III

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Luke no solía llegar a casa hasta pasadas las once de la noche. Vivir en una residencia tenía sus ventajas, como vivir cerca de la universidad, vivir nuevas experiencias y facilitar hacer amigos (aunque para Luke esto no era una ventaja, él no quería hacer amigos); sin embargo, también tenía sus defectos. Entre ellos, y el más notorio por su parte, era la calefacción. Los primeros meses de universidad eran geniales, el sol aún no se había ido del todo y la brisa que corría por los pasillos del edificio hacía que todo fuera más ligero. La llegada del invierno era otro cantar, porque hacía imposible estar en una habitación durante más de 20 minutos sin la necesidad de echarte una manta por encima.

Tal era el frío que hacía en la residencia que Luke había decidido pasar en ella el menor tiempo necesario y, por lo tanto, había hecho de la biblioteca su segunda casa. Entraba a las cinco de la tarde, con una manzana en la mano derecha y el asa de la mochila ajustada en el hombro, para sentarse en la mesa del fondo y trabajar hasta que no le quedaba más que hacer, momento en el que se encendía su ordenador y empezaba a escribir.

Lo había tomado como afición hacía unos años, cuando los pensamientos le sobrepasaban la cabeza y no podía coger la guitarra y empezar a tocar para no molestar a sus padres. Un día se había sentado frente al ordenador y había dejado que los dedos le bailaran solos; un par de horas después tenía una historia de diez páginas que presentó al día siguiente a su profesor de literatura. Cuando este le dijo que hacía mucho que no había leído algo tan bueno viniendo de un alumno, se sonrojó y asintió. Desde ese día escribía a diario para recordarse que había algo para lo que sí valía.

Aquel día no había sido una excepción, y para cuando decidió parar, había escrito un pequeño relato, de unas tres páginas. Al acabarlo, comprobó la hora en la partida pantalla de su móvil, y al ver que eran las diez y media de la noche, decidió irse hacia su residencia, porque quería pasar por el comedor antes de subir a su cuarto.

Salió a paso rápido, mirando la pantalla de su móvil hasta encontrar una canción adecuada al momento. Al salir a la calle tuvo que ajustarse la cremallera de la chaqueta hasta arriba, y luego siguió andando hasta que su móvil, por segunda vez en el día, salió volando por los aires. Alguien había chocado contra él.

- "¡Me cago en todo!" - dijo Luke mientras buscaba su móvil por el suelo. A oscuras no era tarea fácil.

- "Lo siento tío, iba con muchas prisas - dijo el desconocido a la vez, agarrando a Luke por el hombro para mirarle a la cara-. Hostia tío, ¿otra vez tú?"

Luke miró al desconocido fijamente. Le sonaba su voz y su cara, pero la oscuridad hacía que no reconociera bien sus rasgos.

- "¿Otra vez yo? ¿Qué quieres decir?"

- "Esta mañana nos hemos chocado. En la puerta de clase. Ni siquiera me has dado tiempo a preguntar si tu móvil estaba bien - dijo el desconocido con una sonrisa-. Aunque bueno, supongo que ahora no lo estará mucho. Lo siento, en serio, esta vez ha sido totalmente mi culpa."

Acostumbrado a la oscuridad, Luke se fijó más en la cara del culpable de haber perdido su oh, muy preciado móvil. Tenía una mueca de preocupación en la cara y paseaba la mirada de un lugar a otro, buscando algo. "Mi móvil", supuso Luke. Al agachar un poco la cabeza, Luke pudo apreciar en el pelo del chico unos mechones lila. Oh, ya sabía quién era.

- "¿Tú eres el chico que ha venido esta mañana a clase, verdad? A hablar de algo del taller de música."

- "¡Exacto! - grito feliz, a la vez que dejaba entrever una sonrisa vergonzosa-. Espero que no hayamos quedado como unos idiotas, de verdad necesitamos que la gente se una para hacer que funcione. Soy Michael, por cierto."

El desconocido le extendió la mano, y Luke no dudó en agarrarla y darle un apretón de manos.

- "Yo soy Luke - respondió con una pequeña sonrisa y un asentimiento de cabeza -, y ahora, si no te parece una enorme molestia, me gustaría buscar mi móvil."

- "Puedo ayudarte, si quieres."

- "No, no por favor" - corrió a decir Luke. No le gustaba esto. El chico, Michael, le estaba cayendo bien, y eso no estaba bien.

- "Insisto, de verdad. Después de todo, esto es mi culpa."

Luke dirigió sus ojos a los de Michael. Había simpatía en ellos, no pena ni compasión. Parecía amable y verdaderamente interesado en que encontraran su móvil.

- "De acuerdo. Gracias." - dijo asintiendo y girándose para seguir buscando.

Michael le devolvió el gesto sonriénte y empezó a buscar.

No pasaba nada. No pasaba nada. Todo iba a ir bien, Michael le iba a ayudar a encontrar el móvil y luego le iba a dar las gracias e iba a irse a su casa a cenar en la residencia y dormir y olvidar al guapo chico de pelo lila que acababa de cruzarse en su camino. Por segunda vez. O al menos, eso pensaba.

Hola chicos, somos Mer y Óscar, y estamos de vuelta. Queríamos disculparnos por no haber subido en muchísimo tiempo, pero es que ambos somos universitarios, y teníamos exámenes. Ahora ya estamos un poco más libres, así que, con suerte, subiremos más a menudo, aprovechando el verano.

Como siempre, muchas gracias si habéis llegado hasta aquí, y aceptamos cualquier tipo de sugerencia/comentario.

Besis,
- Meros.

I'm a ruinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora