AADWU

110. Maldita sea, ¿cómo sientes que este dragón es más feliz que él?

Mu Heng bajó los ojos con calma y continuó sus movimientos con firmeza.

Desde el principio hasta el final, no es ni ligero ni pesado, ni apresurado ni lento, acariciándolo a lo largo de la tendencia de las escalas.

El pequeño dragón gruñó dos veces, se dejó caer suavemente en sus brazos, sus ojos dorados y rojos estaban medio entrecerrados, su cola se movía uno tras otro y se veía tan fresco como para ascender al cielo.

WenYao: "..."

Zhuo-fu: "..."

Ya no puedo entenderlo, de verdad.

Estaban atrapados en el sol como pilares, sin entrar ni retirarse.

En este momento, en las sombras detrás de ellos, dos marionetas mágicas se deslizaron en silencio mientras empujaban sillas, las colocaron en silencio detrás de Wen Yao y Zhuo Fu, y luego se fueron en silencio.

Mu Heng abrochó el libro antiguo en su mano sobre la mesa: "Siéntate".

Los dos humanos se sentaron.

"¿Qué estás buscando?" Mu Heng preguntó lentamente.

Wen Yao y Zhuo Fu se quedaron en silencio:

"..."

Bueno, esta es una buena pregunta.

Finalmente, después de unos segundos, Zhuo Fu respiró hondo y miró al dragón blanco plateado en la rodilla de Mu Heng. Contuvo levemente la respiración, como si tuviera miedo de despertarse, y rompió el silencio con un tono cauteloso:

"Esto, esto es... ¿el dragón?"

Aunque J ya sabía la respuesta en su corazón, Zhuo Fu no pudo evitar querer confirmarla repetidamente.

Este pequeño dragón plateado que yace en los brazos de los seres humanos y actúa como un bebé, tan exquisito y lindo como una mano...

¿Es la bomba bionuclear que aplastó un abismo completo en el abismo esa noche?

Mu Heng dobló ligeramente los nudillos y rascó la barbilla del dragón. Xiao Yinlong felizmente levantó el cuello y puso su cabeza en la mano del oponente.

Dio un silencioso "um".

La voz era tan suave que él ni siquiera sabía.

"... ¿Shi, Shi'an?" Zhuo Fu confirmó con extra precaución.

Shi An giró la cabeza y miró en la dirección del sonido, un par de ojos dorados y rojos como dragones brillando al sol, tan hermosos y crueles como una llama.

Incluso bajo el sol abrasador, Zhuo Fu no pudo evitar temblar, con ganas de retirarse.

La imagen de ese día brilló inconscientemente en su mente.

Las pupilas verticales ardían como fuego sangriento, y las llamas del dragón que se precipitaban por el poder de destruir el cielo y la tierra, se precipitaron hacia el calor aterrador frente a ellos.

"Hola."

El dragón abofeteado sacudió la punta de su cola y saludó amablemente.

Zhuo-fu: "..."

...¿Qué tiene de malo la fruta j?

Cuando Zhuo Fu dudó de su vida, Wen Yao nunca dijo una palabra.

Observó a la persona y al dragón frente a ella con mucho cuidado, sus ojos se entrecerraron ligeramente, su cuerpo mantuvo un estado tenso y siempre estaba lista para enfrentar cualquier situación repentina.