Capítulo 4:

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Debía salir de aquel lugar lo antes posible; aquello lo tenía más que claro. Ya bastante había tenido con aquellas palabras que le habían estrujado el corazón de la manera más vil que alguien podría imaginar. No quería pensar que había pasado por todo ese nerviosismo y miedo por nada, pero en realidad así era, así era como había terminado todo; con él al borde de las lágrimas y John, el perfecto John, defraudado por lo que en realidad había terminado siendo un malentendido. Sherlock no quería saber siquiera quién había sido el animal que había cometido el error de escribir Sherl en esa tarjeta, o quién no había pensado en decirle antes a John que se encontraría con un hombre y no una chica que lo atraería con el contoneo de sus caderas y coquetería nata. El nudo seguía apretando su garganta y sus piernas estaban a nada de ceder; era momento de salir de aquel lugar, regresar a casa y hacer lo que Adler había dicho: hacer como si aquello nunca hubiese pasado. 

— Entiendo, yo... lo lamento. No tenía... no tenía idea de que tú... — titubeó Sherlock, cerrando los ojos y negando con la cabeza en un intento por no pensar en cosas que terminarían con un resultado peor y más doloroso. — Olvídalo, ya me voy... — hizo un gesto vago hacia John, quien algo idiotizado por lo que pasaba, sólo atinó a ponerse de pie a tropezones y tomar la mano de Sherlock para no dejarlo ir. 

— Espera, por favor... — murmuró John, ahora siendo él quien parpadeaba con insistencia y sin comprender nada aún. Sherlock sintió que cada vello en su piel se erizó ante aquel tacto y la calidez de la mano de John en torno a su muñeca. Lo miró directamente a los ojos, esperando a lo que fuese que John tuviese que decirle. —... uh, yo... Disculpa, es que me ha tomado por sorpresa todo este malentendido. Yo asistí esperando encontrarme con una chica dulce con un inmenso amor por las abejas y amante de la música, pero me terminé encontrando con un chico lindo y delicado como tú... — acarició con su pulgar la muñeca de Sherlock, haciendo que aquel simple movimiento le robase el aliento. — Siéntate, por favor — le pidió con una suave sonrisa, sin soltar aún su mano. 

Era el momento de Sherlock para no comprender absolutamente nada. John era heterosexual, esa era la historia que se había formado en mente y que estaba seguro que era verídica. ¿Entonces por qué le tomaba de aquella forma de la mano, le miraba casi con adoración y le halagaba al decir que era un chico lindo y delicado? Más tarde que temprano y, sin terminar aún de procesar todo aquello, Sherlock sintió cómo un suave sonrojo comenzaba a teñir sus mejillas. Sin intentar apartar su mano del agarre de John, se acercó de nuevo a la mesa y tomó asiento, sintiendo en esa ocasión cómo los cálidos dedos de John acariciaban una última vez su mano y se apartaban. 

— Yo no... no soy una chica... — obvió de manera tonta, pues su cerebro aún no parecía querer cooperar con él. Boqueó un par de veces, cerrando los ojos e intentando aclarar sus ideas mientras escuchaba a John reírse por aquel comentario más que obvio. 

— Me queda claro que no, Sherlock. Y me alegro por ello — reveló John, muy para sorpresa de Sherlock que abrió los ojos por completo y los fijó en John, que a pesar de notarsele divertido, también se le notaba increíblemente cómodo con la situación, dejando a Sherlock con una sola duda que moría por aclarar. 

— ¿No te molesta que no sea la chica que esperabas? — le preguntó, contrayendo sus facciones como si aquello presentase realmente un problema sin posible solución. Observó a John de forma detenida mientras lo preguntaba, esperando percatarse por lo menos de una mínima mueca de incomodidad pero no hubo nada. Absolutamente nada a excepción de esa suave curvatura ladina en los finos labios de John, que muy para desgracia del ya desbocado latir de su corazón, se abrieron para darle la respuesta que pedía.  

SherlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora