Kim Jisoo, una chica de 20 años con una vida normal, cuenta con su trabajo en una cafetería, su propio departamento y con su mejor amiga Rose, aunque con una infancia trágica, quedando huérfana a tan solo 3 años de edad.
Kim Taehyung, un joven de 2...
La tailandesa junto a su ex-novio llegaron a la mansión de éste último. Aunque la expresión de Lisa era neutra, por dentro estaba nerviosa y con mucha ansiedad.
Jackson dijo que llegaría más tarde una vez le abrió la puerta principal a la chica. Ésta sólo asintió y se adentró en la gran casa, y escuchó cuando la puerta fue cerrada con llave por fuera.
Observó por una ventana a que el peliplata se fuera, y cuando estaba completamente sola comenzó a buscar a su querida amiga pelinegra. Revisó cada habitación de la mansión, abrió cada puerta, buscó en el patio, sótano y en el ático. Pero no había rastro de Jisoo, ella estaba en otro lugar.
Maldijo por lo bajo y prendió su intercomunicador.
– ¿Chicos, me escuchan?
– Aquí estamos, amor. – no evitó sonreír al escuchar la voz de su novio. – ¿Estás bien?
– Sí, estoy bien, estoy sola por el momento, Jackson vendrá más tarde. – suspiró rendida. – Pero aquí no está Jisoo Unnie, ya busque por todas partes.
– No te preocupes, Lisa. – escuchó la voz de Taehyung. – Hiciste un buen trabajo hoy, descansa.
– Gracias, igual ustedes chicos. – contestó de vuelta. – Hablaremos mañana.
Una vez dicho esto, apagó el aparato de su pulsera y se dispuso a dormir en uno de los grandes sillones de la sala. Ni loca dormiría en la misma cama que Jackson.
Cerró sus ojos y en menos de cinco minutos ya se encontraba soñando, había sido un día pesado y cansado.
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Al día siguiente se encontraba Jisoo tomando una ducha, a veces emitía pequeños quejidos por un pequeño dolor en la parte baja de su espalda, al igual que sentía una hinchazón en su abdomen.
No le tomó importancia y terminó con su baño. Se cambió a una vestimenta casual y nuevamente se sentó en su cama, rodeada de las mismas cuatro paredes grises.
De pronto se escuchó la voz de Momo afuera de su habitación, el guardia la dejó pasar ya que llevaba el desayuno.
– Ojala sea algo con chocolate. – dijo Jisoo corriendo a su encuentro. – Tengo muchísimas ganas de chocolate.
Últimamente la azabache tenía muchos antojos, los cuales no pasaron desapercibidos por su nueva amiga, al igual que sus mareos y náuseas. La sonrisa de la pelinegra se fue desvaneciendo cuando notó a Momo más seria de lo normal.
– ¿Qué sucede? – preguntó mientras veía que la enfermera dejaba el desayuno en la mesa.
– Jisoo, ¿hace cuánto que no te viene la regla? – la mencionada se extrañó por esa pregunta.
– ¿A q-que viene esa pregunta? – inquirió nerviosa.
– Sólo necesito confirmar algo.
– P-pues, n-no recuerdo exactamente mi último periodo.
