Capítulo 4

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Las semanas empezaban a pasar un poco rápido para ser días normales en un pueblo de muerte, durante esas semanas las masacres también cesaron, los habitantes creían que aquel asesino se había marchado en busca de otro pueblo donde los habitantes fueran más ingenuos, todo era “normal” pero la realidad era que este pueblo no era para nada normal y les diré porque, solo presten atención a los que les diré a continuación, porque si, seguiremos con mi narración, porque si no se han dado cuenta desde la primera línea han leído mis memorias ¿o no?.

El frío era abrumador, la oscuridad no era tan densa, pero la neblina que cubría el bosque de los muertos —si, en este pueblo todo lo asociaron a muerte— si era bastante densa, mis ojos se abrieron y note que no estaba en casa ni en mi cama, por el frío podría calcular que eran entre las tres y las cuatro de la madrugada, la hora suicida decían los habitantes, lo raro de todo esto es que jamás había caminado dormida o sido sonámbula, no hasta esta madrugada donde desperté envuelta en sangre, era toda una escena de terror, donde yo bien pude ser la victima o el verdugo, sea lo que sea estaba asustada, mi piel parecía la piel de una gallina, erizada hasta la punta del dedo meñique, el vapor salía por mi boca, mis pies descalzos estaban lastimados y sucios, mi voz titubeaba, pero esta vez no había quien me salvara, pero apostaría hasta el ultimo aliento por pedir ayuda, aunque trajera mi muerte consigo.

—¡AYUDA! ¡POR FAVOR! —mis palabras eran débiles, el frío me estaba congelando literalmente, no se como pero lo hacía —¡AUXILIO! Por favor… alguien

Tiriteando, mi cuerpo cayó a la tierra de aquel bosque, sentía que ya no tenía esperanzas, mis ojos pesaban, ya no sentía la gran parte de mi cuerpo, estaba resignándome a morir congelada, en medio de un bosque que como bien se llamaba, si me trajo a mi propia muerte. Luego de unos minutos, sentí un calor abrazador sobre mi cuerpo, mi ojos no podían abrirse, pero si sentía que estaba en los brazos de alguien que me proporcionaba un calor muy abrigador, una vez más, la indefensa e ingenua Lexy fue rescatada de una muerte segura.

—¿Quién eres? —Murmuré tan débil, que creí que aquella persona que no sabía si fue la misma de semanas atrás, quizá no me había escuchado

—Has silencio, debes recuperar fuerzas

Jamás había escuchado aquella voz, pero tenía razón, debía recuperar mis fuerzas, así que me aferre a su cuello con mis manos y solté un suspiro muy suave, casi moribundo.

—Gracias…

—Descansa Lexy… yo te protegeré

—¿Quieren matarme?

—Nadie lo hará, no mientras yo este aquí…

—Bien

Unas horas más tarde, desperté en mi cama, en mi habitación, en mi casa, por alguna razón sentía un gran remordimiento en mi, tuve que levantarme rápidamente e ir al baño a vomitar, no entendía que pasaba conmigo últimamente, pero creería que despertar con sangre en alguna zona de mi cuerpo se volvería rutina, solo que no quería que lo fuera, me aterraba ser el posible blanco de la maldad de Murder, tal vez la belleza de las chicas Fell si era una maldición después de todo.

Sin pensarlo dos veces me metí a la regadera aún con mi pijama puesta, veía la sangre y la tierra caer gracias a el agua, temía que me hubiesen lastimado de mil formas y que no lo recordara, por esa razón no quería deshacerme de mi ropa, pero debía porque el mugre de las prendas seguía ahí, así que al quedar totalmente desnuda, note marcas en mis muslo, como si me hubiesen araño, y mis dedos dolían bajo mis unas, como si yo hubiera arañado a alguien, esto no era algo normal y necesitaba decirlo, el problema era que no sabía a quien, Brie me “odiaba” temporalmente y no tenía cara para buscar a Becca, estaba sola en esto, estaba sola y aterrada en esto.

Peligrosa tentación [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora