Encontrar a tu destinado es de las cosas más lindas que pueden pasarte. Aunque no todo es perfecto, el amor siempre lo pude todo, pero a veces la Diosa Luna tiene deseos un poco retorcidos.
¿¡En serio Diosa Luna, mi tío!?
¿¡Dos alfas!?
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♡ Sun...
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—Sunoo ese hombre guapo te dejó su número. Mira está detrás del papel— chilló el omega mayor.
—¿Debería llamarlo?— preguntó Sunoo.
—Eso no se pregunta, hazlo— le respondió el mayor rodando los ojos.
—Lo haré más tarde.
—Bien, pero que no se te olvide— advirtió su mayor.
Después de haber pagado la cuenta, ambos chicos se fueron de la cafetería, para ir a un parque de diversiones que estaba un poco lejos de la zona en la que se encontraban.
Pasaron el día entre risas, juegos y ganando algunos peluches para la colección de Sunoo.
El Omega, realmente le estaba encantando Corea del Sur, las personas eran educadas, y demasiado atractivas, dejando al menor boquiabierta.
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Un suspiro cansado salió de la boca de Sunoo, mientras entraba en su habitación. Arrastrando sus pies por lo cansado que estaba, dejó su bolso de diseñador sobre la mesa, llendo a buscar un vaso de agua para refrescar su garganta .
Quitó sus tacones de Shein, eran cómodos, pero sintió que estaba matando sus pies por llevarlos puesto alrededor de unas 7 horas.
Fue al baño para darse una ducha, por lo que empezó a desvestirse por completo.
Abrió el agua caliente, para poder calentarse, ya que afuera estaba haciendo demasiado frío.
Un gemido satisfactorio salió de sus labios mientras se adentraba en la tina. Humedeció su cabello para luego tomar shampoo y empezar a lavar su hermoso cabello color rosa.
Después de salir, tomó su bata de baño, para luego poner su pijama de zorrito, no tenía hambre porque hace un rato había ido a comer con Soobin, por lo que empezó a revisar sus redes sociales.
De pronto, se levantó de golpe de su cama para ir a buscar en el bolsillo de su falda aquel papel que contenía el número de ese alfa tan guapo.
Con muchos nervios marcó el número el alfa en su teléfono, verificando una y otra vez que no haya alguno mal, decidió llamar, escuchando luego de cuatro tonos la voz ronca del alfa.
