Nueve años después.

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Kei había madurado.

Él sabía mejor que nadie que no era como Yamaguchi, que jamás hubiera dado la vida por alguien. Aún cuando hace nueve años  había jurado que quería morir para encontrarse con Tadashi por última vez, sabía que no lo iba a hacer, ni siquiera pensaba en hacerlo. Amaba al peliverde, pero también tenía metas y sueños por cumplir, se encerró en la culpa, en la desesperación y el trauma de ver a quien tanto amaba morir en sus brazos.
Se privó de vivir por miedo a que Tadashi se sintiera celoso donde quiera que esté, pero ahora entendía que nada de lo que pasó aquel día fue su culpa, y nada de lo que Yamaguchi dijo fue para aprisionarlo a una vida miserable sin él.

Yamaguchi necesitaba ayuda, dió tantos gritos desesperados por ayuda pero nadie le hizo caso, es por eso que encerró sus problemas en la dependencia que le tenía a las pocas personas que lo rodeaban. Estaba mal, y nunca recibió la ayuda que necesitaba para mejorar.

— Yams sufría de trastorno límite de la personalidad — mencionó Hinata mientras ambos miraban el mar, sentados en la arena. Ante la confesión de su compañero, se sorprendió.

— ¿Qué?

— Nunca te lo quiso decir, pero él tomaba medicamentos para regular su trastorno. No quería preocuparte, así que lo mantuvo en secreto, pero ese fue su peor error — el bajito abrazó sus piernas mientras posaba su barbilla en sus rodillas, suspirando ante el recuerdo —. Su trastorno fue lo que lo llevó a romper contigo, su inseguridad, sus pensamientos de que era inservible y sus constantes cambios de humor lo llevaron a esa decisión, aún cuando él quería seguir a tú lado.

— Tadashi, eres un idiota — las lágrimas de Tsukishima no habían parado desde que encontró a Hinata, se sentía como un niño indefenso al cuál le habían arrebatado su posesión más preciada sin razón aparente.

— Él realmente te amaba mucho, Kei, pero sus problemas y la poca ayuda que recibió de sus padres lo consumieron. Jamás te echo la culpa de nada, estaba muy agradecido contigo, por ser su pareja y soportarlo por tanto tiempo — el rubio miro a Shoyo con una expresión destrozada.

— Ya no sigas, por favor detente — se levantó de la arena y miró al cielo. Sacó todas las lágrimas que había reprimido por nueve años y gritó —. ¡Tadashi Yamaguchi! ¡Te amo!

— Kei… — Hinata pudo sentir su corazón encogerse ante el desgarrador grito de su ex-pareja, nunca lo había visto llorar tan desesperadamente, no se contuvo más y empezó a llorar también, levantándose para ponerse al lado del rubio —. ¡Yamaguchi idiota! ¡Debiste explicarle! ¡No debiste cargar con eso solo!

Ambos se miraron, estaban empapados en lágrimas, rieron por ello para tratar de calmar el insaciable dolor en sus interiores. Sin preguntar, Hinata abrazó con fuerza a Tsukishima.

— Te apreció mucho Kei, por favor, deja ir a Tadashi ya y busca ayuda, no quiero perderte a tí también — Tsukishima despeinó el cabello del mayor y le sonrió, limpiando sus lágrimas.

— Te prometo que buscaré ayuda y pronto estaré mucho mejor, ésta vez es en serio — Shoyo se sintió aliviado con esas palabras, se separaron del abrazo y se quedaron otro rato viendo el mar.

— ¡Shoyo! — abrazaron de repente al nombrado, quien se sobresaltó un poco pero no negó el abrazo.

— Kageyama idiota, te tardaste.

— Fue difícil encontrar este lugar, está bastante escondido — Hinata simplemente rió y besó los labios de su prometido, Kageyama le correspondió gustoso —. Gracias, Tsukishima.

Se sintió extrañado, no sabía que un momento así podía tener un final tan lindo, tenía miedo, estaba asustado de volver a arruinarlo todo, pero de alguna manera logró salvar a la persona que tanto apreciaba ésta vez.

— ¡Idiota! — un golpe secó a la mandíbula, no se quejó, la recibió sin chistar.

— Lo siento mucho, Terushima-San, pero fue el deseo de Tadashi.

— ¡No es excusa! Tadashi estaba mal, lo estaba pasando horrible. Debiste salvarlo, debiste hacer algo — la voz de Yuuji flaqueó, se hincó en el piso y se echó a llorar.

Tsukishima se dió cuenta que Yamaguchi valía tanto o incluso lo mismo para Terushima como para él.
Pero aún así, no sintió la necesidad de hablarle para decirle que había encontrado a Tadashi, tampoco sentía la necesidad de confortarlo.
Lo dejó llorando en el piso, mientras las ambulancias se llevaban a Tadashi.

“Hora de muerte” “Causa aparente” “Familiares”

Balbuceaban tantas cosas que lo mareaban, no quería estar allí. Tampoco quería ir al velorio, simplemente quería ir a su cuarto y pensar en lo que pasó, en lo que pudo haber hecho para salvarlo como tanto le reclamaba Terushima.
Quería ahogarse en su depresión y morir.

Iba a estar bien.

De alguna manera, los sucesos lo hicieron despertar, lo hicieron sentirse vivo. Vió como la pareja estaba por irse pero se detuvieron.

— ¡Oh! Kei, toma — Shoyo le entregó un sobre blanco muy lindo, lo abrió y revisó el contenido.

— Su boda es en tres meses…

— Sí, y espero verte ahí, ¿bien? — el alto asintió con una sonrisa.

— Ahí estaré. Gracias.

— Sabes que cuentas con nosotros, Tsukishima — esta vez habló Kageyama, quien le dió una pequeña sonrisa también.

— ¡Nos vemos! — y finalmente, desaparecieron entre la noche.

Tsukishima se quedó un poco más, disfrutando de la brisa marina de aquella noche, era un momento especial para él.
Estaba decidido a dejar ir a Tadashi al fin, no podía seguir con ese trauma de por vida, buscaría ayuda y se recuperaría, lo mejor de todo era que no estaría solo en el proceso. Se recostó en la arena, mirando al cielo una vez más. “La luna está hermosa hoy”, es algo que Yamaguchi siempre decía en esas ocasiones y él siempre respondía diligentemente “Estoy en paz”. Un cambio, eso era lo que necesitaba.

— Siempre lo fue — sus palabras fueron llevadas por el viento nocturno, así como esperaba que todos esos sentimientos en su interior también fueran desvaneciendo con la ventisca que ahora mismo lo atacaba gentilmente. Su pecho dejó de sentirse pesado. Quería deshacerse de su depresión y vivir al máximo.

Vivir por él y por Yamaguchi.

Un vistazo a ti (a glimpse to you) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora