Capítulo 3.

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Levantó la cabeza aún con la vista borrosa y el corazón acelerado, su cerebro lo engañaba tanto que le hizo sentir aquella última frase tan real, dándole esperanzas de que el pelilargo entraría como si nada. Más vivo que nunca.

Pero no fue así.

La casa todavía estaba en silencio, nadie se asomó por la puerta, la sala nisiquiera tenía el sofá armado como para que alguien lo esperara sentado. Estaba sólo, escuchando su respiración y nada más.

Se quedó ahí sentado, sin ganas de salir, porque su corazón tonto se aceleraría pensando que de verdad encontraría a Eddie y está vez no quería llevarse esa decepción. La decepción de verse solo, parado en la puerta de la sala, con el impulso de abrir sus brazos queriendo abrazar a quien no estaba ahí, ni lo estaría nunca más.

Los minutos pasaron, el pelinegro abrazaba sus rodillas escondiendo su rostro en el hueco que se formaba contra su pecho, pero se sintió incómodo y por fin se levantó.

Estaba en la casa rodante, saliendo de la habitación de Eddie yendo a su encuentro al dirigirse a la sala. Él estaba ahí, con su chaqueta de cuero y el chaleco de mezclilla, la camiseta del club y una enorme sonrisa avergonzada al saber que el menor había terminado de leer la carta.

El corazón se le aceleró, tuvo que apoyarse en una pared para no perder la compostura, se pellizcó lo más fuerte que pudo y corrió para encontrarse con su primo hasta sentir el calor de sus brazos envolver su cuerpo. Podía sentir su perfume, su respiración, su corazón latiendo y sus manos acariciándolo.

- Quiero decirte tantas cosas, quiero acordarme de tu olor - comenzó a hablar por lo bajo, aún con su rostro hundido en el pecho del pelilargo - No digas nada por favor, no vaya a ser que me despierte de un sueño en el que puedo verte.

Y levantó la cabeza volviendo al frío cuarto en el que cayó dormido cuando abrazó sus propias piernas, volviendo al mundo en el que Eddie no estaba entre sus brazos.

- Solo te pido que mañana por la noche, dormido me des la oportunidad - finalizó observando la guitarra.

- Solo te pido que mañana por la noche, dormido me des la oportunidad - finalizó observando la guitarra

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- Es un poco parecido a Eddie, no mucho, ni que fueran hermanos - habló Steve mirando de reojo a Robin.

La hora de cerrar jamás había llegado tan lento, todavía tenían que esperar media hora más, lo que parecía ridículo ya que en ese horario ningún cliente llegaba, la mayoría ya habría alquilado alguna película antes y la estaría viendo a esa hora.

- Y tú crees que él... Sabe algo de lo que pasó?

Ambos se miraron manteniéndose en silencio por unos segundos hasta que finalmente Steve habló.

- No tiene forma de saberlo pero... Él definitivamente sabe que Eddie era inocente.

- ¿Deberíamos decirle?

- ¿Y nos va a creer?

- Steve, estamos hablando de su primo muerto, creo que se merece saber lo que pasó - explicó Robin limpiando el mostrador.

- No digo que no lo merezca, simplemente-

El sonido de la campana interrumpió, _____ entraba con una expresión que Harrington no pudo decifrar, caminando decidido hasta pararse frente a él con el mostrador interponiendose.

- Sabes algo y aunque me viste ayer no pudiste decírmelo - apuntó frunciendo el ceño.

- ¿Disculpa?

- Eddie dejó una carta, parecía que iba a hacer algo peligroso y te mencionó a ti, a Dustin.

- Estoy un poco perdida ¿Estás bien?.

Robin interrumpió, solo en ese momento _____ se tomó el tiempo de mirarla y leer su nombre en aquel pequeño cartelito en su chaqueta.

- Robin - murmuró relajando su expresión.

- ¿Cómo sabes mi nombre? - habló en el mismo tono, sorprendida.

- Lo dice en tu chaqueta, Rob - Steve suspiró.

- No, además de eso, Eddie también te nombró en la carta - el pelinegro hizo una pausa - E-El me escribió una carta, no pudo enviarla pero la encontré entre sus cosas, dijo que no iba a entender, que eran cosas extrañas y dejó sus nombres escritos, mira.

- Escucha, no creo que sea un buen lugar ni un buen momento para explicar - el castaño se rascó la frente levemente frustrado.

- Steve - Robin llamó su atención y en ese momento lo notó.

El chico frente a ellos le enseñaba una parte de la carta donde los mencionaba pero eso no fue lo que atrajo su atención, lo que resaltaba eran sus ojos brillando por las lágrimas, las ojeras marcadas, un par de rasguños en sus mejillas y la mano temblorosa que sostenía aquel pedazo de papel dejando ver sus uñas que parecían tener sangre seca, un claro indicio de las heridas en el rostro del más bajo fueran hechas por él mismo.

Se veía tan mal y tan roto que su corazón dió un vuelco, sintió pena y a la vez culpa.

Ojalá hubiera hecho algo para salvar a Munson.

- Ven - tomó la muñeca de _____ para guiarlo detrás del mostrador y dejar que se sentara mientras Robin traía un vaso con agua.

- Lo siento, te juro que estuve ahí afuera pensando en una forma menos loca de entrar y preguntar pero... Creo que no me salió.

- Está bien, yo tampoco sabría cómo preguntar algo así.

Robin llegó sentandose a un lado del pelinegro, atreviéndose a acariciar su hombro para reconfortarlo.

- Bien, por dónde podemos empezar - murmuró Harrington antes de comenzar a contar la historia desde el principio.

La desaparición de Will Byers, el demogorgon, la aparición y los poderes de 011, los experimentos en el laboratorio de Hawkins, los demodogos, los rusos, el desuellamentes, Billy, Chrissy, Henry, Vecna, 001.

El sacrificio de Eddie.

In the moonlight (with you) || Steve Harrington x MalereaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora