Capítulo Cinco.

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La última conversación que habían tenido los hermanos había sido definitiva: ambos habían tomado ya una decisión. Iban a confesarse al peli-celeste, quien gracias a esto iba a vivir los momentos más divertidos y memorables de su adolescencia. 

Seamos sinceros y realistas, estar en una situación en la que justamente dos hermanos se hayan enamorado de ti es algo para recordar por un buen tiempo. 

Después de esa charla, los jóvenes no volvieron a dirigirse la palabra, más que nada fue por culpa del rubio, quien se sentía amargado cada que veía a Kawaki acercarse con intenciones de que hablaran por un rato. Siempre que pasaba eso, metía una lamentable excusa de que estaba ocupado o que lo necesitaban en otro lado. 

El tonto hermano mayor aún no se había percatado de que el rubio ya había descubierto finalmente sus gustos egoístas. 

Boruto estaba por salir de su habitación, tenía ganas de hablar un rato con su hermana Himawari antes de partir. En diez minutos, tendría que partir para comenzar con la nueva misión, en la cual, iba a estar todo el equipo siete junto nuevamente. 

No pudo salir, porque un muchacho de metro ochenta estaba cubriendo toda la zona de la puerta. 

—¿Necesitas algo? -Le preguntó levantando una ceja. 

—Por casualidad... ¿Me estás evitando? -Tampoco era tan tonto el mayor como lo habíamos acusado anteriormente. Había veces que se daba cuenta si las cosas estaban algo fuera de lugar. 

—Ah, no, no, para nada. Solamente quiero tiempo a solas para pensar que le diré a Mitsuki hoy, ¡Es el gran día, de veras! —Quería mantenerse firme, pero pensar que hoy finalmente dejaría el anonimato lo ponía muy entusiasmado y no podía ocultarlo fácilmente. 

—Oh, cierto, tienes razón, entonces no te molestaré tanto durante la misión. -Se apoyó contra el marco de la puerta, daba una vibras autoritarias. —¿Y cómo planeas confesarte? 

Boruto ya se había emocionado por el día de hoy, tanto que no notó las segundas intenciones de su hermano con esa pregunta y siguió hablando sin mantener cautela. 

—¡Quería hacerlo cuando termináramos la misión! Casi siempre nos quedamos solos luego de cumplirlas, siento que es un buen momento para confesarme sin padecer de interrupciones. 

—Es una buena idea, bien pensado. -En su rostro se deslumbró una media sonrisa. Sonrisa que ocultaba sus verdaderos sentimientos, Kawaki pudo jurar que sentía cómo algo se removía dentro suyo. —Bueno, iré a esperarte abajo a que te termines de preparar para ya ir saliendo, no tardes mucho que me iré sin ti. 

—¡No te atreverías! 

Ellos solo se rieron levemente y el pelinegro finalmente se había alejado del cuarto, sin antes despedirse despeinando un poco el cabello de su hermano. 

Cuando ya lo perdió de vista, Boruto se dio cuenta de todo lo que le había revelado y se maldijo internamente mientras cerraba la puerta para terminar de alistarse. Ya había perdido el humor para la pequeña charla con su hermana. 

Realmente este día será complicado para los tontos adolescentes... 

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Cartas de TontosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora