Capítulo 18| Audacity

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Catra

Nuncra creí que terminaría caminando hacia el colegio todos los días acompañada de Adora.

Pero así era, cada día me despertaba y salía con ansias para pararme en la esquina de mi casa a esperar a por ella, quien siempre llegaba exactamente tres minutos después.

Era como una pequeña promesa silenciosa que habíamos creado de la nada. Sin saber por qué.

Su compañía era de la mejor para mí, a pesar de que algunos días su boca parecía sellada y sus palabras limitadas. Podía sentirla.
Podía sentirla a mí lado, presente. Con sus ojos que todo lo ven, su seriedad intocable, su capacidad de escucharme como nadie nunca lo había hecho, sus palabras con trasfondo y sencillez al mismo tiempo. La sentía conmigo.

Y así como caminar juntas se volvió una costumbre, sus "detalles" también. Cada día luego de cruzar la puerta de entrada del instituto Adora me entregaba algún snack con el cuadro de información nutricional tachado. Nunca me dejaba decirle gracias, ni que le diera nada a cambio.
Porque había intentado ya un par de veces darle algun postre o comida, pero siempre me rechazaba todo.

Para fin de mes, ya tenía una caja en mi casa llena de sus detalles.

Había aprendido algunos pequeños rasgos sobre ella.
Adora era observadora, muy atenta a todo movimiento o palabra que pasara a su alrededor. Quizás no se notaba que lo era porque su cara y su actitud desanimada y algo lenta no te daba la impresión de que rescataba cada cosa.

Adora no habla sobre nada demasiado personal, le podía preguntar sobre cualquier tema trivial, pero nunca mencionaba nada concreto sobre su vida. No decía nada sobre Mara, ni de Adam, ni de Inglaterra, ni siquiera de su perro.

Lo único que sabía sobre su vida personal era que vivió en Londres en algún momento, que Adam es su hermano, que le gusta tocar la guitarra y el bajo, que fuma e ingiere drogas y que tiene un perro. Y casi me olvido de mencionar de que tiene pesadillas vívidas.

Pero lo de las drogas y las pesadillas no me lo ha contado ella. Y dudo que se lo quisiera hacer saber a alguien más por cuenta propia.

Adora también usaba un collar, se lo había podido ver bien hace unos días cuando se estaba acomodando la camiseta del uniforme. Era una cadenita fina de plata que tenía un dije de cuarzo rosa en forma de corazón.
Lo llevaba siempre dentro de la ropa, no se lo sacaba nunca porque alcanzaba a ver la cadena en el inicio de su cuello todos los días.

Adora usaba shampoo con olor a Jazmin, su cabello olía a eso, y se notaba bastante por lo que deduzco que se baña bastante seguido. Era un rico aroma, agradable, me recordaba a la vez que mi padre le regaló un gran ramo de flores de jazmín a mi mami para uno de sus aniversarios.

Adora tenía un genuino odio hacia cualquier cosa que se moviera, y no perdía tiempo en disimularlo. Era toda una odiosa y una amargada.

Adora siempre llevaba el cabello largo recogido en una coleta. Era su peinado preferido o quizás no se sabía hacer ningún otro. Creía que si se hacía otro peinado no sería ella misma. Y digo creía, porque hoy cuando se paró frente mío como todas las mañanas, tenía el cabello corto.

Se lo había cortado.

-Tu cabello...- estaba desconcertada, era un cambio repentino.- te lo cortaste.

Ahora su pelo le rozaba los hombros con despreocupación, totalmente lacio y brillante.

-No me lo esperaba- añadí poniéndome de puntillas para alcanzar a tocar un mechón para asegurarme de que sí se lo había cortado definitivamente.

Weight of pain|| Catradora AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora