CAPITULO XXXVII

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Puedo escuchar las hojas de los árboles moverse al compás del viento, resonando en toda la habitación, junto con el cielo gris y algunos truenos que se escuchan cada cierto tiempo. La lluvia paró hace unas horas, pero dejó este clima alocado en su lugar.

Y de alguna manera, va perfecto con mi estado de humor. Ayer lloré todo el día y algunas horas antes de quedarme dormido, dejé que la tormenta de sentimientos que me aprisionaban, saliera y barriera todo el dolor que sentía. Y se calmó un poco viendo el desastre que provocó, pero aún hay restos de ella que amenazan con salir. El que haya parado por ahora, no significa que más adelante no se vuelva a desatar con mayor fuerza.

El cielo se ilumina con un rayo y yo me envulevo más con la sábanas, tratando de dormir un poco más. Quisiera poder detener el tiempo justo ahora, y volver a activarlo cuando esté listo, cuando las heridas que tengo sanen y pueda salir con la frente en alto, y decir con orgullo que pude superar este amor no correspondido y que ya no me afecta. Poder salir y decirle a mis padres que no deben preocuparse por mí, ya que lo superé.

«Pero déjame decirte algo, las heridas sanarán, pero las cicatrices nunca desaparecerán por completo».

Lo sé, y sé cuál es mi realidad, una donde no puedo detener el tiempo, una donde tendré que ir a casa y enfrentar a mis padres. Enfrentar el ver a Logan junto a Rosy y Will y soportar que se rían en mi cara.

Unos toques llaman a la puerta y yo finjo estar dormido.

—Fresita —susurra Jonah—. Sé que estás despierto, así que cuando estés listo, baja. Nathan compró el desayuno y no quiere que se enfríe.

Me acaricia la cabeza antes de salir de la habitación y cerrar la puerta. Abro mis ojos de nuevo, observando el clima que hay fuera a través de la ventana.

Me deshago de las sábanas y me levanto de la cama sin mucho ánimo, pero bajo ya que Nathan sería capaz de subir y jalarme del cabello si es necesario para que desayune. Cuando llego a la cocina, me encuentro con mis amigos, jugando en la mesa y dándose uno que otro beso. Y mi mente me traiciona, trayéndome recuerdos de Logan y yo juntos, besándonos. Aún cuándo creía que podría tener una oportunidad y que Logan alguna día se daría cuenta que los que los demás dijeran no importaba, sino lo que nosotros sintiéramos.

«Deja de pensar en ello, nunca hubo un nosotros».

Es cierto, todo fue actuado.

Ningún beso, ninguna caricia, ninguna de sus palabras fue real. Solo fueron armas que utilizó para que yo cayera, y las utilizó muy bien a su favor.

Desecho los malos pensamientos y me acerco a ellos.

—Buenos días —saludo, tratando de sonar animado.

—¡Buendía días! —responde Nathan—. Tu desayuno está aquí. Lamento si no es mucho, pero fue lo que logré conseguir.

Observo el plato de panqueques y mi estómago gruñe, recordándome que ayer mi única cena fue el té que Jonah me dio.

—No te preocupes, es más que suficiente —digo sinceramente.

—Me alegra saberlo —contesta Nathan con una sonrisa.

—Pequeño, ¿por qué no subes y te duchas? Me dijiste que hoy tenías que ir a la universidad.

—¡Es cierto! ¡Lo olvidé por completo!

Nathan sube las escaleras, y no es hasta que escuchamos la ducha que Jonah toma asiento a mi lado.

—Bueno, será una pregunta estúpida, pero... ¿Cómo te sientes?

Mi Razón Para Odiarte [#1 Amores Complicados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora