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BRIANA

Cuando se fue me sentí...vulnerable. Era como si en este sitio tuviera que empezar de cero y adaptarme a los horarios. Haber, no es que eso me costara mucho, pero era incómodo. Me había manejado sola durante toda mi vida y ahora resulta que no soy la única con ojos diferentes. Y tampoco es que hubiese poca gente aquí ¿eh?. Esto más que una civilización parecía una secta. Seguro que en cualquier momento en cuanto alguien se revelara se armaría la de Dios.

Con esos pensamientos a un lado decidí mirar por el balcón, este, daba vistas a un gran edificio. Supuse que sería el de los entrenamientos o el del comedor. Las vistas eran bonitas y el cielo estaba despejado.

-Novata, ponte el traje y baja al comedor. Es una orden.

Inmediatamente me giré para saber de donde procedía la voz: resulta que había una pequeña cámara en el dormitorio.

-Tiene que ser coña- Me dije a mi misma.

-Lo siento mucho novata pero no, no lo es. Y ahora voy a desactivar la cámara y cuando la vuelva a encender no te quiero ver en el dormitorio.

Me tragué mi orgullo y cogí la ropa de entrenamiento del armario. Me la puse rápido, por si llegaba a encender la cámara. Iba a salir pero se me ocurrió una idea mejor.

Ya que solo yo tenía la llave de la habitación y nadie más podía entrar a ella, (por privacidad), decidí coger cinta adhesiva y tapar la cámara del dormitorio y del baño.

Sonreí satisfecha y salí de mi cuarto para ir al comedor. Tengo que admitir que me perdí varias veces por el edificio, pero en mi defensa diré que era muy grande y que te podías perder muy fácilmente.

Cuando (¡por fin!) encontré el comedor cogí mi bandeja y busque una mesa libre donde poder sentarme. Iba en dirección a una cuando oí que me llamaban. Me giré y me encontré a mi viejo instructor viniendo hacia mi.

-¿Que le has hecho a las cámaras?- Me exigió.

-No se.- Dije inocente.- Dime ¿que le he hecho a las cámaras?.

-Quita la cinta.

-No. La cinta se queda donde esta, que esta bien ahí.

-Estas sonando como una niña pequeña, así que haz el favor de quitar la maldita cinta de la cámara.

-Me da igual si estoy sonando como una niña, tu estas todo el día con cara de amargado y no me quejo.- Respondí.

Vi como tomaba aire lentamente.

-Mira, será mejor que quites la cámara hoy mismo porque no solo yo puedo ver que la has tapado. Todos los informáticos, profesores, científicos y mucha más gente puede ver que la has tapado. Y al ser la nueva te tienen fichada, muchos no te quieren aquí Briana, y están esperando a que cometas el mínimo error para mandarte a la calle. Así que por favor quita la cinta de la cámara.

Eso no me lo esperaba. Ni tampoco que supiera mi nombre.

-Esta bien.- Acepte molesta.-Pero una cosa.

-Dime.- Contesto seco.

-¿Como te llamas?

Vi como curvaba la comisura derecha de la boca en una leve sonrisa.

-Eso lo tendrás que averiguar tu sola.

Me lo tome como un reto y lo acepté. Descubriría como se llamaba pero hasta entonces ya tenía su apodo claro. Pero a la vez me molesto. No me gustaba estar en desventaja.

-Esta bien. Acepto el reto viejo calvo.

Aunque la verdad era que de calvo tenía poco. Porque tenía mucho pelo negro. Y parecía del tipo suave, de estos que te dan ganas de tocarlo...

-¿Como me has llamado novata?- Declaró furioso. Vaya. Que fácil era cabrearle.

-Te he llamado viejo calvo, inútil.

-Con una llamada te podría poner de patitas en la calle, así que no me cabrees. Novata.

-Entonces porque me trajisteis aquí, instructor.

-Porque sabemos que tienes potencial. Y además no aguantarías más tiempo sola.

-Para que lo sepas llevo toda mi vida estando sola por la ciudad y la verdad creo que me ha ido bastante bien.

-Me da igual el tiempo que llevarás fuera sin ayuda, ahora perteneces aquí. Perteneces a los perpetuos.

-¿Los perpetuos?- Pregunté.- ¿Qué es eso?.

Volvió a suspirar. Pobrecito...pues no haberse pasado de la lengua.

-Es como nos llamamos. A las personas que tienen los ojos distintos las llaman "Los perpetuos".- Explicó cansado.

Me quedé en silencio hasta que me llamaron por los altavoces y me fui de ahí sin despedirme. Como hizo el esta misma mañana.

Me dijeron que tenía que ir a ver al general de la civilización que me tenía que dar unas cosas o algo así.

Cuando por fin logré encontrar su despacho toqué y entré.

-Briana- Saludó el general.-Siéntate por favor.

Yo lo hice sin protestas

-¿Me había llamado general?- Hablé.

No. Sabes, han llamado probablemente a la única Briana de la civilización pero, tranqui, tu no eres.

-Sí. Como eres nueva tengo que explicarte porque estas aquí.

-General, eso ya me lo ha dicho...-Mierda. No sabía su nombre.

-¿Jacob?

-Depende. Si es un chico con el pelo negro y muy extenso, con ojos grises y es mi instructor...si supongo que se llama Jacob.

-Pues si. Tu instructor se llama Jacob. Pero ¿te ha contado que eres?

-No.-Respondí dudosa.

-Bien. Como ya sabes eres una perpetua.-Comenzó. Yo asentí.-Pues verás cada perpetuo tiene su habilidad, esta es como su As. Le puede librar de mucho apuros y salvarle la vida a ella o a los demás. Pero es importante saber controlarla. Mira para hacerlo más fácil de entender te lo explico así: Tú tienes dos opciones con tu poder. La primera: saber controlarlo. Y la segunda: Que te controle ella a ti. Deberás empezar desde cero ya que seguramente no sabrás cual es tu habilidad. Mañana tu instructor te hará unas pruebas para saber cual es. Y a partir de ahí empezarás a practicarla.

-Esta bien general.- Me despedí.

Se puede decir que salí huyendo del despacho al dormitorio. Es que, haber, me acaban de confesar de manera casual que tengo un poder o una habilidad.

Logré llegar en tiempo récord a la habitación solo me perdí dos veces, lo que fue un gran logro.

Entre y recordé que tenía que quitar la cinta de las cámaras. Me subí a la cama y la quité.

-Buen trabajo novata. Me has hecho caso por fin.

Puse los ojos en blanco.

-Me han dicho que mañana te hago las pruebas de tu habilidad. Te quiero a las nueve en punto en mi despacho.

-¿Y como sabré cual es tu despacho?- Pregunté obvia.

Pareció dudarlo antes de contestar.

-Lo sabrás.

Y se fue. Genial, aparte de ser un viejo calvo, también era una amargado.

Decidí que lo dejaría estar y que me daría una rápida ducha mañana porque ahora estaba muy cansada. Y encima para colmo la cama era muy cómoda. Ya veía yo que mañana a las nueve no me iba a tener ahí, y si le molestaba que se aguantara.

LOS PERPETUOSWhere stories live. Discover now