Sueños y cosas que pienso antes de dormir

No es tan grave, sigo viva.

"No es tan grave, sigo viva."

Pensó un día antes de su graduación. Pero un día antes de ese, se dió cuenta de que no era normal lo que hacía y pensaba. Común si, normal no. No era normal reconocer después de mucho tiempo que creyó superado, que aún odiaba a su padre; de no sentirse suficiente para él por no ser como su hermana. De que no era normal el hecho de haber creado traumas tan fuertes que la hicieran crear una nueva persona mental para sobrellevarlo mejor. No era normal escuchar dos voces en su cabeza discutir por quién se odiaba más mientras ella doblaba ropa.

Y un día antes de ese día antes pensó cuánta falta le hacía el silencio de su madre, quién no podía callar los sentimientos que alguna vez le confesó. Sus hermanos, quienes lejos de ayudarla, le hacían recordar cuán inútil y exagerada era al decir lo que sentía.

Y si, un día antes, de ese día anterior a ese día, volvió a cortar su brazo como si aquella almohada en su boca mitigara todo el sufrimiento que le provocaba rozar la navaja contra su piel. Y ese día anterior, fué cómo el mismo día de la semana y mes anterior, en el que, del mismo modo, acarició la tersa piel de su brazo, muslo y costilla contra aquel filo. 

Después de cada episodio personificado por aquella otra persona mental, ella volvía a la realidad, pensando: "que hice mal para volver a estar así?" 

Lo que no sabía, era que aquella otra persona, al finalizar el último corte, se sentía como una mierda, por todo y por nada a la vez. Por dañar un cuerpo que era ajeno a él. Por no ser suficiente para nadie, ni siquiera para sí. Y cada noche antes de cambiar, le pedía una sola cosa a Dios (si es que existía): "mañana no quiero despertar."

Por la mañana siguiente de todos aquellos días, una de ellas pensaba: "No lo logré, Dios no existe, porqué sigo aquí?". Mientras que la otra, al ver las marcas de guerra de la noche anterior, trataba de convencerse a sí misma diciendo: "No es tan grave, sigo viva."