Atrás de los grandes y viejos edificios de la facultad de medicina estaba el bosque. Separado por una cerca de alambre del resto de los terrenos de la universidad, se erguía majestuoso, tupido e imponente, lleno de árboles viejos, con el suelo cubierto de hierbas de todos los tamaños, con aves revoloteando sobre él...
Aquel día él huyó al bosque.
El chico, como ocultándose, caminó por el sendero empedrado que se apartaba de la facultad de medicina e iba a parar a un baldío lleno de sillas viejas y desvencijadas. Una vez ahí, atravesó ese corto espacio de terreno y se metió por la abertura de la cerca,la misma abertura que ya había usado decenas de veces para entrar al bosque.
En cuanto lo hubo hecho, sintió como el rumor de las hojas de los árboles agitadas suavemente al viento, opacaba las lejanas risotadas de los muchachos del edificio de la facultad. Sobre su cabeza, el sol se filtraba débilmente por entre las hojas. Con el corazón palpitando, caminó internándose más hasta que los ruidos del exterior desaparecieron, los árboles se volvieron tan tupidos que el edificio no se vio más y él llegó al pozo.
El pozo había sido hecho cuando la universidad se había fundado hace ciento quince años, y de ahí se sacaba agua varios años antes de que tuvieran agua potable, hace cuando menos setenta años.En ese tiempo el pozo había estado rodeado de ladrillos tal y como los pozos campestres que tanto había visto él por televisión, pero, ahora no era más que un pozo de forma un tanto irregular, con dos hileras y media de ladrillos alrededor, casi oculto entre la maleza y completamente olvidado.
El chico se sentía feliz de ser el único que conocía del pozo. Guardar un secreto a veces es reconfortante, sobre todo si es algo que muchos desearían conocer para estropear o malgastar pero que uno sabe que cuidará bien.
Se acercó al pozo y, como siempre, trató de ver el fondo a pesar de que sabía que era imposible. Era consciente de que el pozo era muy hondo y de no ser por el lejano chapoteo de las piedras que tiraba de vez en cuando, hubiera pensado que ya no tenía agua. Una vez incluso se las había arreglado para llevar cinco metros de cuerda, atar un extremo al árbol que estaba al lado del pozo, amarrar una piedra al otro extremo y soltar la piedra para así medir el fondo; sin embargo, la piedra nunca llegó abajo y se quedó colgando. Era tan pesada que el chico no pudo levantarla para recuperar su cuerda.
En la semioscuridad de las cinco de la tarde, en el bosque tupido, el pozo parecía una negra boca dispuesta a devorarle, pero él ya estaba acostumbrado a eso.
Mirando las ramas de los árboles, respiró lo más hondo que pudo...
Por entre las ramas se filtraba un poco de sol, en los árboles las avecillas chillaban acomodándose en sus nidos para dormir, una rata pasó por su lado sin inmutarse, una lagartija se ocultaba tras una piedra y una colonia de hormigas volvía a casa...
Bajo sus pies, la tierra era húmeda y blanda, a su alrededor todo estaba lleno de verdor... Todo era tan dulce y delicioso, todo, sobretodo el olor de la tierra mojada y de las flores...
Todo era tan... tan... hermoso...
Cuando el chico volvió a respirar hondo, no pudo contenerse más. Sus piernas temblaron y cayó de rodillas y encorvado sobre la hierba. Lloraba. Su pecho subía y bajaba, subía y bajaba con cada sollozo... Su voz se volvió un hilillo, demasiado frágil y tímida como para gemir por el dolor que se había acumulado en el pozo de su alma...
Se llevó las manos al rostro para limpiarse las lágrimas, pero solo consiguió ensuciarse con barro.
Estaba acostumbrado a esa rutina: escapar al bosque, detenerse frente al pozo, respirar hondo, tratar de ser fuerte al ver que todo era tan bello y acabar quebrándose.
Era inútil tratar de contener su llanto todo el tiempo, lo sabía bien, pero al menos no estaba dispuesto a llorar frente a sus compañeros de facultad.
Otra vez, tendido, acurrucado y desprotegido sobre la hierba, sintió las frías manos recorriendo su cuerpo desnudo y deteniéndose para examinar lo que les interesaba... Le pareció oír las voces burlonas y excitadas de aquellos chicos, humillándole y animándose los unos a los otros a subir de nivel su perverso juego...
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Hundido en un pozo profundo
Mistério / SuspenseDespués de aquella noche, él nunca más volvió a ser el mismo. Las distorsiones de su alma le atormentan. Los fantasmas del pasado le acosan. Y lo único que él puede hacer es contarle sus penas al pozo. Advertencia: Si bien esta historia no tiene con...