Jones Vagner

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Todos se divertían en la gran boda que se llevaba a cabo, y bailaban al ritmo de Focus. No había preocupaciones, solo pura diversión, hasta que el grito de una mujer se escuchó en todo el salón de baile. No era cualquier mujer, era la novia. La música se detuvo al igual que los invitados dejaron de bailar.

[Voz de Lobo] Sí, así solían gritar cada vez que me veían, pero les juro que no estoy involucrado en esta ocasión.

—¡¿Qué hace esa cosa en mi pastel?! —la mujer llena de frustración señala el pastel que tenía como muñeco de bodas una figura de acción junto a la muñeca de la novia.

Ok, puede que sí esté involucrado.

El equipo de ex criminales intercambiaron miradas desde sus posiciones.

—Ay, no —dijo Redes que estaba trepada en una columna griega decorativa.

Todo el equipo posó su mirada en un extraño mapache mal vestido, sin pantalones, todo despeinado y medio calvo. Este les devolvió la mirada para luego fijar sus ojos en la figura de acción.

—¿Wolf? —preguntó Diane en voz baja.

—Sí, esto podría ser un problema —contestó Wolf.

Sé lo que están pensando, pero les prometo que no es lo que parece.

Sé que miles de preguntas pasan por la mente: ¿Qué está pasando aquí? ¿Quién se está casando? ¿Quién es ese mapache y por qué está sin pantalones? ¿Quién es esta fémina de espectacular figura que está a mi lado y cómo conseguir su teléfono? Se llama Diane y, una vez se los digo, no está disponible. Pero no nos desviémos del tema. Todo tiene una explicación. Para contestarte es necesario regresar al principio, es decir, hace unos días atrás.

***

Tres días antes...

Los ex tipos malos entraron a la que solía ser su antiguo hogar. En ocasiones, los cinco amigos se juntaban allí para compartir y recordar viejas anécdotas que ahora formaban parte de su pasado. El lugar estaba vacío a excepción de la refrigeradora y un juego de sala con su mesita de centro. Diane se los había obsequiado. Sabía por experiencia propia que sus amigos tendrían un gran lazo con ese lugar —Garra Escarlata seguía conservando su antigua guarida después de todo—.

Habían pasado un par de meses desde que habían salido de prisión. Cada uno había tomado un rumbo diferente conforme a sus talentos; sin embargo, siempre estaban juntos. Piraña trabajaba en un restaurante cinco estrellas, solían llamarlo para que cante todas las noches de fin de semana; Redes estaba trabajando con Diane como su asistente; Tiburón formaba parte de un elenco de teatro, poniendo en práctica sus habilidades de actuación; Serpiente trabajaba con el equipo de policías, algo que nunca pensó hacer, no tenía un rango alto pero apoyaba a sus compañeros a pensar como criminal y poder resolver cualquier caso; y Wolf usaba su capacidad de convencimiento en una agencia de marketing y ventas, recibía excelentes comisiones por las ventas insuperables que realizaba. Todo era diferente ahora que habían comenzado de nuevo y los ciudadanos los habían aceptado. Sin embargo, dentro de ellos estaba el deseo de hacer algo emocionante como antes.

—Flor corrida de diamantes —dijo Serpiente con tono triunfante mientras mostraba las cartas que tenía en su cola—. Gané.

Todos refutaron.

—Estás haciendo trampa —lo acusó Tiburón.

—Nop. Es pura habilidad —dijo Serpiente.

—Sí, habilidad de hacer trampa —refutó Redes.

La gran estafaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora