PRÓLOGO

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¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y mierda!

La culpa de todo esto, desde luego, era del café o más bien la falta de él. ¿Quién me mandaba a mí despertarme a estas horas de la madrugada? A ver, ¿qué se me había perdido a mí en Los Cayos? Con lo bien que estaba yo todos los veranos en Fuengirola con mi playa, mi hamaca, mi cervecita fría y toda mi familia dando por saco, cuando digo familia, quiero decir: mis padres, mi abuela, mis tres hermanos, mis cinco sobrinos, el perro y Lola, mi mejor amiga, la que vive más en mi casa que en la suya propia.

Pero claro, aquí a la señorita de repente se le crea complejo de Kardashian y se va a Los Cayos de Florida, con los ricos. Vete, Cata, desconecta, te vendrá genial, me decían. ¡Los cojones desconectar! Si la cosa estaba negra en Málaga, ahora aquí encima de esté muchacho ¡ni te cuento! Esto sí que tiene color marrón mierda de: tierra trágame y escúpeme en el Tíbet, a ver si haciéndome budista la cosa cambia un poquito. 

Tú, yo y aquel inesperado viajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora