Marcus Scott
Los días pasan y Elizabeth aún no despierta. Estoy al borde de la desesperación, ¿Qué tal si ella nunca sale de ese estado? ¿Que haré si nunca despierta? ¿Podrá tener a nuestros bebés estando en coma? ¿Qué pasara si llega el momento del parto y ella no despierta? O peor, ¿Si el parto se complica y sigue "dormida" nuestros bebés estarán en riesgo?
¡Dios! Necesito un respiro de toda esta mierda.
Olivia estaba sentada junto a la cama de Elizabeth leyendo un libro. Andrew no había podido venir esta vez, según se, en el taller estaban repletos de trabajo y en ausencia de Elizabeth, Andrew tuvo que tomar el mando de todo, así que tenía que hacer su trabajo, más el de ella.
— Olivia, ¿Crees poder quedarte con Elizabeth un par de horas?— le pregunté.
— Claro, te llamaré si sucede algo— respondió sin despegar la vista del libro.
— Gracias— deje un beso en la frente de Elizabeth y salí de la habitación.
Conduje lo más rápido que pude hasta llegar a nuestra casa, la casa donde Elizabeth y yo fuimos obligados a vivir, la casa que en un futuro será nuestro hogar. Fui a la mansión Scott, Moria por ducharme, cambiarme de ropa y llevar algunas cosas al hospital.
Agradecí mucho el hecho de que mi padre se hubiera llevado a Happy semanas atrás, no lo imagino estando tantos días solo aquí. Fui corriendo hasta mi habitación, saque varias mudas de ropa del clóset y las metí en una mochila junto a mi portátil, así podría trabajar un poco desde el hospital.
Guardando la ropa en la mochila, me tope con la primera camisa que Elizabeth había tomado prestada sin mi permiso. En automático mi mente viajo a aquel momento en el baño en que se quitó la camisa de mala gana y para luego lanzarme la y decirme "No la necesito". Luego recordé la noche en que la ofendí en aquel restaurante Italiano y el como logro perdonarme en el avión con destino a Miami. Recordé la primera vez que dormimos juntos... Cuando estuvimos en las Vegas... El viaje a Mónaco para la boda de Maurizio... La cara que puso cuando salve su taller de ser demolido... Sus besos, sus caricias, su particular forma de decir "te quiero"...
Lagrimas inundaban mis ojos. Era un sentimiento que ya no podía seguir ocultando ni reprimiendo. La extraño, Elizabeth es lo mejor que me ha pasado nunca y tuve la audacia de comportarme como un imbesil con ella. Debí ser más amoroso, debí ser más atento, comprarle flores, llevarla a pasear, decirle la verdad sobre muchos regalos que fingí que le compro mi padre... Debí darle la oportunidad de conocerla mejor y enamorarla cada día.
Fui al baño para lavarme la cara. Mi aspecto era nefasto, tenía unas ojeras enormes, y ni hablar de la tupida barba que tengo; el cabello casi me llega a los hombros y me creo que me está saliendo pansa. No obstante, no podía perder mucho tiempo aquí, Elizabeth podría despertar en cualquier momento y quiero estar ahí.
Tras ducharme y vestirme confíen de vuelta al hospital, al llegar, vi que Olivia hablaba con una mujer castaña de cabello corto y ojos azul oscuro.
— Marcus, llegas en un buen momento— habló Olivia en cuanto me vió— Ella es Agnes Collingwood, tu padre la trajo para que investigue sobre el accidente de Elizabeth...
— Un gusto— dije estrechando la mano de la mujer. He de admitir que se ve sumamente elegante.
— Solo hago mi trabajo— respondió borde— ¿Sabe usted si alguien quería hacerle daño a Elizabeth?
Al parecer ella no se anda con bobadas.
— No, no creo que alguien quisiera hacerlo— la verdad, dudo mucho que alguien quisiera lastimarla.
La tal Agnes me vio incrédula de mi confesión. Esto va a ponerse incómodo.
— De acuerdo. Tengo entendido que usted y ella se reunieron antes de que ella tuviera el accidente— señaló con tono inquisitivo mientras Olivia se alejaba para ir por un café.
— Si, íbamos a discutir sobre renovar nuestro matrimonio...
— ¿Iban? O sea, ¿Ella nunca llegó a dicha reunión?
— Si, ella llegó a la reunión. Estuvo en mi oficina a la hora en la que habíamos quedado, luego subimos juntos hasta la sala de juntas y ahí nos reunimos con mi abogado...
— Deme el nombre de su abogado— saco de su bolsillo una pequeña libreta de notas y un bolígrafo.
— Albert Stone...
— Continúe— comento después de anotar el nombre.
Me está empezando a molestar el que me interrumpa.
— Como le decía, Elizabeth y yo vimos a mi abogado, hablamos un poco sobre del divorcio hasta que yo dije algo que la hirió— confesé avergonzado.
— ¿Que le dijo exactamente señor Scott?— sentí que hizo énfasis en la pregunta.
— Prefiero no decirlo por ahora... Solo se que ella se fue molesta y desde que se montó en el ascensor no supe más sobre ella hasta que Olivia me llamo para decirme que había tenido el accidente— admitir esto me hizo sentir mucho más culpable de lo que me había sentido todo este tiempo.
— Bien, nos veremos luego para continuar esta conversación— cerro su librito de notas y lo guardo donde mismo— Solo le pido señor Scott que haga memoria de todo lo que pasó ese día cuando estuvo con su esposa, hasta el detalle más insignificante vale saberlo.
Sin darle más largas al asunto se fue. Esa mujer intimida un poco, pobre de aquel que se juegue con ella, las pagará caro.
Entre en la habitación y mi padre estaba parado junto frente a la ventana contemplado la copia de la foto del eco que le habían sacado a Elizabeth en su segunda cita de control natal. Esta vez las semillas de maíz se veían un poco más grande, incluso la doctora nos había detallado las partes del cuerpo que estaban empezando a formarse. Espero que Elizabeth despierte para la próxima y pueda escuchar el latido de nuestros bebés.
— Por lo visto te gusta mucho la idea de ser abuelo— comenté poniendo mi mochila en el catre en el cual llevaba durmiendo desde que Elizabeth fue internada aquí.
— Bueno, saber que tú serás padre me llena de felicidad. Hace que recuerde cuando tu madre me dijo que estaba embarazada, o cuando te dio a luz, son días que espero no olvidar nunca— hablo con cierta mezcla de nostalgia y alegría que solía usar cuando hablaba de mamá.
Le sonreí, han sido contadas las veces en las que él me ha contado estas cosas, así que mejor escucharlo y prestarle atención, tal vez pueda sacra algo bueno.
— Recuerdo que tu tía Lauren estuvo pegada a tu cuna desde el día en que regresamos del hospital, decía que eras el bebé más dulce que jamás había visto— soltó una carcajada al recordar— Y recuerdo que una vez usaste al perro de tu Calvin como caballo...
— Ese perro era enorme— me reí al recordar como me había subido sobre aquel pitbull para que me cargará por toda la casa.
— O la vez en la que tu tía Emilia te vistió con la ropa de tu prima Enrieta porque se confundió al bañarlos...
Juntos reímos como nunca antes lo habíamos hecho. A decir verdad, era el momento más emotivo que habíamos tenido desde que mi madre había muerto.
— Espero que seas un mejor padre de lo que yo fui para ti Marcus, o de lo que Steven lo es para Elizabeth, no debes reflejar en tus hijos los errores que cometí contigo.
— Para serte honesto, no tengo ni idea del tipo de padre que voy a ser...
— Créeme Marcus, serás uno de los mejores...
— ¿Como lo sabes?— pregunte curioso por escuchar su respuesta.
— Porque que se que harás hasta lo imposible para verlos felices, tanto a ellos, como a su madre.
Una lágrima resbaló por mi mejilla. Sus palabras son muy gratificantes y significativas. Me levanté para abrazar a mi padre y una vez más volví a llorar, solo que está vez fue como cuando escuché por primera vez el latido del corazón de mis mellizos, llore de felicidad.
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Mi Rebelde
Fiksi UmumTras descubrir que la mujer con quién fue obligado a casarse no era quien el pensaba, Marcus cree no merecer el amor de Elizabeth por lo que toma la desición de divorciarse de ella y dejarla hacer su vida aparte. Pero, Marcus no cuenta con que Eliza...