𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐂𝐢𝐧𝐜𝐨

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«𝐔𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐞𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫»

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El pegajoso suelo hace que sus botas se sientan viscosas, pero eso no lo detiene.

Andreus de Alger Obelia, hijo de la princesa Donna Shaw De Shiodonna y del príncipe consorte y emperador Anastacius De Alger Obelia, observa con determinación el cuerpo de todos aquellos nobles que han sido asesinados. Pobres incrédulos, pensaron que al decir un simple «lo sentimos» devolvería a la princesa de cabellos rubios. 

Anastacius observa con diversión como la condesa Rosalía llora con un cuchillo enterrado en el abdomen y su hermoso (asqueroso) rostro estaba observando hacía los cuerpos de todos aquellos nobles que se habían dejado corromper por las riquezas que se les había prometido y en una esquina, Roger Alfierce susurra desesperado el nombre de su ex-esposa, quien si bien no era la madre de Ijekiel; sino su madrastra, si era su verdadero amor. Quiere reírse, se quiere burlar de todo lo que está pasando y lo que están pensando, cuando sus orbes enjoyados se posan en su hermano y en el monstruo que era su "hija".

- ¿Ya los vas a despertar? - cuestiona hacia Andreus

- Si, pero antes, los quiero separados, esa maldita soltará toda su magia negra - dice Andreus

Acatan las órdenes. Pronto Claude está sentado en una de las viejas sillas, su cuerpo es atado gracias a los hermanos Irain quienes le apuntan con sus armas, y Zenit está del otro lado, su cuerpo amarrado por cadenas hechas de magia absoluta y estaba rodeada de piedras anti-magia negra.

Orgulloso, Andreus se sienta sobre el trono de oro, su padre con tranquilidad estaba a su lado, posando su mano sobre uno de sus hombros, y sus más leales estaban esparcidos por el recinto.

- Lucas, puedes despertarlos - sonrío Andreus

Lucas asiente, desea matar a la perra que lastimó a su amada y lo hará, pero antes; hará que el emperador llore sangre.

Un chasquido se escucha, pronto ambos despiertan del sueño forzado, un sueño que no era para nada placentero.

- ¡Buenos días! - exclama alegre Andreus, su sonrisa es depredadora - Oh por favor, quiten esas caras, que aún no los voy a matar

- ¡Monstruo! - grita la morena, mientras sus ojos azules enjoyados parecen llenarse de locura - ¡Eres un maldito monstruo como la perra de Athanasia!

Cuando termina eso, el hijo del conde Solaris le suelta un puñetazo en la cara, logrando que su nariz se rompa y una espesa sangre negra caiga de la misma.

- ¡Ugh! Que asco - exclama el joven, haciendo un mueca al notar su camisa blanca mancharse de aquel espeso líquido - Hasta tu sangre es horrible y podrida

Las palabras del futuro conde, llaman la atención del emperador, quien desorientado, observa a su amada hija.

- ¡Bastardos! ¡¿Qué le han hecho?! -

Su grito desesperado hace que los presentes cuestionen lo que habrá pasado con el fabuloso emperador, pero el joven príncipe lo observaba con frialdad y los ojos rojos del gran mago le observan con odio, tanto al monarca como a la pequeña morena.  

- Vaya tío, usted ladra como el perro de allá - se burló Andreus, mientras señalaba al duque - Pero vamos, realmente no puede estar enojado porque hayamos acariciado suavemente a mi querida hermana 

- ¡Yo no soy tu hermana! - grita desesperada la morena 
- ¡Ella no es tu hermana! - asegura el emperador 

Andreus hace una mueca, esta harto de escuchar los gritos de aquellas personas, por lo cual, con ayuda de sus magos más hábiles y fuertes, comienza a limpiar al emperador, quien grita por el dolor que sentía en todo su cuerpo.

𝐄𝐥 𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐞 𝐃𝐞 𝐀𝐭𝐡𝐚𝐧𝐚𝐬𝐢𝐚¹ «𝐏.𝐄»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora