╏Saborear el triunfo╏

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Mientras, nadie se preguntó qué pasó para desencadenar tan rara conducta en ella.

En la fiesta, justo antes de la llegada de John, ya se cocinaba un plan maligno. Sam, el mejor amigo de John ya tenía futuro para el enamoramiento del mismo. Como siempre, John iría a buscar dos tragos y le daría uno a Insley.

La pregunta era, ¿cómo le atinó para que ella bebiera el correcto? Fácil.

John era zurdo y siempre, siempre, tomaba lo que agarraba en su mano izquierda. Algo que nadie sabía, solo Sam. En dado caso de que fuera a comprar una dona para él y otra para cualquier persona, la de él siempre sería la que llevara en su izquierda.

Preparó cuidadosamente la bebida, disolviendo la droga en un cantidad mínima que podría desatar un tormento, eso si no fuera Insley la que bebiera. Su organismo era demasiado para tan poca cosa.

—¿Lo de siempre? —le preguntó Sam a John con cara de inocencia.

—Lo de siempre.

Fingió servir los vasos y le entregó los dos juntos, el de ella a la derecha. Bingo.

Una hora después, Sam caminó hasta la pared de John, lugar donde siempre estaba, con un vaso en la mano. Había llegado el día en que no hubiera manera de que Insley lo rechazara, tanto así que ella misma le pediría que se quedara con él...y ...algo más. Sonrió por la victoria, podría sentir su piel bajo su tacto, el calor que ella emanaba, la manera en la que se iba a retorcerse de placer. Seguro le quedaban ganas para repetir.

Lo cierto es que al llegar, ella ni él estaban.

Tiró el vaso con el líquido gracias a la impotencia, otra vez le habían jodido sus planes.

Ahora, le había concedido un polvo exquisito a su mejor amigo. Algo que era para él.

Maldita sea.

Era claro que, el problema de Insley no fue confiar en John, sino más bien que John confiara en San e Insley en un trago que no observó cómo fue preparado.

Y en fin, sigue siendo una mierda la confianza a escala global.

Un mundo para los dos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora