03

206 41 27
                                    

¿Les había dicho a sus amigos sobre la cita con Miguel? Claro que no, iban a matarlo por no haber dicho la verdad, estaba seguro de que terminaría por recibir un sermón sobre porque está mal mentir y sobre porque la honestidad es el valor más importante de todos cuando se tiene una condición tan extraña como la que tenía su familia. Y Hiro en ese momento no estaba para esas cosas, había prioridades... como arreglarse para esa cita.

Así habían acordado que seria: Se verían al medio día en el parque central para ir al cine, luego iban a jugar un poco en el árcade y finalmente irían a tomar algo, ¿estaba nervioso? Por supuesto que si, jamás había tenido una cita con alguien que le gustará tanto como Miguel, y mucho menos siendo Hiroko. Pero no era tiempo de pensar en eso, se levantó muy temprano para poder alistarse, se baño... un baño muy largo en realidad, donde uso todas las sales de baño que sabía que usaba tía cass, también uso todo lo que ayudaba a que su piel se viera suave y perfecta.

Una vez esa fase estuvo lista comenzó a alistarse, se puso una camisa blanca y el vestido negro negro de su madre encima, unas pequeñas calcetas negras y unos tenis blancos, además una bolsa blanca que le había tomado prestada a su tía, esa que era para ocasiones especiales. También había hecho unas cuantas compras para ese día, solo lo más necesario, un par de broches para el cabello, una tinta para labios, rizador y mascara de pestañas.

- de acuerdo Hiro, es hora... - respiro profundo y se subió al mueble más alto de su habitación, después de pensarlo unos segundos se dejó caer- ¡auch!

La única ventaja de su maldición es que era incapaz de desarrollar marcas o moretones, pero el dolor seguía presente en cada golpe, traer a Hiroko era algo de pensarse. Una vez ella se hizo presente volvió al espejo, cepillo su cabello lo mejor que pudo, rizó sus pestañas y las resaltó con la mascara, finalmente pinto sus labios con una tinta color cereza. Estaba listo.

🌸🌸🌸

Acababa de llegar al lugar, completamente puntual como nunca solía ser, y estaba esperando pacientemente que llegara. La sensación de usar una falda era muy extraña, sentía demasiado aire por todos lados pero debía de admitir que era cómodo usar una, estaba revisando su apariencia por última vez cuando llegó.

- Hiroko, hola - sonrío Miguel y se acercó para saludarla con un tímido beso en su mejilla - ¿esperaste mucho?

Ay por Einstein, acababa de besarle la mejilla, Miguel jamás lo había saludado así, oh por... no, Hiro, concéntrate.

- Hola Miguel - respondió sonriente - para nada, en realidad acabo de llegar.

- Que alivio, me había preocupado pero parece que llegue justo a tiempo - entonces su actitud parecía algo nerviosa - por cierto... luces hermosa, quiero decir, siempre luces hermosa pero bueno, creo que me entiendes.

Hiro solo asintió con un sonrojo en su mejilla, Miguel jamás le había dicho algo así, siempre fue un "Hey, Hiro. Luces bien", se sentia en un sueño. Entonces tomo valor y dijo lo que siempre quiso decir.

— tu también luces realmente guapo — dijo — todos los días, claro.

Ambos tenían una actitud tímida, como si fueran pequeños adolescentes en su primera cita con la persona que amaban, y por un momento Hiro olvidó que estaba siendo Hiroko por un tiempo.

La primera parada fue el cine, Miguel fue un caballero desde el inicio, pues de camino a la plaza mantenía a Hiroko del lado contrario al que pasaban los autos y la tomaba de la mano siempre que iban a cruzar las calles. En el cine, compraron palomitas y dulces para ambos, Hiro pidió gomitas y Miguel le dijo que le parecía adorable que le gustaran tanto. La película fue de superheroes, pues ambos parecían amar ese tipo de filmes, y aunque estuvieron muy atentos a ella todo el tiempo, se la pasaron tomados de la mano durante toda la función.

En la segunda parada de la cita se la pasaron bastante bien, jugaron muchos tipos de juegos en el árcade, Miguel tuvo que enseñarle como lanzar los balones para meter una canasta en ese juego, porque no es un secreto que Hiro no era muy bueno en los deportes que involucraban balones, a Rivera eso le encanto porque pudo percibir mejor el aroma a flores que desprendía Hiroko ese día.

Para la tercera parada se detuvieron en una heladería bastante grande, donde fácilmente podían quedarse a tomar ahí su postre. Miguel pidió de vainilla, Hiro pidió de galleta oreo.

— no sabia que cantabas — dijo Hiro — seguro lo haces increíble, tu voz es realmente bonita

Un sonrojo se hizo presente en las mejillas de Miguel

— si quieres puedo cantar algo para ti — respondió — la siguiente cita, claro.

¿La siguiente cita? Pero no debería haber otra más, esto era solo para no quedarse con el hubiera, claro que no puede haber otra, es peligroso y malo y...

— claro que si — respondió sin pensar — me encantaría.

Bueno, una cita más, luego diría que Hiroko se había ido al extranjero.

— creo que es increíble que estudies biología — halagó Miguel. — aunque era de esperarse, eres muy inteligente.

— oh, gracias — rie levemente, si, debía seguir con la historia que se había inventado— a mi se me da más eso que la Robotica, aunque tanto a Hiro como a mi nos gusta mucho la ciencia.

— si, Hiro es demasiado inteligente — respondió — me llevó muy bien con tu primo, es un gran amigo, pero no creo que pudiera seguirle el ritmo

Ambos rieron por ello, aunque la risa del asiático era ligeramente incomoda. A Miguel le gustaban las chicas inteligentes pero no los chicos inteligentes. Luego de terminar el helado Miguel acompaño a su cita hasta el Lucky Cat, porque no dejaría ir sola de regreso a una chica tan linda como Hiroko Hamada.

— me alegro tanto de que hayas aceptado esta cita, me la pase increíble hoy — dijo Miguel.

— lo mismo digo — respondió Hiro — fue la mejor cita de todas.

Intentaba no soltar un suspiro enamorado

— realmente creo que le debo una a Hiro — Miguel soltó una pequeña risa.

— si... supongo.

Se miraron a los ojos

— entonces... me despido, Chinita — se acerco a besar su mejilla — ten dulces sueños.

Hiro se sintió en las nubes por ese nuevo beso en su mejilla

— regresa con cuidado — se despidió con un movimiento de mano — y espero que también tengas dulces sueños.

— los tendré... porque seguro soñaré contigo.

Luego de aquella despedida Hiro entró al café, y luego de subir a su habitación, Hiroko desapareció, dejando solamente a un chico emocionado por una cita en la que él ni siquiera había sido participante.


Kanojo (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora