En la encrucijada de su destino, William Byers se encuentra una vez más envuelto en el tejido de la incertidumbre y el peligro. Como un faro solitario en medio de la tormenta, debe enfrentar una nueva amenaza que amenaza con consumir todo lo que ama...
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la paz rondaba por todas partes en el Valle Espiritual, pues ahí todas las almas podían descansar en paz ya que su viaje en el Valle de la Mortalidad había terminado. en este valle se podía encontrar todo tipo de leyendas, desde dioses del olimpo, hasta reyes que tuvieron su reinado hace muchos años como el rey Arturo; pero había uno en especial y su nombre era Merlín.
el antes mencionado, descansaba plácidamente meditando y viendo el magnífico paisaje que el Valle Espiritual le proporcionaba. todo era felicidad, armonía y paz en este valle, y Merlín no era la excepción, puesto que este sabía que su trabajo en el Valle de la Mortalidad había sido concluida, pues el chico ahora conocido como The Wise había sido su aprendiz por mucho tiempo y le había pasado el manto de cuidar aquel valle desde entonces.
—paz interior. . . —susurraba para el mismo.
toda la paz que podía existir en ese valle era atraída hacia él, quien, en la postura de loto meditaba encima de una roca que se encontraba a la orilla de su lugar espiritual, el cual era un árbol de frutos exquisitos y mucho césped a su alrededor.
su paz no duraría mucho, pues sería interrumpida por una espada de jade color verde corrompida por un negro más oscuro que la noche, la cual iba atada a una cadena que se dirigia hacia este en una velocidad impresionante.
—¿y ahora que?. —se queja.
Merlín abre sus ojos para saber de lo que se trata y cuando logra divisar el arma asesina que viene directo hacia él este, con su nuevo bastón —ahora sin gema— golpea el arma de su oponente, más el ataque todavía no cesaba, pues otra arma igual a esa vendría hacia él, esta vez, la atraparia entre las dos palmas de sus manos y pocos segundos después la lanzaría a chocar junto con la otra arma la cual flotaba a la deriva.
—Janoc.
—Merlín. . . —un hombre alto con un abrigo de cuero lana negro, ojiverde, rubio y con las venas de su cuello y muñecas de un color negro se presentaba ante Merlín.
—siempre me pregunté lo que pasó contigo. . . mira en lo que te has convertido. —dijo.
—¿ah, qué? ¿esto? —señaló sus venas de color negro— es parte del viaje, ¿o no, Merlín?
en ese momento, el hombre recordó las últimas palabras que le había recitado a Janoc antes de que este se desvaneciera en polvo de estrellas:
«—morir es parte del viaje. —»
—oh, mi querido Janoc. . . —suspiró— siempre fuiste terco y necio, y es mi culpa. . . déjame ayudarte.
Janoc, quien estaba harto de las mentiras de Merlín trata de embestir al antes mencionado, mas no lo logra pues el hechicero se eleva a lo alto esquivando el golpe, acto seguido, este toma su bastón entre sus dos manos y de su centro salió un az de luz blanco que golpeo a Janoc, pero a este no le hizo ni cosquillas, en vez de dañarlo, consumió el poder y se sintió más vivo que nunca. el rubio, se da unos segundos para saborear con codicia el poder que corria por sus venas cual río y luego vuelve a Merlín, quien, en posición de ataque esperaba por su siguiente jugada.
