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La segunda cita que habían planeado sería en un museo, exactamente en el museo de arte de San Fransokyo, luego irían a su departamento pues Miguel quería mostrarle la canción nueva en la que estaba trabajando. Pero eso sería hasta el siguiente fin de semana, los sábados eran los únicos días libres que tenían ambos en sus trabajos.

Por lo mientras debía concéntrate en el trabajo en el café, aunque claro debía de tener mucho más cuidado de lo normal para no sacar a Hiroko en cualquier momento, tenía que estar atento para evitar los golpes.

Así que ese era otro día, como siempre desde hace un tiempo, se alistó para estar en la caja exactamente treinta minuto antes de las diez de la mañana, quería ver a Miguel justamente como lo hacia todos los días. Sonrio amplio al verlo entrar en el café, llevaba su típica sudadera roja que lo hacía resaltar de una forma tan linda... y llevaba flores, por dios, llevaba flores, ¿eran para él?

- buenos días Hiro - sonrio amplio - por cierto, antes que nada, quería agradecerte por haber organizado esa cita con Hiroko, ella es... de verdad es una chica increíble.

Miguel parecía tener una actitud tímida, pero realmente lucía encantado por Hiroko... si, por Hiroko, pero pensando en otras cosas, se veía lindo sonrojado.

- no es nada - respondió - a ella también le gustaste mucho.

Entonces sintió ganas de estornudar, ay no, sus alergias, aguanta Hiro aguanta.

- ¿ella se encuentra ayudando hoy? - preguntó - es que le traje estas rosas...

- oh no, ella no viene aquí siempre, solo de vez en cuando - cada que había un golpe de por medio. Su nariz comenzó a cosquillear de nuevo, vamos resiste - pero yo puedo entregárselas, a Hiroko le encantan las flores.

Podía fingir que Hiroko no tenía alergia a las flores y al maní como el, bueno quizás al maní no, eso sí era peligroso. Pero podría resistir una nariz tapada y ojos llorosos por las primeras flores que Miguel le dio... a Hiroko, claro.

- ¿de verdad? Gracias - entonces se las entregó - por favor dile que son de mi parte, y que tienen una pequeña nota entre ellas.

- claro que si, yo le digo.

Pero no aguantó más, uno, dos, tres estornudos para nada discretos. Ay no, que vergüenza.

- Hiro, amigo. ¿Estás bien?

A M I G O, si, Hiro era su amigo, Hiroko es la chica que le gustaba.

- si, si... no fue nada - trato de ignorar lo ocurrido - ¿vas a ordenar algo?

- bien... - respondió dudoso - un latte helado, por favor.

- a la orden.

Miguel se fue poco después de eso una vez que le entregó el café, y fue en ese momento en el que corrió directamente hacia el botiquín de primeros auxilios para tomar algo para sus alergias. Cuando sintió que ya hablaba normal otra vez, rápidamente tomo la nota de su ramo y la leyó.

"Para la chica más hermosa de San Fransokyo.
Estoy ansioso por nuestra siguiente cita. Espero que te gusten las rosas, chinita."

Y si, le habían encantado... pero a sus alergias no.

🌸🌸🌸

Necesitaba ayuda, claro que la necesitaba, pero ¿como iba a pedirle ayuda a su amiga que claramente le había dicho que no hiciera lo que hizo? Si, esa era una gran pregunta. Pero no podía ir a la siguiente cita con la misma ropa que la vez anterior, eso sería sospechoso, muy sospechoso.

Aunque seguro Miguel no sospechaba nada.

Se armo de valor para ir hasta la casa de su amiga, necesitaba su ayuda para elegir más ropa linda para su cita, quería que Miguel volviera a decirle que lucia hermosa.

Por lo mientras debía suavizar camino hasta decirle a Honey que necesitaba su apoyo para vestir femenino. Llegó a su departamento con una docena de donas glaseadas del Lucky cat, le ayudo a su proyecto personal de ingenieria con polímeros, lavó su ropa y finalmente le pinto las uñas. Para la rubia esas actitudes eran muy extrañas, porque Hiro solo le regalaba las donas glaseadas cuando realmente necesitaba un favor, así que lo supo re inmediato.

- ¿en que necesitas ayuda, Hiro? - preguntó divertida.

-¿yo? Yo no necesito ayuda - dijo muy obvio con sus intenciones - yo solo quería complacer a mi amiga, claro.

- eso es justo lo que me decía Tadashi antes de pedirme un favor - dijo con cierto toque de melancolía - vamos, dime ya que necesitas.

Hiro se quedó en silencio, con una pequeña sonrisa incluida por el recuerdo de su hermano, y poco después de pensarlo unos segundos más decidió hablar.

- necesito tu ayuda para comprar ropa

- ¿no ya eres muy grande para eso? - preguntó divertida - tienes 19 años.

- no me refiero a eso... - la miro - prométeme que no te vas a enojar

- Hiro, no soy tu mamá

Hubo otro silencio

— necesito que me ayudes a comprar ropa para mi cita con Miguel

Hiro recibió un almohadazo, Hiroko pareció por 5 segundos y desapareció

— Dijiste que le ibas a decir la verdad.

— se que lo dije pero... — suspiro — a el le gusta Hiroko, no le gusto yo... jamás voy a poder tener algo con él ¿entiendes Honey? Al menos quiero poder sentir lo que sería salir con Miguel, solo por esta vez ¿si?

Honey no pudo evitar mirarlo con algo de pena, realmente jamás había visto así de enamorado a su joven amigo, ni siquiera cuando tuvo su primera novia hace varios años.

— no vas a poder mantener esta mentira, Hiro.

— Lo se, por eso... luego de esta cita le diré que Hiroko ya no esta interesada — o que se fue a otro país, ya vería que hacer — solo ayúdame por esta vez.

La chica de lentes, aún muy en desacuerdo con la situación, lo pensó otro poco, y finalmente cedió ante la carita de cachorro indefenso con la que el chico Hamada la miraba.

— bien, te ayudare — aceptó— pero no estoy de acuerdo con esto, y espero que le digas pronto la verdad a Miguel... lo digo por tu bien Hiro. Puedes salir lastimado.

— tranquila Honey, lo tengo bajo control — respondió — gracias por tu ayuda.

Lo tenía bajo control, no había nada de que preocuparse, el sabía cuando detenerse, pararía en cuanto sintiera el peligro.

Kanojo (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora