Prefacio» Los cabeza de Phoenix

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Leonidas solia mirar mucho por la ventana de su habitación, mientras los niños jugaban en el, como Leo suele decirle "espacio  verde" que estaba tras la edificacion de ladrillo pintado de un blanco sucio y descuidado.

Todos reian y jugaban persiguiendo la pelota que su padre habia traido en los dias blancos. Era común que todos compartieran los juguetes, que era guardados en una caseta de madera. Muñecas de trapo, tazas de juguete, dinosaurio, barcos y autos de madera tallada, canicas, pelotas y las adoradas cometas, todos esos juguetes se hallaban en aquel espacio. Los sacaban en las tardes y guardados al caer la noche.

Leonidas no sabia que era perseguir una pelota o servir té falso a muñecas de peinados excéntricos.

Leonidas no era un niño.

—Nidas.— La voz cantarina de su madre lo saco de sus pensamientos. —pronto la cena estara lista, por favor ¿podrias ducharte para bajar?

—Si, mami.

—¿Estas bien? ¿No te gusto el libro que trajo papá para ti?— Pregunto la mujer de cabellos pelirrojos y tez palida.

—Si me gusto... solo queria... me gustaria salir a jugar con Tabata, Elizabeth, Mateo, Javi, Duncan y Don.

El chico hablaba rapido y con cierta timidez mientras que jugaba con sus dedos de forma ansiosa.

—Oh, cariño...— Su madre se adentro mas en la habitación sentandose en la cama y indicando con leves palmadas que se acercara y el chico lo hizo. —¿Sabes que cargo tiene tu padre aqui, Leo?

—Es... nuestro lider.— menciono algo dudoso.

—Exacto... y como nuestro lider, servimos y trabajamos para que el a su vez nos brinde luz en el camino y mantengamos nuestro estilo de vida, y que el dia del juicio aqui el suelo siga siendo verde.

—Pero... ¿que tiene que ver eso conmigo?

—Tu padre no estara con nosotros para siempre, y tú... llegaste a nuestras vidas para seguir guiando a nuestra comunidad. No podemos arriesgarnos a que no sigas esos pasos. — Explico ella con ternura mientras aun acariciaba la cabezita rubia de su hijo. —¿lo entiendes, bebé?

—Creo que si...

—Perfecto. Bien, ahora ve a ducharte y te esperaremos abajo para cenar.

El chico no dijo mas se dirigio hasta El baño en su habitación dejando atras los ojos de su mami.

•••

El golpe fue seco en la mejilla de aquel revoltoso adolescente que miraba a su padre con ojos llorosos. Adam era de esos chicos que su padre llamaba "desviados" que siempre buscaban salir de la finca y pasar las vallas, cosa que para los menores no estaba permitido bajo ninguna circunstancia.

—Pense que ya habiamos tenido esta conversación, Adam.— Mencionaba Maxon mientras que se acomodaba las mangas de su camisa blanca y se erguia situando sus brazos tras su espalda.

—Yo... sigo pensando... que tal vez hay algo bueno fuera de la finca.

Su padre río con suavidad y puso su mano en la cabeza de Adam.

Un golpe cerrado impacto en su cara haciendo que cayera de costado, Adam soltó un quejido. Maxon se agachó mirando al chico.

—¿por qué decidiste salir, Adam?

—P-pienso que... no todo e-es tan malo a-afu...

Bienvenido al infierno. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora