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Capítulo uno

Peter empujó a Derek juguetonamente, provocando que tropezara y cayera al suelo como un costal de papas

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Peter empujó a Derek juguetonamente, provocando que tropezara y cayera al suelo como un costal de papas. El pelinegro frunció sus frondosas cejas al instante, sujetando el tobillo de su tío entre sus manos para hacer que se caiga también.

A los pocos segundos; ambos Hale se revolcaban por el césped en una pelea amistosa. El mayor estaba riéndose y gruñendo divertido, en cambio el menor estaba enojado, tomándose bastante enserio la pelea.

—¡Oh por todos los cielos! —exclamó Laura, observando a su tío y a su hermano a través de sus gafas de sol oscuras. —¿Por qué los alfa masculinos son tan primitivos? —preguntó burlona mientras se removía en su reposera.

—El tío Peter no estaría felíz de oírte llamándolo 'primitivo'. —comentó su hermana Cora, sentada en la reposera de al lado, embadurnada en bronceador mientras leía una revista que ni siquiera le interesaba.

—Entonces supongo que es una suerte que él no me escuche. —replicó. —¿No es así, Malia? —agregó en busca de complicidad, llevando su vista a la tercer reposera, dónde en algún momento se había hallado su prima, pero ahora nadie estaba allí. —¿Eh? ¿Dónde ha ido?

—Si no estuvieras tan distraída criticando a Peter y a nuestro hermano, hubieras escuchado cuando llamaron a la puerta. Eres una criticona. —declaró Cora con malicia, para molestar un poco a su hermana.

Laura entrecerró los ojos, dándole una mirada ofendida a modo de respuesta.

No obstante, se quedó unos instantes pensando, recordó que habían hablado con Malia el día anterior, cuando la menor pidió permiso a su padre, a Derek y a ella; para invitar a su mejor amigo a la casa.

La coyote se la pasaba hablando de ese chico, un tal Stiles al cual adoraba. Por lo visto, o mejor dicho, según lo que ella contaba, los dos eran muy cercanos y unidos. Malia no lo conocía hace tanto tiempo, pero no supo describir lo extraña que se sintió cuando lo vió por primera vez, fue como si se conocieran desde siempre.

Cuando su nube de pensamientos se disipó, Derek y Peter habían dejado de jugar, en su lugar ahora estaban de pie frente a ella, mirándola directamente a los ojos.

El pelinegro tenía los brazos cruzados y el ceño aún fruncido. Laura estaba un poco harta de su expresión de pocos amigos, la cual era cada vez más habitual y característica en él. Extrañaba los tiempos en que su hermano fue un adorable y torpe chico.

—¿Cuándo tendré mi primer beta? —indagó Derek, con exigencia.

—¿Qué?

—Quiero un beta. Mi lobo me lo pide, no puedo ser un alfa sin manada. —explicó el gruñón.

Peter estaba divertido con la situación, sentándose sobre una mesa de jardín para estar más cómodo mientras le mostraba a Laura una sonrisita sobradora.

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