Cuando la encontré...

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Amor de colegio...

16 años, encontré a mi llama gemela, la conocí, me enloquecí. Llegó a mi vida en la época donde yo me encontraba ingenua, inexperta para amar.

Llegó en una tarde cálida, nerviosa, emocionante, donde verla a los ojos me movía mi mundo. Una chica de contextura delgada, color de piel canela, con una altura perfecta para mis brazos, ojos marrones, su pelo café y suave aroma a miel; hermosa, brillante, inexperta en amar, tímida, con su belleza intacta.

La llamaré, "M"...

Fue un día soledado, caluroso, fresco, verde; donde tomó su móvil cuándo se encontraba detrás, y me filmó. Ahí empezó toda esta historia. Desde ese día presentí que quiso derrochar su ilusión hacia mi. Poco a poco dió referencia a que yo era su amor
"platónico, irónico, ilógico" el amor suyo.

Pensé en que todo tuvo sentido, esa tarde tan maravillosa conocí al amor de mi vida.
Ese día florecieron pétalos de amor, una flor nació, un corazón se llenó, una sonrisa explotó de felicidad.
No la conocía, pero quedé paralizada con su muestra de cariño, con su esencia y su personalidad.

Y fué en una tarde color napolitano, que me hizo quererla, me hizo tomar su corazón y pintarlo de lazos floreados de amor.

Fué en un pequeño pasillo del colegio donde me la encontré junto con su amiga, camino a casa, y fue así, donde mis palabras tuvieron contacto con su atención, donde pude tomar su mejilla para despedirle, volteé mi dirección. He aquí nuestro primer beso.
Fué una primera y unica vez que sentí algo tan mágico e inexplicable, una forma tan inmensa de amarla, donde mi vida se pintó de colores. Una chica tan guapa, cariñosa, linda, también me habría besado.

Después todo cambió, cuando antes le saludaba sin nervios, ahora en cada saludo su olor característico me atraía, su presencia, su persona, veía más que un saludo, veía su personalidad, su timidez, su interés, sus mejillas enrojecidas, su sonrisa nerviosa, su mirada brillante, mi alma no podía parar de temblar.

Cuando mis palabras se entrelazaban con las de ella en cada saludo, brotaban destellos de magia que me hacen hoy en día, escribir por su amor, su corazón, su alma, su voz, su mirada, su olor, su sonrisa.

A pesar de que la conocí en un momento donde me encontraba vacía, en el momento más confuso, desde ese día mi corazón la siguió eligiendo, en cada despertar, amanecer, atardecer, anochecer. En ese momento pude encontrar al mi amor de colegio, ese amor que jamás nadie puede olvidarlo.

Me llenó, con su amor y sus caricias, me llenó de la manera más sensata posible.

Y, hubo un tiempo de tormento, mi cabeza estaba confusa, no conocía el amor, sólo estaba consciente de que mi corazón se había enloquecido, le fallé muchas veces, la hice llorar, mi falta de madurez me hizo aprender a valorar muchas situaciones al día de hoy; estaba experimentando ese sentimiento de amar, me costaba tomarlo por mi falta de postura, pero mejoré, por mí, por nosotras.

Nos encontramos para ayudarnos a sanar y crecer, aún le amo como esa primera vez que mis ojos la observaron, que mi piel tocó la suya, y que mis labios tuvieron su contacto. A pesar de los grandes tropiezos que hemos dado, hicimos una gran historia, fuimos el mejor equipo que se pudo destruir y construir, curita por curita, brillo por brillo.

Hoy en día, pude aprender a amar como se merece, tiene mi corazón, hoy, tiene mis letras, mis versos, a pesar de la distancia, apesar de esas noches de melancolía por extrañarle, aprendí, más no terminé de aprender, sigo en constante aprendizaje.

En el proceso de conocerla, observé su forma de ser, su forma tan delicada de comer, sus reventadas de risa, carcajadas, sus tonterías a la hora de vacilar, sus movimientos de sus manos al hablar, su actuar ante el miedo, tristeza, alegría, temor. Considero que le conozco más que nadie, aunque sé que cuándo la vuelva a ver, no será igual. Pero conocí su proceso y estoy orgullosa de eso.
Ella, con su admiración al modelaje, su encanto hacia el maquillaje, ella tan delicada en cuidar su belleza la hacía única y preciosa.
Conocí su infancia, abrió su corazón y me expreso su vida, a solas, en silencios.
La conocí, imperfectamente perfecta, conocí sus lados que no muestra, su ternura, sus chistes, sus chineos, conocí su lado cursi. Y aún así, me enamoré perdidamente.
Ella respiraba y para mí lo era todo.

Me encontré con su corazón sensato, me encontré con su alma alegre, mientras caminaba en esta vida llena de polvo, una vida que sólo faltaba ponerla en mi camino para vivir. Las ventanas de las noches abrumadas estaban llenas de cortinas que nunca estaban dispuestas a abrirse a menos que ella pasara y pudiera expandirlas con sus preciosos brazos de luz. Y lo hacia, ella caminaba cada mañana por mi prado seco y solitario, lleno de neuronas que algunos llaman "mente". Pasaba por cada uno de mis lóbulos, donde mi cerebro se estremecía con sólo su pensar. Y ella se encontraba allí, con mis lagrimas que se combinaban con las tristezas que me sabían agridulce, con esas lágrimas que cada vez que recorrían mis mejillas florecían pétalos en el camino sobre el roce de mi piel, lágrimas de tristeza, dolor, angustia, lágrimas de amor y felicidad. Y gracias a ella, ese poco dulzor que probaba mi vida se debía a su majestuosa presencia, su fuerza infinita de hacer temblar todo mi ser.

(una de las primeras canciones que le dediqué)

Tengo las mejores memorias con ella, bosques, risas, besos, lágrimas, restaurantes, su comida favorita, su canción que la hacía saltar de alegría, y su canción que la hacía llorar a mares.
En su habitación, cuerpo con cuerpo, abrazos, miradas de amor, nuestros anhelos, metas, nuestras diferencias y similitudes, nuestros llantos, lágrimas cara a cara, cumplidos, nuestros momentos malos y buenos, al borde de la vida, y en la cima de la montaña. Desde lo más profundo, hasta lo más infinito. El recuerdo de sus lunares, mi favorito era el de su oreja. Cada vez que recorría su cuerpo, cada uno de sus lunares me gritaban de alegría al sentir mi presencia, latían y saltaban tan rápido de felicidad que erizaban la piel de su amada.

Cada recuerdo es una sonrisa en mi rostro, una lágrima de amor, un llanto del cariño incondicional que le tuve.

Un recuerdo que invade mi mente, es una tarde lluviosa, ir bajo la lluvia, jugar, correr, abrazarnos. Reímos tanto que intentamos parar, pero la química que había, nos hacia disfrutar la vida, y no perder ni un solo segundo juntas, cinco horas con la persona correcta, se sienten tan solo cinco minutos. Necesitaba toda la vida, para vivirla junto a ella.

El beso bajo la lluvia, la mejor nota de amor.

Y fue así, como mi historia con M siguió escribiéndose, hasta el día de hoy, de aquí al punto final...

Y fue así, como mi historia con M siguió escribiéndose, hasta el día de hoy, de aquí al punto final

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