La mansión no estaba tan oscura como lo era de costumbre a altas horas de la noche. Esa madrugada en particular, las velas continuaban encendidas, pues no solo los vampiros estaban despiertos, sino que brujas y licántropos, decidieron quedarse con los hijos de la noche ya que así era más seguro para las tres especies... y también para los humanos, si es que l rubio aún seguía siendo uno de ellos.
No estaban seguros de lo que Randall y la bruja Georgina le habían hecho a Leon, pero no parecía el mismo joven que Lilibeth y Phoebe conocieron unas noches atrás. Por el momento se encontraba en un profundo sueño gracias a los calmantes naturales que Lilibeth le había colado en una infusión de té, no podían permitir que el rubio se fuera sin antes saber qué le habían hecho o si era un peligro para los demás y para él mismo. No podían dejar que se marchara tan pronto, menos aún, si Phoebe, quien era capaz de comprender la magia oscura mejor que los demás brujos presentes, continuaba en un extraño trance del que no podía salir por su cuenta, ni al parecer, con ayuda de Gerard. La rubia no despertó, no desde que abandonaron la celda donde la tenían secuestrada. Así como Cassian la había acogido entre sus fuertes brazos, permanecía Phoebe varias horas después, dormida y pacífica, como una bella durmiente bajo un poderoso hechizo. Gerard sentía que todo estaba fuera de control, Leon sedado porque era peligroso, Phoebe bajo un terrible hechizo y Skylah... muerta.
Por fortuna, Alelí sabía como mantener la calma en la mansión, o al menos por un buen rato, hasta que Elijah explotó y no había nada que alguien allí presente pudiera hacer para tranquilizar al vampiro.
— ¡Hijo de puta!— gritó él una y otra vez.
Los muebles se despedazaron en cuestión de segundos, su habitación que tan elegante solía ser, se convirtió en un desastre. El papel tapiz rasgado, las baldosas manchadas de sangre, pedazos de maderas que podrían ser estacas mortales para las criaturas de la noche, de hecho, entre tantos golpes, se lastimó su propia mano.
— AHHH.— la garganta le ardió de furia y dolor. Tanto que su grito antinatural asustaba a los demás, era un grito tan extraño, como si una bestia fantasmagórica desprendiera tal alarido.
Cassie no pudo soportarlo y corrió a la habitación de inmediato. Lo abrazó por la espalda y él se desplomó en el suelo. Las lágrimas llovieron como si el mismismo cielo llorara. Cassie le acarició el cabello como a un niño asustado y él fingió que buscaba dormir en sus brazos, pero sólo quería que alguien le abrazara el corazón.
La puerta no estaba allí, así que, todos vieron como la vampiresa consolaba a Elijah. Los hijos de la noche sintieron que se les estrujaba el corazón, sin embargo, Alelí no era buena para consolar a alguien que estaba destrozado, prefería ayudar de otra forma. Por su parte, Asher, sabía perfectamente que a menos que le devolviera la vida a Skylah, nada de lo que hiciera ayudaría a su viejo amigo, aunque estaba seguro de que él estaba en buenas manos, Cassie era la indicada para sostener en su palma a un corazón roto. El líder de los vampiros tenía otras preocupaciones: proteger a su familia... mientras aún procesaba la pérdida de su querida hermana.
— Yo... no puedo seguir viendo esto— murmuró Lilibeth poniéndose de pie.
Quería irse, quería correr lejos y regresar cuando todo haya vuelto a la normalidad. Aunque odiaba a los vampiros, no podía ver a Elijah sufriendo así, no podía soportar que Phoebe estuviera bajo un hechizo peligroso ni que Leon se volviera un peón en el juego de Randall. Ni mucho menos, quería pensar en que Georgina, la bruja que más odiaba en el mundo, era la maldita hermana de su querido amigo, su hermano, Gerard.
— Tenemos que quedarnos todos juntos, por precaución— Talbot alzó la voz.
Él tampoco quería quedarse, claro que no, pero no por eso iba a salir huyendo. Su familia estaba intacta, la pequeña manada estaba sana, aún así, no podía irse, sabía que si quería protegerlos tendría que trabajar en equipo con las demás especies para hacerle frente a Randall y su perversa amante, Georgina. Él no podía abandonar a Cassian, quien se sentía tan preocupado por Phoebe. Tampoco quería abandonar a Elizabeth, sabía que ella estaba enfocándose con especial atención en Gerard, ella quería acompañarlo. Más allá de eso, la licántropa deseaba saber qué le sucedió a Leon, ella estaba segura de que había algo extraño en él.
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La Maldición de Escarlata - Zodíaco (Actualizaciones lentas)
JugendliteraturCuentan que en el bosque del pueblo Escarlata cosas extrañas suceden, tan misteriosas que han logrado atrapar las vidas de jóvenes curiosos que jamás logran regresar a sus casas, o por lo menos no de la misma forma en la que partieron. Las criaturas...