome escupir sangre e incluso llegando a romperme la espalda.
—¡Ahora tienes un motivo para llorar! —Gritó volviendo a golpearme con su látigo.
Era muy doloroso, ella era cruel, no le importaba que yo fuese tan menor, ¿por qué me trataba de forma tan horrible?
Esas eran algunas de mis memorias de la infancia. Durante la primaria era un chico muy problemático por tanto maltrato. Solía desquitarme con algún compañero de sala y a causa de esto, mi tía era citada al colegio.
Por constantes citaciones, yo era constantemente golpeado por ella.
Recuerdo claramente otra ocasión también. Había intentado suicidarme a la edad de 10 años.
Ahora que lo pienso, he hablado mucho de anécdotas, pero muy poco sobre quién soy, ¿es eso de mala educación?
Mi nombre es Edward Kataore. Nací en Suecia, Estocolmo más precisamente. Mi papá era un nivel medio manipulador de nieve con sobrecarga laboral y mi madre una anormal que debía recurrir a calmantes muy a menudo por alguna razón.
No heredé la habilidad de mi padre, y por eso podría pensarse que al igual que mi madre, soy un anormal, un lisiado, una escoria social, sin embargo, de forma curiosa heredé una habilidad similar a la de mi tía. Era capaz de manifestar mi aura como una energía de un devastador poder destructivo, pero no más que eso. Mi nivel a lo largo de mis siete a doce años, estuvo rondando el 1.1 hasta el 1.3; no entiendo cómo mi tía quería que yo ya fuese un 1.8 como mínimo.
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El Caos - UnOrdinary Fic.
FanficNota: OC x UnOrdinary. Kataore es un joven que además de vivir en el fondo de la jerarquía, es bastante caótico. Eso hasta que su mundo se derrumba a causa de una enfermedad que arrasa con la vida de sus padres. Se ve forzado a madurar a corta edad...