ENTRADA XX

1 0 0
                                    

En mi cabeza malherida resonaba una canción trágica. No escuchaba nada más que una melodía que anunciaba la muerte de Vincent. Un réquiem.

Gimiendo me levanté , sujetando mi cuerpo con algún tipo de magia , pues todo me dolía hasta tal punto que deseé morir allí. Noté como de mi nariz y boca se habían escapado las cataratas de sangre. Me limpié con la mano y anduve cojeando hasta llegar a su cuerpo.

Agarré el cristal y lo lancé a un lado. Cogí sus hombros y entre chillidos agudos de dolor arrastré su cuerpo fuera del salón. No tuve más remedio que colocar todo su ser sobre mi espalda y atarme sus brazos en forma de abrazo. Dí el primer paso , el segundo , el tercero , el cuarto , el quinto y con dolor en las venas y en el alma dí todos los que tenía que dar. No iba a darle la espalda. No iba a morir allí , ni él , ni yo.

Llegué atormentado hasta las escaleras , tan fácil como antes las había subido siempre , ahora eran una montaña con una cima inalcanzable. Tenía miedo , no puedo negarlo , la muerte estaba ahí y aunque pensaba antes que la muerte me asustaba menos que la vida , no dejaba de tenerle miedo. No podía dejar que el girasol se apagase , no iba a permitirlo.

Saqué de mi corazón el grito más desgarrador. Saqué de mis entrañas la fuerza de un titán y puse sobre el primer escalón mi pie derecho. Cada paso que dí era una lucha contra el tiempo y contra el dolor , pero lo que no sabían ninguno de los dos es que estaba seguro de que no iba a rendirme jamás.

-Espero ... Que... Me invites a mil tragos de absenta... - susurré a su oído sin esperar respuesta.

-Trato hecho. - dijo tosiendo. -No me dejes morir John , tengo miedo.

-No lo haré.

Mi cabeza daba vueltas pero lo conseguí , logré llegar a la mitad de las escaleras. La tortura de subirlas estaba ahí pero más era la aflicción de rendirme. Uno , dos , tres , cuatro , cinco , seis , siete , ocho , nueve , diez , once , doce , trece , catorce , quince , dieciséis y diecisiete. Pasé por cada uno de esos escalones con la muerte enfrente de mi. Le miré a los ojos y le dije "No te lo vas a llevar , hoy no , me debe mil copas de absenta".

La muerte me dejó pasar por el lateral de su sombrío umbral. Dejó que mi cuerpo magullado arrastrara el de Van Gogh. Llegué al baño y lo tumbé en la bañera. Agarré toallas y las humedecí en agua. Tapé sus heridas y presioné en ellas con la poca fuerza que aún quedaba en mi cuerpo. Mi aliento retronaba entre mis pulmones mientras que mi boca escupía sangre por doquier.

Estaba allí , mirándole a él , dándome cuenta de que nuestra pena no era solo tristeza si no la incógnita de un futuro que nos daba miedo conocer. Teníamos más miedo a la vida , que no sabíamos que nos deparaba , que a la muerte , que si sabíamos que era dormir para siempre.

-Que importa Vincent... si llegas a ser o no un artista grande... ¿ Para qué ? La grandeza solo dura un suspiro y el ahora es lo que necesitamos.

-Quiero demostrar que sirvo para algo. - consiguió decirme. -No quiero ser nada en este mundo.

-Tal vez ser nada y asumir que somos polvo es la única manera de ser algo ¿ No lo has pensado ? El cielo por la noche está lleno de estrellas , la ciudad está llena de luces ... ¿ Quién conoce a todas las personas de Arlés ? Nadie ¿ Que importa entonces lo que hagamos si nadie nos conoce ? Cuando muramos en este mundo nadie nos recordará. Debemos vivir como locos para no morir como lo hacen muchos. Debemos vivir con el corazón sin dejarnos atar por la vida. Debemos aprovechar el ahora...

Empecé a derramar lágrimas , estaba tan asustado de perderle... No podía dejarle ir , no podía dejar que el amarillo de los girasoles fuese apagado por el rojo de la sangre. No quería que el sentimiento de soledad acabara por cubrir todo mi cuerpo. No quería estar solo. No quería sentirme solo en un mundo en el que ni siquiera recordaba haber nacido. No quería ser tan valiente como para pelear con mi propia sombra. Me negué y luché.

-John... Tengo miedo

-Yo también. - le confesé.

-¿ De que ?

-De perderte. - le respondí continuando en mi cabeza aquella frase con un " y de no saber nunca quién soy''.


Los delirios del girasol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora