PRÓLOGO

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Su cabeza daba vueltas prácticamente, su consciencia le gritaba que vuelva a la realidad antes que sea tarde, claro, más de lo que ya era. La mujer se pone de pie y mira a su alrededor, no recordaba cómo llego ahí exactamente, pero sabía dónde estaba al menos, mordió su labio inferior para retener el sollozo que quería salir de sus labios, no debió hacer eso.

El hombre mira sin pudor alguno el cuerpo de la mujer que está de pie cerca de la cama, su verga seguía dura a pesar de haber disfrutado más de dos veces ese cuerpo de la mujer bella que está ante él, se arrastra hasta ella y se coloca detrás de esa mujer, sus manos posan de forma suave sobre su pequeña cintura, se tensa pero no lo aparta, entonces, ante ello él comenzó a besar su espalda y eso le causaba escalofríos. El fuego que sentía ella en su cuerpo era calmado por el tacto suave de ese desconocido, un suspiro de placer salió de los labios de la pelinegra, un gruñido bajo fue la respuesta de eso.

Zeiţă—susurro el hombre en el cuello de la mujer.

El hombre la gira de forma suave y hace paso hacia atrás, sin soltarla, y se sienta en la cama con ella en su regazo, una pierna de cada lado, deslizo sus manos sobre sus glúteos para acomodarla bien, la suavidad de su piel lo encendía más.

Cuando la mujer clavo las rodillas en las suaves sábanas de satín y sintió sus manos recorrer su cuerpo hasta llegar a sus senos, los cuales estrujó de forma suave, la hizo sentir viva. Otro suspiró volvió a salir de sus labio, él al ver nuevamente esa reacción llevo uno de sus pezones a su boca, lamió, mordió y chupo de forma delicada.

Zeiţă, dime, ¿Que quieres?—interrogo el hombre cuando dejo sus senos en paz.

Y está nuevamente se volvió a embriagar de miedo. El hombre al darse cuenta toma de su nuca de forma delicada y hace sus labios se unan nuevamente, sus lenguas danzan a un ritmo lento pero posesivo a la vez, esos ojos llenos de una tristeza profunda volvieron nuevamente, pensó el hombre mientras la besaba. Desde que la encontró en aquel lugar y vio por primera vez esos hermosos ojos noto aquello, quiso evitar que está situación actual pero ella insistió, así que por ello él la trata con tanta delicadeza y trata de borrar esa tristeza de esos hermosos ojos.

Deja la boca de la mujer en paz para que tome aire y  sin dejar de mirarse fijamente, el hombre la sujeta bien y la acuesta en la cama, se acerca lentamente y besa los labios de la mujer, desciende por el cuello dejando un camino de besos hasta que llega a los pliegues de la mujer, la mira.

Zeiţămurmuro el hombre antes de perderse entre sus pliegues húmedos haciendo gemir a la mujer de sorpresa por su acción.

Él paso su lengua por los pliegues saboreando a su gusto, entre sus labios tomo su clítoris mientras la observo cerrar los ojos, quería borrar esa tristeza, desliza sus manos para poder agarrar las de ella, quien las tenía hechas puños agarrando la sábana. Suelta la sabana y toma la mano del hombre, las apretó emitiendo un gemido.

—Si...por favor...

Lamió con empeño cada parte de su coño mientras que la mujer se retorcía bajo suyo intentando buscar liberación, ante ello succionó más fuerte su botón inflamado y la habitación se comenzó a llenar de gemidos por parte de ella, quien se corrió en su boca mientras apretaba sus manos. Siguió degustado para prolongar las olas de placer, conforme con ello besa los muslos con delicadeza antes de incorporarse sin soltar sus manos.

¿Estás bien, Zeiţă?—pregunto el hombre cuando ella abrió los ojos

—Si—murmuro la mujer con respiración agitada.

La mujer sabía que esto fue una mala idea pero al sentir esas manos sobre su cuerpo era algo que no quería dejar, al menos por ese momento, quería disfrutar de ese pequeño placer al menos unos minutos más.

—Mas, por favor—suplica la mujer al volver sentir ese fuego recorrer su cuerpo

—Tus suplicas harán que mande a la mierda el poco autocontrol que me queda—gruñe el hombre en su cuello.

—Ah...más...—gimio cuando la mordió de forma suave.

Sus manos se deslizaron por si solas por la espalda del hombre, sus uñas se clavaron allí sin dudarlo. Necesitaba sentirlo dentro de ella.

—Dime lo que quieres—ordeno en un tono que causaba estragos en el cuerpo de la mujer.

Fick mich—murmuro la mujer.

El hombre se sorprendió ante las palabras de la mujer pero eso paso a segundo plano cuando vio que las mejillas de la mujer se pusieron rojas, sonrió de forma ladina.

—Esta vez te vas a correr con mí verga enterrado en lo más profundo de tu coño Zeiţă—musito el hombre en su oído, el cual muerde suavemente.

La giro en la cama para dejarla en cuatro, sintió las manos de aquel hombre en su cintura y deslizó una de ellas en su espalda para se recostara, al sentir la suavidad de la sabana en sus pechos fue algo placentero, para hacerle hincar el culo ante él.

Zeiţă—murmuro el hombre.

Ella no sabía que significaba eso con  exactitud pero cada vez que le decia así sentía algo en su vientre, algo que le tenía miedo pero al mismo tiempo le gustaban escuchar. Salió de sus pensamientos cuando él ubico su verga en la entrada, lentamente entra en su interior y se cierne sobre ella para poder entrar más profundo, su mano va hacia su cabello y lo suelta, su cabello negro cae sobre su cuerpo y los ojos del hombre brillan al ver eso.

—Por favor—suplico la mujer cuando sentía que él no se movía.

Él besa su mejilla y se endereza, coloca ambas manos en sus glúteos y comienza a una vaivén lento y torturoso para ella, trata de moverse para que él entre más profundo en ella y recibe un azote por su atrevimiento, pero eso solo la excito más.

—Mas...más rápido...—

Los ojos de hombre oscurecen más de deseo y cumple el pedido de la mujer que está ante él, las manos de ella hacen puño las sábanas cuando él acelera sus embestidas, eran duras y salvajes está vez, ambos disfrutaban de eso.

—¡Si! ¡No te detengas!—espeto la mujer cuando sintió que se estaba por venir.

—Dame lo que me pertenece—gruño el hombre.

Dos estocadas más y ambos se corren al mismo tiempo un orgasmo glorioso, ella aprieta sus labios vaginales cuando siente los espasmos, eso provoca un gruñido de satisfacción por parte del hombre, él se dejar caer a su lado, sin salir de ella, sus respiración eran agitadas pero aún seguía sin saciarse uno del otro

Nuevamente sus pieles se hicieron una sola, ambos gemian de placer que se daban mutuamente, los besos y caricias que sentían les causaba escalofríos y no podían dejar de tocarse. Esa habitación solo había sus gemidos y lujuria, los pensamientos que le gritaban cosas negativas fueron callados por sus lenguas y gemidos.

AFRODISÍACO [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora