Capítulo 1

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La asamblea estaba a minutos de empezar y yo estaba estancada en la entrada del gimnasio. Me quite las gafas del suéter y comencé a buscar bien por las gradas a la única persona que estaba interesada en encontrar. 

Pero todo lo que veía era una marea de suéteres negros, moviéndose por todos lados y hablando muy alto. Estaba a punto de rendirme, cuando sentí que alguien puso su brazo sobre mis hombros. 

—¿No me ibas a esperar?

Mi corazón comenzó a palpitar a mil por hora y como por dos segundos me había puesto tan tiesa como una tabla, el siempre tenía ese efecto en mi. Era hasta cierto punto vergonzoso, pero no podía hacer nada al respecto. 

—Claro que no tonto —puse los ojos en blanco—. Yo me sentí abandonada, perdida, asustada. 

Jonathan revolvió mi cabello, dejándolo más enmarañado de lo que ya estaba. 

—Deja de ser dramática Miller, es malo para el corazón. 

"Tú también eres malo para mi corazón y sigo a tu lado" pensé 

Seguí a mi amigo hasta los asientos del medio, siempre eran los de en medio. En el cine, en el campo de futbol, en el salón de clases, en todos lados. Si querías encontrar a Jonathan, debías mirar en medio.  

Jonathan me estaba contando algo sobre su hermano y su madre, yo ponía atención lo juro, pero de esta vez (como casi todo el tiempo) me perdía en mis pensamientos mientras lo veía de perfil. 

Él y yo nos habíamos conocido desde el primer año, compartimos salón de clases como por una semana, antes de que el reacomodo de alumnos lo obligará a moverse a la clase A. Pero no fue hasta un año después que nuestra relación paso de saludos espontáneos en el pasillo a charlas más largas y después a una relación de verdaderos confidentes. 

Y es que era simplemente un sueño. El chico tenía solo a su madre Joyce y a su hermano menor Will. El era un gran apoyo para ambos, siempre estaba cuidándolos, a ambos. Se la pasaba hablando orgulloso de como su madre paso años estudiando en la facultad de derecho, para convertirse en una de las mejores abogadas, no solo de Hawkins, si no de Indiana. Lo cuál le permitía brindarle a Jonathan y a Will una educación de calidad. Y su hermano siempre entraba en conversación, siempre hablaba de su talento para el arte. Varias de sus pinturas habían sido expuestas, siendo catalogado como un prodigio para la pintura. 

Me encantaba ver su pestañas y como las ligeras ojeras se asomaban bajo sus ojos. Como arrugaba sus labios cuando algo le inquietaba y como sacaba la lengua cuando estaba concentrado. 

Jonathan Byers me había atrapado y yo no tenía intenciones de escaparme. 

—Mi mamá me regalo un gato —dije, ignorando a la subdirectora que hablaba por el micrófono—, aún no se que nombre ponerle. 

—¿Te lo dio por ese gato que te mato?— enarcó una ceja. 

—Sip, al parecer no pudo con el cargo de conciencia —soltó una risa por lo bajo— ¿de qué te ríes? 

Mordía su labio inferior para no soltar una carcajada, lo sabía bien. Eso solía hacerlo cuando estábamos en publico y no quería interrumpir a la gente con su risa escandalosa (porque era muy escandalosa). 

—Me acordé que me marcaste llorando que tu mamá había matado a tu gato sin querer —cerró sus ojos—, perdón pero me sigue dando mucha risa. 

Entrecerré mis ojos y cruzándome de brazos. Estaba ofendida, pero no tanto. 

Revisé mi celular, ya quería irme de aquí. El gimnasio no era un lugar muy cómodo y estar rodeada de mucha gente me ponía de nervios. Pero en todo este tiempo se la habían pasado rotándose el micrófono entre el director, la subdirectora y los psicólogos.  

Rich Boy [STEVE HARRINGTON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora