Y así llegamos al final

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Y así llegamos al final






Ah, pero eso no fue todo. Después de lo sucedido en la torre de Astronomía y justo cuando creí que ya nada podía sorprenderme, el muy bastardo, en su lecho de muerte me reveló que había tenido un flechazo ¡con mi madre!... no, si ya estaba para ser protagonista del más escandaloso talk show.


Es para pasarse un par de meses en el pabellón psiquiátrico de San Mungo. Pero bueno, me ayudó mucho el hecho de estar acostumbrado a lo poco común.


Además...


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Tres horas y media después...


Perdón por la interrupción. Continuemos con la historia... ¿en qué me quedé?
A ver, estaba relatándoles las sorpresas que me llevé con Snape, pero al final de cuentas no importan mucho. Es más, creo que sin ellas no sería lo mismo. ¿Aturdido? Bienvenidos a mi mundo.


En serio, tampoco soy perfecto, así que la hemos pasado genial superando nuestros errores, ahora nos tenemos el uno al otro para ayudarnos mutuamente.


Sí, como bien saben, no murió. Por suerte que hizo caso de mi recomendación de llevar siempre consigo un recipiente con su más poderoso antídoto contra serpientes. También yo volví de la muerte, y todo gracias a que sabía que podía hacerlo, podía viajar entre mundos. Ese poder sigue ahí y pretendo no volver a utilizarlo nunca... aunque tampoco nunca se sabe.


Lo cierto es que me alegra que ese segundo viaje a un mundo diferente no tuviera a Snape a mi lado. Gracias a eso tuve la oportunidad de convencerle muy sutilmente... ok, lo acepto, le rogué y mucho, para que se relajara y aceptara que mis sentimientos por él no habían cambiado en ninguno de los mundos, que lo seguía amando y que él también me amaba a mí.


Fue difícil, pero no desistí. Y al final obtuve mi recompensa.


Hace cuatro años que estamos casados y aún el mundo se pregunta cómo es que terminamos juntos y seguimos juntos a pesar de todo este tiempo. Realmente sacudimos a la sociedad cuando, sin más ni más, anunciamos que nos habíamos casado. Nadie se lo sospechaba, ni siquiera mis mejores amigos.


La historia de cómo y cuándo inició nuestra relación no era sabida por nadie hasta este momento en que confieso mi más preciado secreto.


Precisamente hace unos momentos la interrupción se debió a que Snape, quien terminó de trabajar en su escritorio revisando fórmulas de pociones y maleficios, se acercó a mí y leyó por encima de mi hombro.


— No juzgo tu decisión de escribir sobre esos días de nuestras vidas, Potter... ¿pero no crees que podías ser un poco más sutil en ciertos pasajes?


Ahí lo tienen, te dan un anillo y ya pretenden censurarte.


— He sido bastante sutil. —afirmé con orgullo—. Me reprimí para no mencionar tu polla tan dura... grande... y deliciosa. —continué mientras iba besando su rostro, ansioso de despertarle al deseo.

— Prométeme que no escribirás eso.

— Lo prometo. —mentí.


No sé si me creyó pero en esos momentos ambos estábamos ya tan calientes que lo único que queríamos era saborearnos. Me tomó en brazos llevándome hasta nuestra habitación. No es por presumir pero además de tener el más apasionado de los esposos también tengo al más dulce y romántico... y es el mismo.


Cada noche, sin falta, me lleva a la cama en sus brazos. Es un modo cómplice de honrar el inicio de nuestro amor.


Nos amamos largamente, sin prisas, mañana es domingo y ninguno de los dos tiene que abandonar la cama. Es mi día favorito de la semana. Me enloquece sentir sus manos en mi cuerpo desnudo, y usar las mías para provocarlo.


Mi magia sigue descontrolándose cuando estamos juntos, pero eso a Severus no le molesta, por el contrario, entre más descontrolada se le nota más extasiado. Claro que tuvimos que colocar unos cuantos hechizos protectores para que solo nuestra habitación se viera afectada, y es por eso que la mantenemos lo más sobria posible. Sería muy caro comprar candiles, colchones o cortinas cada vez que tenemos sexo. Hasta los hechizos de reparación dejan de funcionar al cabo de un tiempo.


Bien, seguiré su consejo y no entraré en demasiados detalles. Sólo resaltaré una vez más que es una bestia en la cama, en el buen sentido de la palabra, que me llena en mi totalidad y que cada que lo siento dentro de mí, mi cuerpo se convulsiona y quiero arañarlo y morderlo, comérmelo todo y... lo siento, me desvío del tema.


Ahora mismo lo veo dormir a mi lado y me siento plenamente feliz. Antes de quedarse dormido me vio tomar mi libreta para continuar escribiendo y volvió a advertirme que no escribiera intimidades subidas de tono. Mañana le mostraré lo que escribí, volverá a entrecerrar sus ojos y usar esa voz tan sensual que adopta cuando amenaza con matarme.


Oh, Merlín, vuelvo a excitarme y él ya está dormido.


... aunque no creo que se queje si lo despierto para un poco más de sexo.


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Bien, hubo quejidos, no quejas, así que me doy por bien servido. Lo malo es que ahora se le ha ido el sueño y lee por encima de mi hombro.


"No escribas eso" "Necesitas mejorar tu caligrafía"... "¿Qué tiene de malo que lea por encima de tu hombro?"... "¡Te dije que no escribieras eso!... ¡Tenías que ser un Potter!"


Enseguida regreso, conozco una forma de que nos deje retomar la historia.


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Bien, continuamos... otra vez, ¿en qué me quedé?


Cierto, así es como Severus Snape terminó perdidamente enamorado de mí, y como yo me convertí en alguien que cree que el destino se equivocó y me brindó la fortuna que debía ser de alguien más, no sé, de algún ganador del premio Nobel de ciencias o del Sultán de Brunei... qué se yo.


El hecho es que si mil reyes intentan quitármelo ahora soy capaz de convertirlos en gusarapos y alimentar con sus trocitos a los Kappas del lago negro. ¡Y eso si tienen suerte de encontrarme de buen humor porque...!


Respiro profundamente... nadie está amenazándome... Severus es mío... respiro.


En realidad nada me relaja más que mirarlo, justo como está ahora a mi lado, durmiendo apaciblemente, sus pestañas oscuras cerrando la puerta a sus hermosos ojos negros, y su cabello esparcido por la almohada. Tiene un gesto muy mono, frunce un poco el ceño, quizá hasta en sus sueños está reprendiendo mocosos... pero no teman, es el hombre más... No, olvídenlo, no puedo decir que es el más justo y ecuánime, pero no importa, me gusta su carácter tan explosivo. Tampoco es que pueda juzgarlo por eso.


Lo veo y siento que no puedo amarlo más, pero mañana cuando despierte sabré que me habré equivocado, él será lo primero que vea y sentiré que lo amo más de lo que lo amo hoy.


Su mano está sobre mi vientre, así duerme cada noche desde hace tres meses en que supimos que vendrían al mundo. ¿Quién iba a pensar que una simple poción, que de simple no tenía nada, era capaz de conseguir lo inimaginable?


Es a ustedes, mis amados hijos, a quienes he querido confesar cómo inició la aventura de amar a su padre. No importa si tengo que esperar a su mayoría de edad para que Severus me permita leerles esta historia (si es que no la edita antes).


Ahora es tiempo de irme a dormir con su padre, mañana tenemos cita con el medimago para que nos confirme que todo va bien... mañana nos embarcamos a la aventura de la espera.






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FIN

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A la aventura de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora