Capítulo 5 : A deer

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[17 de Julio de 2021]

Jay plasma en su piel los momentos más importantes de su vida.

Quienes lo conocen realmente saben el significado de cada uno de ellos. Aunque, en entrevistas diga que no son más que algo iniciado como acto de rebeldía ante sus padres –convirtiéndose luego en una manera de llevar sobre su cuerpo dibujos geniales– la supuesta razón por la cual seguía agregando más a su colección, no eran más que puras mentiras para mantener una imagen relajada frente a los medios.

La verdad es que Jay sólo pone en su piel lo que enserio marque su alma. Momentos, recuerdos y hechos tan importantes para él que no puede permitir que se desvanezcan en la nada. Como el dibujo hecho por Ni-ki, su flor de nacimiento, el debut de su banda, el lema que rige su vida, el nombre de la primera canción que escribió alguna vez y a la cual le debe el inicio de su sueño.

Por lo tanto, esa noche planea tatuarse en el pecho algo bastante arriesgado –puede sentir el nudo de nervios en su estómago apretarse por el simple hecho de lo que está a minutos de hacer– pero aún así, si todo se va por el drenaje y las cosas no terminan bien, Jay no cree arrepentirse jamás de conocer a Lee Heeseung y sus ojos deslumbrantes. Sin duda alguna planea llevarlo consigo a donde quiera que vaya y de forma sutil mostrarle al mundo que era suyo.

Pese a que cualquier otra persona regalaría en un aniversario algo semejante a un collar o brasalete, Jay planeaba tatuarse un ciervo.

El animal representativo de Heeseung para llevarlo consigo a todos lados, cerca del corazón palpitante dentro de su pecho y profesar el fuerte sentimiento de cariño dentro de su ser.

Para Jay, esta es la mejor forma de decir "te amo" y aunque está aterrado de asustarlo, piensa dejarle claro cuanto significa para él la existencia de Lee Heeseung en su vida.

Sólo esperaba que Heeseung no despreciara la idea cuando llegara al lugar de encuentro. Su estudio de tatuajes favorito en el corazón de Seúl, en el cual se había hecho la gran mayoría de los diseños marcando su piel.

No puede evitar mover la pierna nerviosamente para mirar la pantalla de su teléfono con un último mensaje de Heeseung, informándole de su a proximidad. Estaba a pocos segundos de llegar, segun los cálculos de Jay.

Jay casi  se pone a caminar de un lado a otro en el recibidor del lugar y cambiar su idea por completo. Quizás inventar que lo trajo aquí para que lo acompañará a tatuarse y nada más, pero ya lo había decidido. Además, el diseño lo había estado planeado desde hace meses y le gustaba demasiado como para no hacérselo después de todo, debía ser valiente y afrontar sus sentimientos junto a la reacción de Heeseung.

A parte de eso, debía buscar una excusa creíble para cuando sus compañeros de banda vieran su nuevo tatuaje, pues estaba seguro de que tendrían un sin fin de preguntas debido a que no era muy común en Jay utilizar esa clase de arte y para ellos sería muy claro que algo había cambiado. Tal vez Ni-ki y Jake se traguen cualquier cuento que pudiera decir para salir del paso, pero Sunghoon no.

Park Sunghoon era quien conocía a Jay por más tiempo.

Se habían conocido a los trece años en su antigua escuela y habían cliqueado de lo mejor –si así se le puede llamar a Jay forzando a Sunghoon a responderle los saludos y pasarle las respuestas de los exámenes– que no tardaron en volverse amigos y pasar la mayoría del tiempo unidos de la cadera, a donde quiera que Jay fuera Sunghoon iría sin rechistar y viceversa. En todo el instituto la única persona que obtenía más que un simple saludo cordial por parte de Sunghoon era Jay y también era la única persona con conocimiento sobre la situación real de Sunghoon.

Park Sunghoon había nacido en una familia de atletas, pero era el único al cual no le interesaba seguir el legado familiar. Su padre había sido un reconocido jugador de hockey sobre hielo y su madre una de las patinadoras artísticas con más potencial del país, pero todo eso se fue por el caño cuando quedó en estado a temprana edad y tuvieron ambos que conformarse con ser sólo entrenadores en sus respectivos ámbitos. Pero sus sueños no quedaron atrás, Sunghoon había comenzado a formar el sueño de sus padres y desde una edad temprana sabía que debía lograrlo, se convirtió en patinador artístico por el simple hecho de ser mejor en ello que en el hockey y sus padres pensaron que sería el mejor camino –claro que al inicio su papá no lo consideraba del todo bien, para nada masculino. Con un poco de convicción pudo dejar eso de lado por la promesa de ver a su hijo asistir a los juegos olímpicos– y aunque Sunghoon disfrutaba hacerlo sentía que vivía la vida de otras personas. Jay estuvo ahí cuando un minúsculo error en un salto lo enviaba en espiral de frustración, cualquier corrección que fuera hecha más de una vez convertía a Sunghoon en la persona más amarga del mundo, las palabras de sus madre alimentaban las voces dentro de la mente de Sunghoon haciéndolo sobre exigirse demasiado. Jay fue testigo de que en ese tiempo Sunghoon nunca era lo suficientemente delgado, sus expresiones nunca estaban bien logradas, sus ejes siempre tenían un centímetro de error, nunca practicaba lo suficiente, nunca avanzaba según el plan de su madre y Jay no podía soportar verlo tener ataques de pánico tan constantes que Sunghoon no dormía más de dos horas al día.

Red Painted Knuckles and Cotton Candy Lips | HEEJAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora