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BRIANA

Me vestí rápidamente y salí por la puerta de mi casa, fui corriendo calle por calle hasta dar con la parada de metro. Ahí esperé durante largos minutos hasta que el metro se dignó a parar para que me subiera. Entre y busque un asiento libre, encontré uno al fondo, en una esquina ahí no me veía nadie. Procuré durante todo el viaje que no se me cayera la capucha de la sudadera y que solo se me viera de nariz para abajo. Llegó mi parada y me baje del metro, caminé un par de calles hasta llegar al sitio deseado.

Entre sin tocar, ya que en ese hogar no había nunca nadie, se podría decir que era como mi guarida. Ahí podía ser yo misma sin ninguna crítica, y además era el único lugar en el que podía quitarme la capucha sin tener miedo.

Llegué a la zona más amplia de la casa: el patio. Estaba rodeado de hierbajos que al parecer no se había cortado durante un largo tiempo. Dejé mi mochila tirada en el suelo del patio. En ese lugar había simplemente un banco de madera, que seguramente si dos personas se sentaran en el se rompería. Esta "casa" estaba en malas condiciones y todo estaba en mal estado. Pero ahí estaba la belleza que tenía escondida, que, a pesar de tener toda esa mierda encima lucha por no caerse.

Probablemente la casa llevaría así más de 20 años, porque llevo viniendo aquí desde que tengo memoria y eso desde hace mucho tiempo. Mis padres me abandonaron nada mas vieron mi color de ojos: el izquierdo mitad azul muy claro y marrón caramelo, en cambio el derecho era azul entero. La sociedad se niega a pensar que las personas con este color de ojos pueden existir y es por eso que las temen. Sobre todo los amarillos, que odian pensar que hay alguien más fuerte que ellos.

Me senté en el banco y cerré los ojos, intentando relajarme...hasta que escuché un golpe seco. Inmediatamente me puse en alerta y me levanté. Busqué un sitio estratégico en el que no me vieran. Encontré una rápidamente y desfundé mi arma. Esperé impacientemente, hasta que aparecieron dos hombres encapuchados. Me puse yo también la capucha, ya que se me había olvidado. En cuento vi que uno de los

hombres se iba dentro de la casa me tiré encima del encapuchado que aún estaba en el patio. Con un movimiento rápido le toqué un punto específico en el cuello y cayó al suelo, inconsciente.

Me quedé mirando al hombre que ahora estaba en el suelo, y volví a escuchar un ruido. Me giré lo más rápido que pude, pero el segundo encapuchado me cogió por atrás del cuello y me empujó contra su pecho, intentando ahogarme.

Manteniendo el miedo a un lado le pisé el pie con fuerza para que me soltara y así poder pegarle yo a él. Cuando vi que iba sacar la pistola fui mas rápida, saqué yo la mía y disparé. El hombre cayo al suelo rápidamente.

Iba a llevar el cuerpo del muerto fuera cuando noté unos brazos firmes alrededor de mis hombros, ahí si que me asusté un poco. Bueno, me asusté bastante y aún más cuando vi que el hombre que me tenía aprisionada pretendía sacar una jeringuilla de su bolsillo.

Así que rápidamente cogí su brazo e intente torcérselo, pero con unos reflejos impresionantes el encapuchado me aprisiono contra el suelo.

Quedamos cara a cara, solo que no nos las veíamos, porque ambos llevábamos la capucha puesta para que no se nos vieran los ojos.

Intentó volver a clavarme la jeringuilla pero torcí la cara y con la rodilla le pegue en sus partes nobles. El chico jadeando se intento levantar para coger la jeringuilla, pero la aparte lejos de el y de mi. Nos estuvimos mirando un rato hasta que por tercera vez oí unos golpes.

-¿Es que no pueden parar nunca de entrar así por que si a mi casa?- Pregunté molesta.

El chico soltó una carcajada de incredulidad.

-Que yo sepa esta casa no es tuya, ¿o me equivoco?- Respondió burlesco.

Iba a contestarle cuando sentí (otra vez) unos brazos alrededor de mis hombros, y esta vez si que me inyectaron algo en el cuello, porque de repente todo era oscuridad.

LOS PERPETUOSWhere stories live. Discover now