CAPÍTULO XIV

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Miro por última vez la puerta de la casa en la que me hospedaba. Massimo ya se había ido hace dos días. Yo no estaba segura si regresar a Italia. Si bien, aun hay cosas que debo resolver aquí.

Me ecaracterizaba por ser una periodista que terminaba todos sus trabajos, aunque estas no me inspiraron de ninguna manera. Aceptar esta ridícula entrevista hizo que todo se tornara disparejo. El orden que tenía se había desordenado. Ya nada era igual.

Y ahora me encontraba esperando un bus para llegar, aunque sea, a la esquina de Tokio. Por primera vez, escapando de lo que vendrían siendo mis responsabilidades.

No pude tener una charla con Koichi-kun, aunque suene muy extraño de mi parte, tenía miedo de dejarme llevar por mis emociones, yo soy una persona racional que podía solucionar los obstáculos sin problema, al menos antes de llegar aquí.

Morioh-cho se ve más hermosa cuando está atardeciendo. Me subo al bus que sin darme cuenta por estar perdida en mis pensamientos, se encontraba frente a mi. Pagué y saludé al conductor para ir al fondo del autobús en un asiento justo a la ventana.

No sé con qué cara llegaré a ver a mi sobrino. No pude conseguirle el manga que tanto le gustaba, ni el autógrafo de su autor favorito ¡Ni una palabra pude conseguir de ese odioso mangaka!

No pude despedirme de Josuke-kun ni Okuyasu-kun por mi absurda cobardía. Quizás nunca más volveré a ver al pequeño Koichi ¡soy una tonta!

Sin querer una lágrima bajaba de mi mejilla izquierda. La limpié con las yemas de mi mano derecha, viendo como había comenzado a llover en las calles de Tokio.

Me bajo del bus junto a los demás pasajeros. Puedo ver que un taxi viene detrás y levanto mi mano derecha para que se detenga.

-¿A dónde se dirige, señorita?- Me pregunta con amabilidad el chofer.

-Hacia el aeropuerto, por favor- Le respondo de la misma manera.

Cierro los ojos un momento. Un nudo en la garganta me invade cada vez que nos acercamos más al aeropuerto.

Tengo la sensación de que no debo irme. No, no es eso. Es porque no resolví los inconvenientes que tuve acá, y eso me hace tener escalofríos. Las cosas siempre las completaba, pero ahora...

Me bajo del taxi y tomo mi equipaje del maletero. Me dirijo al interior del terminal y voy directo a comprar mi boleto de avión.

Me siento y miro hacia al frente. Las ganas de llorar me invaden otra vez. Me siento tan incómoda. Dejar las cosas a medias no es una característica mía. Me tiemblan las manos ¿Por qué tuve que irme y hacer como si nada hubiera pasado? Yo, Rosetta Ghirga no era capaz de hacer eso hasta que llegué a Japón. Me trajo un montón de problemas que yo misma sabía que se vendrían encima y aun así acepté, porque sabía que podía lograrlo.

Pero ese mangaka, ese coglione, ese tal Kishibe Rohan...

Un agudo dolor me invade el cuello. Suelto los boletos que tenía en mi mano derecha y la dirigo hacia la nuca. Miro mis dedos, es sangre.

Cuando agacho la mirada, encuentro una punta de una flecha sobresaliendo por mi cuello. Lancé un grito y caí al suelo, la respiración se me iba y apenas podía moverme.

Escuché pasos apresurados a mi alrededor, mi vista estaba borrosa. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, no sabía si de dolor o de tristeza, pero ahí estaba esa molesta sensación.

-¡Llamen a una ambulancia!-

-¿Hay algun doctor?-

-Resista, señorita-

Open Your Heart, Kishibe Rohan ¡ACTUALIZANDO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora