Capítulo 4

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ESPOSA DE LOS ASAKURA.

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Por: Maeda Ai

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.:: Capítulo 4 ::.

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La mano temblorosa de Yoh, recorría el exquisito cuerpo de la itako, aun por encima de las ropas. Su pequeña cintura, la fina curva que le daba forma de mujer, parecía ser el lugar que más le gustaba al shaman, pues se aferraba a ella y la acariciaba insistente, sin pretender soltarla.

Pero toda Anna le parecía hermosa y perfecta. Su rostro fino y estilizado, esos lindos ojos negros e inexpresivos, pero que brillaban con intensidad ahora mismo por culpa de la pasión. Su boquita entreabierta, como esperando ser besada; sus pechos, pequeños, suaves y firmes, y sus manos aterciopeladas que lo hacían estremecer.

* Te amo. *

El shaman le susurró al oído al tiempo en que su mano derecha se colaba bajo la blusa de la itako, palpando y oprimiendo los pechos de la joven.

Una corriente eléctrica los impactó a ambos. Era delicioso, en verdad era hermoso el poder tocar a Anna de esa manera, como profanar el paraíso.

* Ahh, Yoh... *

Un gemido se escapó de los labios de la sacerdotisa.

Entrecerró los ojos, no, esto era irreal. No podía, no debía. Ya se había entregado a Hao, tan solo una noche atrás. ¿Cómo podía tener tanto descaro para meterse con el hermano ahora?. Y si bien era más lógico que hiciera esto con el menor de los gemelos, aun así se sentía como una cualquiera.

* Ya, yamete, Yoh... *

* No me lo pidas, Annita, no puedo... *

Un nuevo beso surgió entre la pareja y la rubia de ojos negros ya no pudo resistirse más.

Sus brazos se aferraron al cuello del shaman, entregándose sin importarle nada más. Las manos de la itako se recrearon en el atractivo rostro de su ex–prometido.

Su mirar era tan distinto al de Hao. Los ojos de Yoh desbordaban amor, por supuesto pudo hallar la lujuria y el deseo, pero el sentimiento que imperaba era aquel de cuatro letras, ese que el shaman king le profesaba.

Kyouyama bajó la mirada, confundida al no saber que sentir ahora; no podía sacarse a Hao de la cabeza, pero Yoh igual estaba invadiendo sus pensamientos.

Aun distraída, la rubia deslizó las manos por el pecho del moreno, causándole escalofríos.

En silencio, Asakura la despojó tranquilamente de cada prenda. Al contemplar a su Annita tan solo en ropa interior, le temblaron las manos y le costó en verdad no hacerle el amor sin estar ella completamente desnuda.

Si la mente del castaño no funcionaba muy bien que digamos, al quitarse Anna la poca ropa que aún le quedaba, definitivamente el shaman perdió la facultad de pensar.

Besaba, acariciaba y amaba, nada era claro, solo que la chica de ojos negros se hallaba bajo su cuerpo en espera de ser tomada. Y a diferencia de lo que hizo con ella, el muchacho se desnudó rápidamente, ansioso por reunirse con la hermosa rubia y formar uno con sus cuerpos.

Yoh no supo dónde se le olvidó la timidez, pues sostenía a la sacerdotisa por la cintura mientras su boca se negaba a soltar aquel pezón que succionaba con frenesí.

La chica cerró los ojos y gimió con sutileza ante el delicioso cosquilleo que el moreno le hacía sentir.

Sofocada, así se sentía, quería alejarlo y no a la vez. Al final, Anna terminó entregándose, aferrando las manos a los alborotados cabellos del chico y lanzando contra él sus caderas, en busca de fricción con aquel miembro viril que se le antojaba sobremanera.

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