En tus brazos
En cuanto abrí mis ojos y vi a Snape inclinado hacia mí, tuve una sensación tan extraña en mi estómago que estuve a punto de lanzarme a abrazarlo. (Que bueno que no lo hice o ahí habría acabado la aventura). Jamás creí que me alegraría de verlo vivo. Pero el dolor de mi tobillo me obligó a volver a recostarme, cerré los ojos mordiéndome los labios para no gritar de dolor.
— Tiene el tobillo roto, Potter, será mejor que no lo mueva demasiado.
— ¿Roto? ¿En serio? —cuestioné sarcástico cuando por fin pude hablar—. ¿Lo dedujo por sí mismo o su sexto sentido le avisó?
— Bien, como parece que se siente mejor para ser tan detestable como siempre, Potter, ahora puede decirme en qué demonios pensaba cuando se arrojó al tornado de esa forma tan imbécil.
— ¡Hey! Sólo intentaba ayudarle.
— Le dije que buscara a Dumbledore, ahora no sabrán lo que sucedió.
— Pero dijo que él le había pedido salir a los patios.
— Me dijo que cambiara de ambiente, no le dije exactamente a dónde iríamos... Además, se supone que esto no debió pasar, nadie puede desaparecer de Hogwarts.
— ¿Entonces qué sucedió? ¿En dónde estamos?
Snape no me respondió, se puso de pie mirando a su alrededor y yo hice lo mismo, claro que sin levantarme, era complicado moverme por el dolor. Estábamos a los pies de una montaña justo al inicio de un extenso valle rodeado por altos cerros boscosos. El sol lanzaba sus últimos rayos rojizos anunciando su despedida ese día. Eso a Snape no parecía gustarle nada, lo cual no me intrigó en lo absoluto, mi Profesor no era de los que se detenían a mirar un atardecer. Nada más de imaginarlo me da vértigo.
— Potter... —me habló sin mirarme—... espere aquí.
— ¿Que espere? —cuestioné alarmado al verlo partir—. ¿A dónde va? ¡Snape, regrese!
Pero Snape me hizo el mismo caso que se le hace a Gilderoy Lockhart cuando te invita a mostrarte su colección de autobiografías, y continuó caminando ladera abajo, muy pronto quedó fuera de mi campo visual y me sorprendí respirando agitado. Asustado por no poder ni moverme y furioso con Snape por dejarme ahí sin importarle nada.
No pasó mucho tiempo antes de que Snape regresara pero a mí, que tuve que quedarme bajo ese sol ardiente bastante enojado, me parecieron siglos. Pensé en ignorarlo, pero me fue imposible hacerlo cuando lo vi acuclillándose junto a mi pie.
— ¿Qué está haciendo? —quise saber, instintivamente retrocedí la pierna, grave error pues eso provocó que el dolor aumentara.
— Entablillarlo, no podrá moverse si no lo hago.
— ¿Porqué mejor no pedimos ayuda? ¿Dónde quedó mi varita? —hasta ese momento me di cuenta que no la tenía a la mano.
— Aquí la tiene. —me dijo el desdichado arrojándomela, apenas alcancé a atraparla antes de que el karma me cobrara haberla metido dentro de las narices de un Troll en mi primer año de escuela—. Pero no servirá para pedir auxilio, Potter ¿o es que cree que no lo he intentado?
— ¿Qué quiere decir con eso?
Snape suspiró sin disimular que se armaba de paciencia, tomó su propia varita invocando a su Patronus. Vi aparecer una cierva plateada que trotó hacia el horizonte durante unos segundos antes de regresar como si se tratara de una película trasmitida en reversa y volvía a fundirse en la varita de Snape. Nunca había visto que sucediera algo parecido. Por lo pronto mejor ni mencionar la impresión que tuve al ver la forma del Patronus de Snape.
— Ni el Patronus logra localizar Hogwarts. —notificó Snape con seriedad—. No tengo idea de dónde estemos, Potter, ni siquiera si estamos en la misma dimensión o tiempo ¿no ha notado que está a punto de anochecer?
Preferí no responder, no vaya a ser que fuera una pregunta con trampa, pero la alarma en mis sentidos me dijo que debía confiar en las palabras de Snape, después de todo yo no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, sin embargo no creía que hubiesen sido tantas horas.
— ¿Qué haremos ahora?
— Por lo pronto ir a un refugio donde pasar la noche. —me informó señalando colina abajo—. Encontré un recodo en las faldas de la montaña que nos servirán para dormir, mañana temprano recorreremos el valle esperando encontrar civilización.
— ¿No podríamos simplemente aparecernos?
— Merlín, dame paciencia. —gimió con los dientes apretados—. ¿Es en serio que hace esa pregunta, Potter? ¿Podría decirme en dónde aparecer? Es mejor que no nos arriesguemos si no queremos terminar escindidos en la inmensidad de la nada.
— De acuerdo, fue sólo una pregunta estúpida pero tenía que hacerla.
— ¿Ahora me permite entablillar su tobillo?
— ¿Me permite otra pregunta estúpida más? —cuestioné sin esforzarme en ocultar que imitaba el mismo tono impaciente de mi "paciente" Profesor.
— ¡Por favor! me mata la curiosidad saber el límite de sus taras.
— ¿No conoce ningún hechizo que pueda sanar mi tobillo en lugar de entablillarlo?
— Conozco una poción, lamentablemente olvidé traer mi caldero y almacén conmigo, disculpe usted.
Fruncí el ceño, no me quedaba más remedio que aceptar la rústica terapia de Snape. Me preparé mentalmente para pagar con dolor por mis antiguas afrentas, pero para mi sorpresa el Profesor fue bastante cuidadoso cuando me quitó el zapato enredándome el tobillo con unas hojas amplias y sedosas que esparcieron calor a mi articulación y luego usó unas ramas que unió con magia de tal manera que mi pie quedó totalmente inmóvil y para mi asombro, sin dolor.
Al mirar el resultado quedé francamente sorprendido, no tenía nada de rústico.
— ¿Cómo aprendió a hacer eso?
— Fui niño explorador.
Comprendí que Snape bromeaba pero eso me aturdió aún más que un comentario sarcástico. Intenté levantarme pero nuevamente Snape me lo impidió.
— Potter, no puede apoyar en su pie o se arruinará el entablillado, le ayudaré a llegar al refugio.
— ¿Cómo?
Una nueva sorpresa aceleró mi corazón cuando Severus Snape, mortífago y cruel despiadado gilipollas, me levantó en brazos prácticamente sin ningún esfuerzo.
— Oh por Dios. —gemí sonrojado—. Esto no puede estar pasando.
— También es emocionante para mí. —se burló Snape al tiempo que empezaba el descenso por la ladera—. Sosténgase bien, Potter, no iremos demasiado lejos.
Yo no sabía de dónde sostenerme, me parecía ridículo rodear el cuello de Snape y recostarme en su hombro, pero al final me atreví a hacerlo, sobre todo porque de esa manera evitaría mirarlo a la cara y que éste no notara que toda la sangre de mi cuerpo se aglomeraba en mis mejillas.
Por fortuna Snape no mintió y fueron pocos minutos los que tuve que soportar la vergüenza de ser transportado como una niña herida.
El refugio era una cueva muy pequeña pero no tenía intención alguna de protestar. Por lo menos ahí estaríamos secos y cobijados pues mientras el sol se iba escondiendo, la temperatura ambiental descendió varios grados. Snape me ayudó a bajar en un lugar plano, sin rocas que hicieran incómoda mi estancia. Estaba anonadado, me pregunté en ese momento si un tobillo roto ponía en riesgo de muerte a alguien, sólo siendo un moribundo me habría esperado un gesto de consideración de Snape.No, creo que ni moribundo.
En silencio, lo vi recoger unas ramas secas de los alrededores y hacer una fogata justo en la entrada, apenas a tiempo antes de que la noche cayera por completo.
— Será mejor que durmamos lo más posible, mañana buscaré algo de comer y beber antes de emprender la caminata, Potter.
— ¿Quiere que me quede de guardia? —me ofrecí intentando ayudar en algo.
— No es necesario, colocaré unos hechizos de protección, nadie podrá acercarse sin que nos demos cuenta. Ahora a dormir.
Asentí e intenté acomodarme en mi lugar mientras Severus Snape lo hacía a mi lado. Nuevamente el hombre me sorprendió al brindarme su capa para que me cobijara.
— Yo estoy más cerca del fuego, no la necesito, Potter. —se adelantó el Profesor a decirme, antes de que tuviera oportunidad de abrir la boca y protestar.
Volví a asentir en silencio, no me sentía cómodo aceptando ofertas generosas de Snape pero también sabía que nada le haría cambiar de opinión.
Fue difícil poder conciliar el sueño, el piso era duro y Snape roncaba, no es que fuera un ruido molesto, por el contrario. Aunque estaba acostumbrado a los ronquidos de mis compañeros de dormitorio, el de Snape me pareció diferente, mucho más acompasado y grave, como un varonil ronroneo que hipnotizaba. Me acerqué un poco más a él, recostándome de lado como acomodándome para disfrutar de una relajante melodía.
Cerré los ojos cubriéndome bien con la capa hasta el cuello y logré quedarme dormido casi al instante.
Cuando desperté me sorprendió sentirme tan descansado a pesar del lugar en el que estaba. Recordé que ni siquiera había hecho los ejercicios de oclumancia y aún así no tuve ningún mal sueño, es más, estaba casi seguro de que habían sido muy relajantes, como si hubiese sido adormecido por un aroma a hierbas.
Busqué a Snape pero el hombre no estaba cerca. La fogata estaba casi a punto de extinguirse por lo que me acerqué como mejor pude, intentando no apoyar mi pie en el piso, y coloqué más ramas secas en las llamas logrando así volver a avivarlas.
Justo entonces el Profesor volvió a la cueva. En sus brazos llevaba un envoltorio hecho con su propia túnica por lo que ahora llevaba puesto sólo un sencillo pantalón con camisa blanca y un chaleco negro de la misma tela que su túnica.
Juro por mi Saeta de Fuego que nunca me había detenido a pensar en lo que había bajo la amplia túnica de Snape pero con esa apariencia informal me parecía mucho más joven.
— Encontré un árbol de manzanas. —me dijo mientras dejaba caer el bulto y aparecía un montículo del fruto.
El estómago me gruñó de inmediato y rápidamente tomé una de ellas, cada uno de los bocados me parecía un extraordinario banquete, y aunque hubiera dado lo que fuera por un pie de melaza nunca me habría atrevido a despreciar lo que Snape llevó para nosotros.
— ¿No ha intentado volver a comunicarse con Dumbledore? —pregunté mientras comía mi tercera manzana.
— Lo hice pero con los mismos resultados, me temo que la situación es más complicada de lo que pensé.
— Tal vez este lugar tenga algún tipo de protección mágica que nos mantenga incomunicados, quizá si salimos fuera de sus límites corramos con mejor suerte.
— La única magia alrededor es la nuestra, Potter. —me informó Snape sin poder disimular su preocupación—. ¿Cómo durmió anoche?
La manzana casi se me atoró en la garganta al escuchar la pregunta de Snape, no pude evitar recordar haberme adormecido escuchándolo roncar así que bajé la mirada para que no notara mi turbación.
— Bien, supongo... ¿gracias? ¿y usted?
— Que tierno, Potter, supone que es una cortesía, pero me refiero a si no tuvo sueños o pesadillas sobre el señor oscuro.
— A decir verdad, no. —confesé respirando más tranquilo—. Hacía mucho que no dormía tantas horas seguidas.
— Eso me temía.
— ¿Son malas noticias?
— Su enlace con el Señor Tenebroso es fuerte, Potter, ahora lo único que se me ocurre pensar es que ni él podría localizarnos. Es como...
Snape se detuvo, desvió su mirada hacia la extensión del valle que se abría frente a nosotros. Esperé la respuesta en silencio, la expresión del Profesor me decía que no tenía nada bueno en mente.
— ¿Profesor? —le llamé cuando lo consideré pertinente, arriesgándome a que me lanzara una manzana a la cabeza.
— Preferiría no aventurarme en conclusiones, Potter, deje de hacer tantas preguntas y alístese para retomar la caminata. Debemos encontrar la forma de volver.
Noté de inmediato que las últimas palabras de Snape conllevaban un tono de alarma más que de esperanza.
Apagué el fuego y volví a envolver el resto de las manzanas en la túnica de Snape, pero cuando éste se giró hacia mí comprendí sus intenciones y nuevamente el corazón volvió a latirme con fuerza.
"Oh por Dios... quiere llevarme de nuevo en sus brazos" Pensé angustiado.8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8º8
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A la aventura de amarte
FanficLo que parecía era un día cualquiera, marcará la fecha en que el rumbo de la historia de Harry Potter dará un giro inesperado. Es el momento de conocer su más grande secreto. Snarry