Mark
Lo sé, sé que está mal lo que le hice a Sam, traté de olvidarla pero es imposible, aunque esté con mas mujeres cuando estoy con ellas pienso que es Samantha, sé que esta muy mal y que no tengo derecho a soñar con ella ya que yo fui quien lo arruinó, es increíble lo que unos besos y toqueteo pueden causar.
- Buenos días doctor Sloan - me dijo la enfermera con la que acordé encontrarme en el hospital.
- Hagamos esto rápido - dije entrando a la habitación - ropa fuera - ella obedeció y empezamos con lo nuestro.
Después de terminar me vestí y estaba apunto de salir cuando la enfermera me interrumpió.
- ¿Cuándo lo repetimos? - dijo algo entusiasmada.
- Nunca más - dejé a la enfermera sola y me dirigí a urgencias donde me dijeron que me necesitaban.
Me sorprendí al ver a Sam en la habitación ya que no era un caso severo.
- Buenos días Sam - le sonreí pero ella me ignoró y dirigió su mirada a Karev.
- Pensé que este era un caso simple Karev, ¿Por qué es necesario dos cirujanos plásticos? - Sam fue directa y algo seca con el.
- Esta niña cree que tiene superpoderes - Karev iba a continuar hablando pero lo interrumpí.
- Cómo cualquier niño Karev, ya dinos de que se trata esto - insistí poniéndome firme en la situación.
- Ella tiene una cortada en el brazo, cortada que está sellada con grapas, también tiene todo tipo de heridas, heridas que no le duelen ni un poco - nos explico Karev.
- ¿Herida en el abdomen? - mencionó Sam leyendo el expediente de la niña - esto es un caso de cirugía general Karev, yo tengo más pacientes - me dió la carpeta y se fue de urgencias.
- ¿Doctor Sloan? - Karev trataba de llamar mi atención pero yo miraba como se iba Sam y decidí seguirla.
- Llama a general Karev, no tengo tiempo para esto - me dirigí hacia Sam alcanzandola en una estación de enfermeras - Sam, por favor no puedes estar enojada conmigo para siempre.
- Claro que puedo - dijo sin apartar su vista de los expedientes de sus pacientes.
- ¿Por qué estas molesta? - pregunta tonta, lo reconocí apenas lo dije.
- Oh no lo sé, tal vez porque un completo extraño llegó al hospital a quitarme mi puesto y el jefe no dudo en considerarlo, oh y ¿por qué más será? Tal vez porque no me gusta que me traten como un maldito juguete - exclamó enojada volteandose hacia mi, después regreso su atención a los expedientes.
- Lo sé, se que estuvo mal, pero tienes que entenderme, yo soy así y sabes que haría cualquier cosa para lograr mis metas - soy muy egocéntrico y orgulloso, que puedo decir.
- Mark Sloan el prostituto más grande y patético de Seattle - estaba apuntó de irse pero antes la detuve.
- Espera, antes de que te vayas, es que tienes algo en el ojo - me acerque a ella pero antes de que llegara a centímetros de su cara ella me dio una cachetada - ¡Oye!
- Pudrete Sloan - se fue dejándome solo y con un fuerte dolor en la mejilla.
Sam
No podía creer que todavía Sloan tuviera el descaro de intentar coquetear conmigo, era algo realmente aghhhh. Me sacaron de mis pensamientos cuando Webber se me acercó.
- Doctora Kresse, veo que ya no tienes casos que atender - dijo apoyándose en la mesa de la sala de titulares.
- Así es, al fin puedo descansar - me recargue en la silla donde estaba sentada.
- En realidad - Oh no, sabía lo que eso significaba - necesito que me hagas un pequeño favor.
- Oh no Webber, no haré más cirugías por hoy al menos que llegue de urgencias - le aclaré poniéndome derecha.
- No es sobre cirugía, en realidad es sobre Izzie Stevens - dijo algo penoso.
- ¿Que hay con ella? - pregunté algo confundida.
- Quiero, necesito que la ayudes a que quiero volver al hospital.
- Richard, si ella no quiere no puedo obligarla.
- Claro que sí es una orden - dijo intentando ser firme.
- ¿Desde cuando te comportas como un militar? - pregunté con una sonrisa en el rostro.
- Esta bien, entonces supongo que le diré a Sloan que lo haga - en ese instante me pare rápidamente.
- ¡No! No hace falta, yo lo hago - dije de mala gana y me dirigí a la puerta de la sala de titulares.
Me subí a mi auto y me encamine a la casa de Meredith, era algo grande y muy bella. Llamé a la puerta y en minutos Meredith me abrió.
- Bien, es tu turno, muchas gracias, adiós - dijo apresuradamente y se subió a su auto lo más rápido que pudo.
Entre a la casa, deje mi chaqueta en una silla y busque a Izzie, la encontré en la cocina, horneando o algo así.
- ¿Como estas Stevens? - entré a la cocina llamando su atención.
- ¡Yei! Otra nueva juez - lo que dijo me confundió.
- ¿Disculpa? - Stevens me sentó en una silla y me empezó a explicar.
- Estoy horneando pasteles y brownies, y ahora tu serás mi degustante ya que Meredith se fue a trabajar.
- Oh no, no voy a comer pan, tengo que cuidar mi figura.
- Ay por favor doctora Kresse, un poco de pan no le va a hacer daño.
- ¿Un poco? - dije viendo las montañas de pan que había en la cocina.
- Haré lo que sea por que pruebe mi pan.
- ¿Lo que sea?
- ¿Que quiere?
- Quiero que tu, vuelvas al hospital, o si no jamás podré volver a hacer mi trabajo sin que me fastidien.
- No puedo hacer eso.
- Bien, entonces no probare pan.
- ¡No espere! - dijo al ver como me levantaba de la silla - esta bien, le prometo que lo intentaré.
- Bien - Stevens me acerco una gran bandeja con mini montañas de pan - tendré que hacer mucho ejercicio después de esto.
*******
Después de "hablar" con Stevens, salí de su casa, donde me esperaba Derek afuera de su auto.- Yo ya tengo mi auto, no necesito que me lleves - me acerque a el mientras lo veía a los ojos, era algo alto, no me ganaba mucho pero tampoco era d emi estatura.
- Si, ya me di cuenta - dijo decepcionado - pero que dices, ¿una carrera de aquí al gimnasio?
- Claro que acepto - nos subimos a nuestros coches y ahí empezó nuestra carrera.
- Kresse, Shepherd, vinieron por ustedes - al final terminamos en la estación de policías, nada grave.
- Holaaa - y ahí estaba Sloan, el único que estaría dispuesto a sacar a Derek de detrás de las rejas - ¿Que dicen si nos vamos por unos tacos?
- Yo ya estoy llena - dije cortante y salí de la estación.
- Gracias pero quiero que sepas que nada de esto arregla lo que has hecho - dijo Derek mientras se acercaba a mi.
- Eso lo sé, idiota - susurro antes de subir a su auto e irse.
- ¿Vamos a entrenar? - propuse después de un momento de silencio.
- Vamos - nos subimos a los autos y nos encaminamos al gimnasio.
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Promise
Roman d'amourSamantha Kresse es una de las mejores cirujanas plásticas del país, al tener que atender la herida de la cara de otro cirujano, la relación profesional entre ellos se convierte en una competencia al mismo tiempo que la relación personal va avanzando